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domingo, 24 de julio de 2016

PAPÁ RAFAEL CUMPLE 83

En Así Es La Vida es tiempo de otro aniversario, otro importantísimo. Siempre hablo y escribo sobre la mentora de este humilde blog, mamá Anita. Poco he dicho sobre papá Rafael, que en este día ha cumplido nada más que 83 añitos. Y como diría la tribuna, está de primera. Otro amor de mi vida, un hombre que, a pesar de su carácter y algunas patinadas, ha dado hasta lo que no tiene por mí, por mamá y por mis dos hermanos.

Siempre, y a pesar de su mal genio de muchas ocasiones, me ha dado y sigue dando lo mejor de él. Y especialmente, estos años en que estoy sin madre, lo estoy aprendiendo a valorar mucho más. Y también a reconocer todo lo que antes hizo por mí, que fue un gran imulsor de mi vida desde chico. Por destino y gracia de Dios lo tengo conmigo, y muy bien en todo sentido, más allá de alguna cosita de salud lógica y normal. A él, que tanto dio y da por mí, mi amor, mi abrazo y mi homenaje, y, aunque nadie es eterno, que sean unos cuanttitos más.

lunes, 16 de mayo de 2016

TÍO OMAR CUMPLE MÁS AÑOS

Justo una semana después de mamá Anita, su hermano, mi inigualable tío Omar, cumpliría hoy años, nada menos que 66. Recuerdo de chicquito, cuando ya no estaba, siempre iba con mi familia a la misa por su nacimiento a la linda iglesia San Ambrosio, ubicada en Capital. Mi abuela, su madre, solía hacer esos homenajes. Como ella tampoco está en este mundo, yo tomo con alegría la posta y lo traigo al presente.

Cómo no recordarlo, un personaje personaje. El de la sonrisa y el buen humor permanente, el de su voz potente y su fuerte personalidad, su bigote, su buena pinta, su rosario de malas palabras (un especialista, por algo le decían "Kelo"), animador de reuniones y cumpleaños en casa o en lo de mi abuela. También, claro, el gran corredor de motociclismo (su gran pasión) subcampeón nacional en 1980, el de las motos o autos de lujo, el del departamento El Atlántico de Pinamar o la bellísima casa en la isla del Tigre, el que fue a las Bahamas o Miami, el de las mil mujeres que lo seguían por sus cualidades físicas y espirituales, el de la famosa lancha o el gran crucero, el de los crayones que me regaló y con los que yo pintaba, el de la estación de servicio de juguete, el de los ricos perfumes, el de las noches en las discotecas, especialmente la famosa New York City. El que me llevaba en su Yamaha negra por Pinamar enseñándome a manejar, un riesgo que yo no quería. O que me ayudaba a pasar los cambios en su auto, no recuerdo cuál era. El que les ganaba a todos por amplio margen con su Kawasaki en el Autódromo de Buenos Aires. En suma, y aunque lo disfruté sólo 8 años, fue y será un grande de mi historia.

lunes, 9 de mayo de 2016

!FELICES 75, MAMÁ ANITA!

Y hablando de mamás, justamente hoy me refiero a la mía propia, bueno, la de carne y hueso, o mejor dicho la que me trajo al mundo. Un día como hoy mamá Anita nacía en algún rincón de Buenos Aires, hace nada menos que 75 años. Es cierto, me invade la nostalgia, se siente su ausencia. Pero también por suerte, ella me dejó tanto durante 37 años que para mí está siempre presente. Ana Luján, justamente con ese nombre por haber nacido un día después de la Virgen, es un ángel más del cielo, pero su presencia es tan fuerte que sigue siendo desde la esfera celestial esa mamá alegre, dulce, cálida. Por supuesto, lectora del blog tanto como cada uno de ustedes. Hoy quiero, con estas líneas, regalarle una flor espiritual en su cumpleaños 75 y pedirles a todos ustedes oración por ella, que seguro, como cada cosa del mundo que habitó, lo va avalorar.

