Mostrando entradas con la etiqueta Villa Gesell. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Villa Gesell. Mostrar todas las entradas

jueves, 23 de enero de 2020

¿AHORA SE ACUERDAN DE NO VENDER ALCOHOL EN GESELL?

Las últimas tragedias debido a violencia callejera en la preciosa Villa Gesell, punto de la costa argentina, nos han sacudido notoriamente. Pero más aún la decisión del municipio, que ayer prohibió la venta de bebidas alcohólicas en la calle. Sí, como pasa siempre en este desprolijo país, tuvo que morir un pibe de 15 años y otro estar en coma para que se implemente algo que ya debería ser normal. Estamos queriendo ser del Primer Mundo, seguimos siendo del tercer o cuarto. Siempre lo mismo, siempre los mismos. Así estamos. Mi absoluta solidaridad con las familias destrozadas, más cuando se saben estas cosas. Tarde, siempre tarde.

sábado, 20 de enero de 2018

VIDEOJUEGOS: LA LEYENDA CONTINÚA

Tal vez para quienes están en la costa atlántica no sea novedad, pero para uno que pasó los 40 sí. Los legendarios videojuegos,esas máquinas grandotas conbotones, continúan siendo un indisoluble de las vacaciones de verano, según me informó mi amigote Maxi que anda de gira por la bella Villa Gesell. Jugar unos "fichines", parte de los paradisíacos paseos al atardecer tras la playa, sigue siendo una de las diversiones de los veraneantes, en especial los chicos y adolescentes, pero también los grandecitos. Y casi con los mismos juegos de 30 años atrás, cuando eran toda una novedad: la Fórmula 1, el fútbol, las guerras galácticas, hasta los superochentosos flippers que tanto me gustaban. Qué grande, creí que habían pasado, con tanta ap y celu y qué sé yo qué más. Bueno, ahora sé con alegría que la leyenda de los fichines continúa.

sábado, 4 de febrero de 2017

MIS VERANOS DORADOS: LA PRECIOSA RUTA A VILLA GESELL

Una tarde soleada nos fuimos a Villa Gesell, esa bonita localidad a 21 kilómetros de Pinamar, como hacíamos siempre cada tanto. Un lindo paisaje de mucha arboleda adornaba aquella ruta con varias subidas y bajadas en curva, pero muy buena. Una pequeña, bella, increíble postal de mis veranos 80.

Y estuvimos en la Villa, recorriendo sus angostas veredas con mil subidas y escalones, locales de videojuegos y sobre todo restaurantes, casi había uno cada diez pasos; desde ya el aroma a comida llenaba el lugar. Y anduve en una pista de autos Volkswagen tipo Escarabajo a motor; me subí al 1, que no andaba muy bien, y di unas cuantas vueltas.

jueves, 4 de febrero de 2016

MI ÚNICO VIAJE EN AVIÓN

Treinta años atrás, en el verano de 1986, hice mi hasta ahora único viaje en avión. No fue de Buenos Aires a París o Roma, tampoco al Caribe, sino uno de emergencia de vuelta a Baires debido a que mi madre Anita estaba con un problema de salud que detallo abajo. Yo le tenía un miedo tremendo a los aviones, pero tuve que ir igual; sin embargo, me lo tomé con tranquilidad y hasta fue una experiencia fascinante, toda una aventura de verano. Aquí el recuerdo.

Todo iba bien esos días. Pero de repente se complicó. Una noche en casa, a fines de ese enero, mi mamá se sintió mal, con alta fiebre; al parecer la había picado un insecto. Y entonces debimos cortar abruptamente las vacaciones y volver lo más rápido posible a Buenos Aires. Para eso viajamos en... AVION. Sí, yo también tenía que ir en ese temido medio por primera vez en mi vida...
Y así fue. Esa calurosa y soleada tarde de febrero fuimos en micro al aeródromo de Villa Gesell, y tras tomar algo en la confitería, salimos a las 4. Mi susto era grande cuando subí, y ni hablar cuando el avión carreteó y empezó a tomar vuelo. Me agarré de la mano de Fabián, sentado a mi lado, mientras masticaba fuerte un caramelo para que no se me taparan los oídos con la presión atmosférica. Por suerte me relajé y tomé naranja en el refrigerado ambiente; miraba con gran curiosidad el paisaje desde la altura y la ventanilla, de la que me explicaban por qué era hermética. Y una azafata decía en español e inglés: “En 35 minutos estamos en Buenos Aires...”.
Y llegamos nomás a Aeroparque, donde nos recibió mi papá; de allí fuimos a cenar a La Barra Costa Norte, ya que no había comida en casa. Así fue mi primera e increíble aventura en avión. Y así , también, el final de ese verano.