jueves, 3 de marzo de 2016

LA SONRISA DE MAMÁ ANITA

Hoy es otro año del día en que mi madre Anita pasó de ser una gran mujer a ser un ángel más del cielo. Y gracias a Dios y a la Virgen, no sólo he superado el trance (aunque siempre queda el sinsabor) sino que siempre que la recuerdo no es con tristeza, sino justamente todo lo contrario. Es así sistemáticamente: cada vez que me viene a la mente, me acuerdo de su voz aguda y penetrante, simpática, alegre, amable, amigable. De esa sonrisa permanente, aunque no necesariamente la tuviera en la cara. Esa sonrisa que también tenía en su interior, esa que reflejaba en cada instante de su vida. Sus graciosos dichos, su forma tan singular de hablar, de tomarse los líos cotidianos, de vivir cada segundo con intensidad más allá de la coyuntura. Su sociabilidad, su solidaridad, su calidez, su amor profundo, su alma tan pura, por lo menos más pura que la media. Esa alegría que duraba 24 horas, aunque lloviera, aunque hubiera problemas, aunque hubiera que trajinar. Gran protagonista de mi familia, de las reuniones, de cada cosa de mi vida, del colegio, de mis amores, de mis amistades, de mis cumpleaños, de mi trabajo, de mis alegrías y dolores. Mamá Anita fue, es y será realmente todo para mí. Incluida, claro, su sonrisa eterna. Por eso, y aunque lógicamente la extraño, no lo hago tanto. Porque ella siempre está. Siempre esperándome con su sonrisa.

martes, 26 de enero de 2016

la abuela ana, una grande del verano

Como siempre, Así Es La Vida recuerda esas almas buenas, esa gente sana que no está pero que está igual. Mi abuela Ana, madre de mi mamá Anita, a quien todos llamamos “la lela”, cumpliría hoy 97 años. Recuerdo aquel 26 de enero del 89 que la saludé en el famoso y glorioso departamento de Pinamar y la cena en el clásico Il Garda. Y así como ése, compartimos tantos veranos y tantas aventuras y desventuras también, pero al fin y al cabo parte de una persona llena de vida que me dejó su hermosa alma. Así que en medio de cada verano, siempre la veo con sus mallas coloridas paseando por el muelle de Pinamar o haciendo algún almuerzo en la cocinita del Bosque II. Un gran alma, un ángel del verano.

domingo, 18 de octubre de 2015

!FELIZ DÍA MAMÁ!


Como siempre, Así Es La Vida recuerda y celebra aniversarios. Y el de hoy, porque ya pasaron las 12, es quizás el más importante. El Día de la Madre, aunque yo no soy amigo de estos títulos que más nos recuerdan los regalos y los almuerzos de domingo que la propia agasajada. Pero es así, un día tan especial para esa personita tan especial...

La madre, o mejor, Madre con mayúsculas. Mucho más que una simple mujer que te trajo al mundo desde su vientre. Alguien que, sacando al Señor Jesús y a la Virgen María, Nuestra Madre del cielo, tiene la mayor importancia para un ser humano y la mayor autoridad sobre él. Pero sobre todo, la madre es como dice esa leyenda, el ángel que nos guía aquí en la tierra. La que nos dio a luz, la que nos cuidó de chiquitos, la que nos llevó al jardín o al colegio, la que nos cocinó suculentos manjares, la que nos ordenó la ropa, la que nos compró de todo, la que nos organizó nuestro aniversario de habernos traído, el cumpleaños, hasta el último detalle. También, sí, la que no siempre nos dijo que sí a todo, a veces nos dijo que no y como nosotros no lo aceptamos nos tuvo que frenar y retar. Pero mucho más aún, es la mejor encargada de nuestro corazón, de nuestra alma, de nuestros pensamientos, de nuestras alegrías y tristezas. Es la que mejor nos conoce, la que más nos contiene, sobre todo a los varones como mi caso, pero también a las mujeres. La persona, según mi experiencia de 37 años de mis 42, que más y mejor nos defiende y que nos porta ante el mundo entero. Nuestra embajadora ante cualquier escollo de la vida, nuestra representante a cada momento, nuestra guía si nos perdemos, nuestro abrazo si nos encontramos.

La madre, o mejor dicho, Madre con mayúsculas,es esa persona que parece omnipotente pero que es así para nuestro bien. Es el puerto que nos cobija cuando navegamos por los mares tormentosos de la vida, y por ahí naufragamos por nuestros caprichos de querer hacer lo que nos da la gana. Ella siempre está ahí para esperarnos. Como nos esperó aquellos 9 meses, nos acompaña hasta que se vaya o hasta nuestro último segundo. La Madre es... No alcanzan las palabras, claro que no. Probablemente el ser más importante de la creación después del propio Dios, sí, por ahí con eso resumimos todo. Bueno, me da mucho gusto que la entrada 150 de este humilde blog sea para homenajear a la más importante de las mujeres en su día. Y para saludar a la mía, Anita, ese angelito que anda flotando por ese mundo tan desconocido y a la vez tan bonito. Mi mamá que debe andar charlando hasta por los codos con mi abuela, su madre, o con mi madrina Marta, o con las señoritas Patricia y Maruca, o con mi tía de su mismo nombre, o con mi otra tía Lola. Y que seguro debe estar dirigiendo esa hermosa mirada sobre todos nosotros, sobre mí especialmente, como lo hizo (vaya si lo hizo) en los 37 años que la disfruté. Rezo en este día a la Virgen, Nuestra Madre del cielo, que la proteja y proteja y guíe a las madres del mundo, incluidas esas mujeres que lo están por ser y esas otras que hacen de la maternidad un flagelo con sus comportamientos. Justo es también pedir por aquellas mujeres violadas o las que intentan ser madres a toda costa con tratamientos y demás. A todas ellas, muy especialmente a las integrantes del cielo, un beso muy grande (como se acostumbra a una mujer), una flor y un saludo: feliz Día de la Madre.


sábado, 16 de mayo de 2015

!FELIZ CUMPLEAÑOS, TÍO OMAR!


Exactamente una semana después de mamá, me toca escribir sobre su hermano, mi adorado tío Omar Alberto Camerucci. Es que justo una semana y 9 años después de ella, el 16 de mayo de 1950, nacía el inigualable tío. El de la sonrisa y el buen humor permanente, el de su voz potente y su fuerte personalidad, su bigote, su buena pinta, su rosario de malas palabras (un especialista, por algo le decían "Kelo"), animador de reuniones y cumpleaños en casa o en lo de mi abuela. También, claro, el gran corredor de motociclismo (su gran pasión) subcampeón nacional en 1980, el de las motos o autos de lujo, el del departamento El Atlántico de Pinamar o la bellísima casa en la isla del Tigre, el que fue a las Bahamas o Miami, el de las mil mujeres que lo seguían por sus cualidades físicas y espirituales, el de la famosa lancha o el gran crucero, el de los crayones que me regaló y con los que yo pintaba, el de la estación de servicio de juguete, el de los ricos perfumes, el de las noches en las discotecas, especialmente la famosa New York City. El que me llevaba en su Yamaha negra por Pinamar enseñándome a manejar, un riesgo que yo no quería. O que me ayudaba a pasar los cambios en su auto, no recuerdo cuál era. El que les ganaba a todos por amplio margen con su Kawasaki en el Autódromo de Buenos Aires. Y el que una tarde , la del 3 de octubre de 1981, se fue al cielo justamente en su adorada moto en Paraná, Entre Ríos. Y que, claro, desde ese momento (en que yo tenía sólo 8 años) lo extrañé y extraño como a todas aquellas personas que me dieron tanta luz, como mamá, como mis abuelos, como mi madrina Marta. Aunque lógicamente tuve poco tiempo para disfrutarlo, todo lo que recuerdo (al igual que su hermana, mi mamá Anita) son momentos de alegría y sonrisas. A modo de regalo, desde este humilde blog y en el día de su cumpleaños número 65, va este homenaje con estas palabras que me salen del alma, lo mismo que mamá, su parte más linda. Y que quiero hacer con recuerdos y alguna que otra anécdota.

OMAR ALBERTO CAMERUCCI: UN TÍO CAMPEÓN DE LA VIDA

Mi tío materno, un referente de mi infancia, a la que contribuyó para que fuera gloriosa, no sólo por los triunfos en el Autódromo con su Kawasaki (era fanático), sino más por el enorme cariño que me dio, ayudándome a crecer. Aparte me hacía reír con sus ocurrencias o malas palabras (era un especialista, por algo le decían ‘’Kelo’’) y me regalaba juguetes de toda clase. El morocho de pelo corto, con su inconfundible bigote y voz sonora, marcó para bien la vida de mi familia, y se daba lujos como ese increíble crucero. En ese tiempo frecuentaba New York City y se distinguió por sus novias o amigas. Un tipo espectacular, un genio total, un grande para siempre.

LOS RECUERDOS DEL GENIAL TÍO

1979
Chocolate Suchard
Cada vez me deleitaba más con las golosinas, entre ellas el chocolate. Un nublado y frío domingo a la mañana mi tío Omar me regaló uno mediano de esta afamada marca que comí en la puerta de casa.

El tío en el Autódromo

Una de las grandes vivencias de estos primeros tiempos, aunque no las recuerdo tanto en este 79. Pero ya en este año iba con mi familia casi todas las tardes de domingo al autódromo Oscar Alfredo Gálvez a ver a mi tío correr (y casi siempre ganar) con su Kawasaki las carreras de motos del campeonato nacional. Y luego comentaba en el San Antonio cómo le había ido.

1980
Departamento El Atlántico (Pinamar)
Uno de los más hermosos lugares que cobijaron mis veranos en Pinamar y donde comenzó mi historia en esa pintoresca ciudad. Ese espectacular edificio estaba sobre la larga avenida Libertador, en una vereda blanca con preciosos canteros con flores en su entrada. Allí había puertas de vidrio y modernos pasillos y escaleras que llevaban a aquel tercer piso propiedad de mi tío, pequeño pero coqueto, con un living comedor, un balcón y un par de habitaciones. Era un lujo para la vista mirar por las ventanas abajo, hacia el enorme parque que rodeaba al departamentto, donde había autos estacionados.

Con la Yamaha del tío
El otro memorable del verano 80. Una soleada y calurosa tarde manejé la potente moto Yamaha negra por una de las empinadas subidas de asfalto, secundado por mi tío que me ayudaba.

Patineta azul
Me la regaló mi tío, que solía hacerme varios obsequios lindos como éste. Con la patineta azul con rueditas naranjas anduve por la vereda de la escuela 18 y hasta por ATC. Al principio me costó mucho, después aprendí y la disfruté algunos años.

La camioneta Tonka
La hermosa camioneta grande que también me trajo mi tío y con la que jugaba en el canterito redondo de la entrada de casa.

Revista Corsa
La superprestigiosa revista de autos que al parecer la lela compraba para ver a mi tío que salía a veces en ella.

El tío en el Autódromo
Un recuerdo que me alegra y me emociona del inolvidable tío, que muchos domingos a la tarde íbamos a ver allá al Autódromo correr y casi siempre ganar con la ‘’Kawa’’ las carreras del campeonato nacional; cuando ganaba era por amplio margen. Ahí anduve en los boxes, tomando alguna Coca Cola y viendo a los distintos equipos. Y a él, que a veces, y vestido de piloto con el buzo lleno de auspiciantes, charlaba con nosotros allí antes de la carrera. Después lo revivía en la Corsa en la casa de la lela; me acuerdo de Salatino, García y otros ases del motociclismo, una pasión histórica en mi familia gracias al tío y sus éxitos. Todos los recuerdos que forman un único pero imborrable y emotivo para guardar para siempre.

Pasando los cambios
Otra más del tío. Así como me hizo manejar la moto en Pinamar, una noche que volvíamos a casa y él conducía me enseñó a pasar los cambios con una antigua palanca al volante. Él los pasaba y me iba diciendo cuáles eran; cuando llegaba a cuarta, decía “cuartirolo”. Un genio.

1 de enero de 1981: en el delta del tío
El comienzo del gran 81 fue la segunda fiesta navideña que registro, en aquella preciosa casita del tío en el delta del Tigre. Allí pasamos un lindo día de Año Nuevo que se prolongó hasta la bella noche, cuando vi en TV Argentina-Alemania del Mundialito de Montevideo.

Departamento El Atlántico (Pinamar)
yo recuerdo de ese verano 81 sobre todo cuando veía al tío que salía por ahí con su potente moto.

Crayones
Un inconfundible recuerdo del año. Otro de los mil regalos de mi tío, que me los trajo de Estados Unidos. Así cambié los marcadores por éstos y pintaba con ellos. Lo único malo era cuando se partían; eran fáciles de romperse porque eran de cera. Pero fue muy lindo pintar así.

Visitas de mis abuelos y del tío
Un clásico de la década. Así como yo iba a su casa, la lela venía muchos domingos al mediodía en el viejo Peugeot 404 taxi del lelo y almorzaba con nosotros. Pero algunas veces también venía el tío en su potente y supermoderna Kawasaki negra, de la que me gustaba mirar sus botones y comandos.

Viajes en lancha
Muchos soleados fines de semana hacíamos con mi familia aquellos espectaculares viajes en la lancha de mi tío hacia su casa del Tigre. Yo, como a todas sus aventuras, le tenía bastante miedo: la lancha daba saltos y saltos por el río mientras iba a gran velocidad y debía agarrarme fuerte de una soga atada al vidrio. Pero era un paseo divertido.

Casa del tío (tire)
En un lugar paradisíaco, rodeada de frondosa arboleda, estaba la casita que visitábamos cuando íbamos allí. Aparte de mucho pasto, tenía una planta y una especie de quincho afuera, sobre unos pilotes sobre el río, y una escalera al costado que se hundía en el agua. Allí, además de Año Nuevo, recuerdo un almuerzo de domingo soleado y una tarde jugando a la pelota.

Crucero del tío
Y para cerrar los recuerdos del protagonista por excelencia del año, en septiembre nos llevó a todos a una vuelta en un majestuoso barco por el Tigre. Un viaje al que yo también le tenía pánico; incluso cuando me avisaron al mediodía, me puse a llorar. Mi tío me consoló: ‘’Pero es lindo el crucero, es como el Crucero del Amor...’’, recordando esa serie televisiva de moda entonces.
Y fuimos en su BMW negro, que manejó muy rápido (como todos los vehículos suyos) y subimos al crucero, que contaba con todos los lujos imaginables: un par de pisos, camarotes con lindas camas y almohadas con motivos ‘’marineros’’, cocina y comedor con TV, donde comimos a la noche. Y en su gran cubierta yo jugaba y estábamos al aire libre tomando sol o simplemente sentados viendo el paisaje, como cuando vi el atardecer mientras tomaba un vaso de Pindapoy. Así pasamos casi un día entero de placer en una excursión inolvidable.

UNA ANÉCDOTA

DESCUBIERTO EN LA DUCHA. Aunque parezca mentira, la única que tengo del tío. Estaba yo en lo de la lela bañándome en aquel lujoso baño, con el duchador y todo. De pronto, la lela entró para preguntarme si necesitaba algo; yo estaba obviamente desnudo, de pie y enchastrado de espuma de jabón. Entonces apareció el tío, me vio y con ironía acotó: ‘’Je, PARADO COMO EL PADRINO...’’. Un genio...

Así pasé esos ocho años de felicidad. Y aunque sean pocos, los recuerdos con él son valiossos y quiero guardarlos en esta habitación llamada Así Es La Vida. Le agradezco, como lo hice con mi mamá, por todos los momentos de alegría y luz que me brindó y que recordaré por siempre. !Viva el tío!













sábado, 9 de mayo de 2015

!FELIZ CUMPLEAÑOS, MAMÁ!




Sé que no está físicamente, pero igual la siento caminar a mi alrededor, hablarme, sonreírme, mimarme, hasta retarme, preguntarme qué estoy haciendo. Es en estos cinco años que está en el cielo la misma que siempre fue en sus casi 69 años en la tierra, aunque claro yo no estoy enterado de cómo vive allí, pero estoy seguro que está ampliamente contenta, como quería acá. Un día como hoy, 9 de mayo de 1941, mamá Anita (Ana Luján Camerucci) venía a este mundo, otro por aquel entonces seguramente.

Pensé estos días qué homenaje hacerle, uno es mi cuenta de mail o cualquier otra, otro es el tema que le compuse en 2010 y que adjunto, otro el dedicarle todas las cosas que hago, ya que ella estaba (está) en cada una de mis acciones. Otro, como ustedes saben, es este blog, que toma una frase suya, una de las tantas hermosas que tenía. Pensé qué escribir de mamá para su cumpleaños 74, no alcanza una entrada, creo que tampoco un blog. Pensé hoy a la mañana qué hacer, mientras fui a cortarme el pelo a mi Carapachay natal, donde ella me trajo un 2 de abril de 1973 a las siete y media de la tarde con mucho esfuerzo y un problema de salud encima. Pensé en una biografía, un perfil tal vez, eso podría ser. Lo poco que sé de su vida antes de conocerla, que hacía las tareas del hogar a los 9 años, que mi abuela la llevaba a estudiar danzas y a canales de TV a presentarse, que conoció a mi papá a los 19 años, que enseguida se casaron y tuvieron a mis hermanos mientras ella ya daba clases de danzas en el estudio que teníamos en casa, una casa que ella misma ayudó a construir, la gloriosa eternamente Ramón Castro 5761. Que luego dejó a comienzos de los 80 para dedicar su amor a su familia, entre ellos yo, a quien mimaba más algunas veces por ser el más chico, a quien le estaba atenta todo el tiempo en todo, a quien educó y amó de forma ejemplar, haciendo con sus virtudes que yo sea el que soy en mi parte buena. Que a fines de los 90 empezó a ayudar en el negocio de ropa de papá y luego en el mismo pero en otro lugar, que cambió de su nativa religión católica a la cristiana evangélica en los 90, igual que cambió de casa varias veces y que sus últimos años, como toda su vida, los vivió intensamente y feliz como cuando se daba todos los gustos.



Podría escribir de todo sobre mi mamá, una MADRE con todas las letras. Creo que está resumido en la canción que le compuse en 2010 y que aquí pego, o en esa cara bonita, serena, dulce de la foto, con mi perra Samanta a quien le daba casi la misma ternura que a su familia. De sus grandiosas dotes para la cocina, de sus exquisitos gustos con la comida o la música con Roberto Carlos, a quien ella dice saludó en su presentación en 1987 en San Isidro, de sus tejidos vespertinos en casa, de que hacía compras y compras de todo tipo, de sus charlas con gente en la vereda, de su alegría y sonrisa permanente, de su simpleza y practicidad para todo. Podría también hablar de sus enojos, sus errores, sus defectos, pero eso mejor no, porque era una parte chiquita de ella.

Pero preferí y prefiero escribir lo que sentí y siento (porque siempre hay que hablar en tiempo presente) de ella, como en el comienzo. Lo que me sale del alma, como cuando hago otras entradas del blog o como cuando hago una nota. Por eso, por supuesto con la melancolía del caso pero intentando que sea mucho más con la alegría que siempre nos transmitió, le regalo estas palabras, esta nota que por ahí la hace más famosa de lo que ya es para nosotros. Le agradezco no sólo por darme la vida y dar la vida por mí y su familia, sino sobre todo por transmitirme sus valores corporales y espirituales. Porque yo siento que en muchas cosas soy un reflejo de ella, siempre hablando de mi parte buena. Y tal vez también de la mala, porque tengo un carácter a veces complicado como a ella le pasaba, porque tengo algunos defectos similares a los suyos. Pero por sobre todo siento que desde que partió a su nueva casa en el cielo, se encarnó en mí o se hizo presente en todo momento y lugar, en mis alegrías y tristezas posteriores, tal cual un ángel que viene y te dice lo que tenés que hacer. El famoso ángel que Dios nos mandó a todos para marcarnos el camino. Sobre todo le estoy agradecido porque me enseñó de la vida y yo creo haber aprendido y puesto en práctica sus enseñanzas. Estoy feliz porque salvo momentos de inmadurez mía entendible de mi edad en su momento, siempre la amé en vida, no sólo ahora que escribo este homenaje, cuando la amo y valoro mucho más. Sí que me gustaría tenerla todavía, me hace falta su amor, su dulzura, su comprensión, no lo digo por papá que también se parece a ella. Pero algún día tenía que estar en un mundo mucho mejor. Y como desde allí también me transmite todo aquello, se podría decir que no me falta aunque me falte físicamente. Como excelente madre que fue y es, mamá Anita se merece este humilde regalo de cumpleaños que le hago desde mi alma para su alma, su parte más linda además de la física. Ojalá lo reciba y disfrute, desde dondequiera que esté.

domingo, 3 de mayo de 2015

UN DOMINGO DE BOCA-RIVER CON PAPÁ

El domingo 3 de mayo de 2015 amaneció soleado pero muy frío, como estaba pronosticado, sobre Buenos Aires. En una casa de la zona Norte de la ciudad, papá Rafael y yo despertamos, cada uno con su hora, cada uno con su régimen de sueño, y nos pusimos a charlar como solemos hacerlo de cama a cama. Yo, en la mía de toda la vida, la que acuna sueños desde hace más de 30 años, bien tapado con dos frazadas; él, con la suya que quedó de mi abuelo, con una colcha y una manta. Y hablamos de todo, entre los temas, claro, el superclásico Boca-River que esa tarde se jugaría en la Bombonera. Una vez más, como desde los 5 años cuando él me hizo hincha, vivimos con pasión y amor por nuestro Boca amado. Después de darme a tomar mate como siempre le pido ("quiero mate") y otras cosas, me pidió que le pusiera en la computadora los temas árabes que le gustan. Y aunque hacía frío y aún yo tenía sueño, me levanté con el frío y fui a la máquina; como no los recordaba, entonces me pidió Chiquitita de ABBA, como aquellas lindas mañanas de mi infancia. Se la puse en español, pero él prefirió en inglés y se deleitó una vez más con el precioso tema, igual que después cuando le hice escuchar Spending My Time de Roxette y otros más que se reproducían automáticamente desde la PC del gran dúo sueco.

Más tarde, como a las 10 y algo, nos levantamos y luego de que yo tomara mi desayuno, planeamos adónde ir ya que a pesar del frío el sol dominaba el día. Y nos fuimos al almacén chino a hacer unas compras, caminando bajo el sol en una mañana agradable pero muy ventosa. Me dejó afuera esperando, compró algunas cosas y luego volvimos a casa; yo le dije que quería caminar un rato más, pero él no quería por el frío y su resfrío surgiente a sus casi 82 años. Me conformé y luego estuve un rato en Internet, mientras él preparaba el almuerzo con la TV y la previa del superclásico de fondo. Luego de lamentarse de no haber comprado papas fritas para el vermú, me llamó a comer y con TN Deportivo comimos unos ricos ravioles con salsa, que no sé si ya venían o él me puso aunque sabe que no me gusta. Pero comí muy bien. Y como siempre él se fue a acostar su siesta vespertina, mientras yo volvía a meter mis energías en la computadora, pero no el superclásico sino otras cosas. Luego yo también me fui a acostar pero escuchando la previa y los partidos que se jugaban previamente.

Se hicieron las 5 de la tarde, el partido era a las 6 y cuarto, y tras volver a darme mate y charlar, papá resolvió levantarse e ir a ver el partido previo (Banfield-Independiente, 1-1) al living, contiguo a la pieza, en el bonito TV color comprado el año pasado, por el legendario Canal 7, actual TV Pública. Yo lo seguía por radio (La Red), un poco por mi vista y otro por la nostalgia de aquellos años de fútbol por radio. La transmisión de la misma, desde el veinteañero radiograbador Philips, llegaba segundos antes que la de la tele, esas cosas de la tecnología de este siglo XXI, con lo que yo sabía antes qué pasaría con cada jugada. (Papá siempre me pide que no le diga nada o no grite un gol antes, pero a veces no me puedo contener.) Terminó aquel encuentro y mientras Tigre le iba ganando a Nueva Chicago (final 2 a 0) nos dispusimos cada uno desde su ubicación para el gran encuentro, como lo hacíamos en mi casa natal de Carapachay (zona Norte de Buenos Aires) en los 70, 80 y 90, o en las distintas casas donde vivimos después en los 2000 y 2010.

Ya se había ido el sol radiante, ya era atardecer en pleno otoño cuando comenzó el superclásico. Boca arrancó mejor con varias posibilidades de gol (como una en el palo de Osvaldo) y papá y yo lo palpitábamos, como aquel "peligro de gol" del glorioso José María Muñoz. River tuvo una chance de Sánchez que pegó en el travesaño y el viejo puteaba, igual que cuando avanzaba nuestro eterno rival, yo no tanto, me lo tomaba con calma aunque lo sufría también. Terminó el primer tiempo 0 a 0, un poco aburrido al final, y mientras yo le recordaba qé decía al final de un primer tiempo ("caramelos, chupetines y chocolates...") él se fue a la cocina y yo al baño, volviendo rápido para instalarnos en nuestras posiciones, como se dice vulgarmente para la cábala, y ver si nuestro Boca podría ganar el primero de los tres clásicos (los otros dos vendrían por la Copa Libertadores de América, nada menos) en el segundo tiempo.

Pero ya entrada la noche, con el calorcito de la estufa, nos aburríamos porque no pasaba nada de ninguno de los dos lados. Papá esbozaba algún que otro comentario, exigente como siempre con los jugadores. En cambio yo, con mi alma de periodista que soy, lo tomaba más fríamente y casi que pensaba qué haría el lunes, mientras lo seguía por la radio acostado. Igual me lamentaba: "¿Esto no terminará 0 a 0, no?", entre la incertidumbre y la bronca. De pronto me acordé de la gloriosa Radio Rivadavia del Gordo Muñoz y cambié de la supermoderna La Red a Rivadavia. Y se vinieron los cambios como el de Fernando Gago y Cristian Pavón en los xeneizes, con los que teníamos esperanzas de ganar; yo desde ahí lo analizaba y le decía a papá qué podría pasar, lo mismo que con los que hizo River. Faltaban pocos minutos, yo pensaba y le comentaba: "esto va derecho al empate 0 a 0". Él estaba de acuerdo, ya medio que nos resignábamos.

Pero la noche del domingo tenía una gran sorpresa para los boquenses de alma, entre ellos nosotros dos. Atacó Boca a los 83 minutos y como la radio llegaba antes, como ya expliqué, lo palpité y me esperancé con un gol. Y cuando Pavón definió luego de un centro y convirtió el 1 a 0, lo grité con toda la fuerza de mi garganta y de mi alma. Obviamente, papá no llegó a tiempo a hacerlo conmigo a dúo, pero lo disfrutó por la TV y me dijo el autor, que yo creí que era otro. Y ni hablar cuando tres minutos después vino un contraataque y Pablo Pérez hizo el segundo. Volví a gritar como loco haciéndole lío a la garganta y a papá que llegó a destiempo, pero no me importaba nada, salvo que otra vez él me dijo quién fue el autor. Él feliz de la vida en su sillón, yo parado cargando a nuestros "primos", como los solemos llamar. El cambio de radio trajo suerte y Boca se llevó el superclásico por 2 a 0.

Y más adelante, los comentarios, las entrevistas, todo un poco por radio y otro acercándome a la tele. Se hizo la hora de cenar, comimos la pizza de siempre algo desarmada (papá protestaba como siempre "no sé qué le pasó, se desarmó de vuelta"), pero los dos comentábamos las incidencias del triunfo refelices mientras cenábamos. Luego él a seguir viendo TV y yo a mi pieza, primero a escribir en mi computadora esta crónica y publicarla (justo tras las anteriores dos) y a escuchar el programa Pintado de Azul y Oro, el partidario de Boca donde quise trabajar el año pasado. Disfruté todo lo que allí se decía y me quedé dormido, despertándome con el final de la sección Los Olvidados de Siempre que me encanta, donde se rescatan historias de viejas glorias del club, por lo que no supe quién era. Y con el final, apagué la radio y me fui a dormir definitivamente. Así pasó otro domingo en mi vida, del frío amanecer a la noche de Boca, el del cumpleaños de mi maestra
jardinera Susana, el de la pizza desarmada pero triunfal, como vienen siendo nuestros últimos años. Pero todo con un denominador común: un domingo con papá Rafael, otro superclásico de mi vida.

martes, 3 de marzo de 2015

MAMÁ ANITA: CINCO AÑOS DE LA LEYENDA



Hola de nuevo a todos. Hoy 3 de marzo de 2015 se cumplen 5 años de que mi mammá Anita pasó al cielo. Y desde entonces, claro que se convirtió en una leyenda. La hacedora de este humilde blog me (nos) dejó un montón de enseñanzas, alegría, amor, contención, valores y mucho más. Y a mí en particular, 37 años de amor. Y por suerte, salvo ese día, fue tanta su alegría que siempre la recuerdo con una sonrisa. !Viva mamá para siempre!