En mis primeros años, mi amada casa natal de la calle Ramón Castro, en el corazón de mi Carapachay, era muy modesta y totalmente distinto a lo que fue después, sobre todo en la distribución. Se caracterizaba por el majestuoso salón de danzas donde mamá daba clases, ubicado en la parte alta y al que se llegaba tras subir una escalera verde de cemento que se cortaba en ángulo recto y estaba pegada al comienzo del corredor.
Y nosotros vivíamos en la planta baja, donde los ambientes eran pequeños. La cocina se convertía en comedor los mediodías de semana, gracias a una mesita rectangular blanca pegada a la pared. A la izquierda estaba la habitación de mis padres y, a la derecha, lo que luego fue el comedor era la mía y de mis hermanos con las tres camas que configuraron una rareza. El living secundario era el lugar de la cena, con una lámpara grande que iluminaba aquella vieja mesa marrón redonda y, en la esquina izquierda, una TV blanca y negra propia de la época.
El patio tenía piso de cemento con líneas de piedritas y el lindo jardín con aquel cactus, y estaba el antiguo lavadero de azulejos amarillos y el inolvidable quincho. Adelante había un solo garage, ya que el otro era un patio con un banco de cemento y un canterito detrás con pasto y flores. Al lado de ése estaba el cantero redondo de cerámica y el garage de techo rojizo y columnas de fierro verde. La casa no tenía rejas, las que se fueron poniendo con el tiempo.
Bienvenidos a Así Es La Vida, un blog de todo un poco, una charla con un amigo, sin tiempo ni espacio, sin intereses, sin estructuras. El caminar de un ciudadano por la vida. Dedicado a mi madre Anita.
viernes, 13 de diciembre de 2019
HACERSE EL TONTO, CLAVE CONTRA LAS AGRESIONES
En consonancia con lo que escribo más abajo, hay otro gran problema que tiene otra solución. Todos sufrimos la agresión espiritual, sea que la propinamos o que nos la propinan. En el primer caso, bueno, es fácil, revisemos nuestra conciencia y cambiemos nuestra actitud, depende de nosotros, está en nuestras manos. Pero ¿qué hacemos cuando somos agredidos? Aún sin motivo aparente recibimos mal trato de gente, amigos, profesionales. Pues bien, no responder. O responder con lo mismo de siempre. En una palabra, aquí no pasó nada, me ahgo el tonto, te doy la mano. Y, ojo, me voy de vos, no tengo interés en seguir con vos, me hiciste mal. Ahora, si te encuentro, te saludo normal, todo bárbaro, todo bien. Lo que según tengo entendido en psicología se le llama "cierre interno". No quiero decir, por favor, que hay que ser falso, que hay que devolver mal por mal, no, de ninguna manera. Pero sí que el golpe, la agresión, sea del tenor que sea, nos roce apenas. O nos pegue pero no duela. Que no sea la noticia principal de nuestro día. Así no nos "colgaremos" con la agresión, y evitaremos muchos males mayores. Eso y el aquí y ahora citado en la entrada anterior evitan muchos problemas, morales y hasta físicos. Evitan la famosa mala sangre, la rabieta, el veneno interno. En lugar de eso, el "zafar" como decía mamá Anita es buenísimo. Para ellos, aunque no lo sepan, y para nosotros.
AQUÍ Y AHORA, CLAVE CONTRA LA ANSIEDAD
Un real problema, también enfermedad en casos, de esta vida ultramoderna y alocada es la ansiedad, por la que han aumentado las consultas a profesionales. Eso y las medicaciones están perfecto, ayudan a combatirla. Pero antes que eso, dicen especialistas consultados por Así Es La Vida, es el estilo de vida, cómo cada uno la lleva, cómo se la toma. Dentro de eso, el pararse en el momento presente es clave para no estar ansioso. Uno está haciendo algo y su cabeza se divide entre eso que hace y lo que hará en un futuro, que puede o no ser lejano, pero que aún no existe. Es increíble que hagamos foco en lo que aún no vivimos, pero así es como hacemos. Entonces, aquí y ahora, dos adverbios que conjugados son potencia, son la clave para no salirse de eje, para no confundirse, alocarse más de lo loca que la vida te demanda. Aquí y ahora estoy escribiendo, después no sé qué haré. Aquí y ahora, después, como el tango, qé importa del después.
martes, 10 de diciembre de 2019
MARIE FREDRIKSSON, LA VOZ ETERNAMENTE DULCE
Disfrutémosla en It Must Have Been Love:
DIARIO PUBLICA NOTICIA DE FÚTBOL ATRASADA
Quién sabe si por error, quiero creer que sí, el asunto es que este lunes leyendo el diario La Nación en su edición digital me encontré una falla demasiado notoria para considerarla error. El reconocido matutino publicó en su sección Deportes el empate 2-2 de Agropecuario Argentino y Atlanta por la Primera Nacional de fútbol, la segunda división de la AFA. Ese partido, que incluso cubrí para Tribunero.com, se jugó el 2 de Noviembre pasado. Cuando vi el tema me asusté, creí que se me había pasado la noticia sin poner en nuestra revista como muchas veces me sucede. Pero cuando abrí el enlace correspondiente, me percaté de la curiosidad. Fe de erratas, que le llaman. Pero atrasada.
CENA DE LUJO CON ESTHER SORIANO
El sábado por la noche viví un momento muy gratificante y honroso al encontrarme y cenar con Esther Soriano, madre de Erica, de quien es público cuál fue su destino. En su casa de Villa Adelina, donde funciona Radio Capa a la que yo voy cada tanto para cantar y demás, la alegre y reflexiva mujer me convidó con una rica cena que prepgaró y, sobre todo, con charla muy agradable e interesante, llena de pensamientos que dejan que meditar. Pero también hubo tiempo para que escuchara un CD de mis mejores temas (entre ellos su preferido Amanece), un buen helado obsequio mío y otros temas muy amenos. Culta, inteligente, pero sobre todo con una alegría inesperadamente profunda, Esther me recibió con enorme cariño como siempre hace cuando voy a la radio, pero esta vez mejor porque pasamos una noche de encuentro. Una cena, una noche de sábado, un verdadero lujo.
viernes, 6 de diciembre de 2019
HISTORIAS DE INFANCIA: TALLER DE LA RIBERA
Un grandioso recuerdo de 1983, uno de mis mejores años de infancia, el de mis 10. El taller de dibujo y pintura ubicado en Olivos pegado al río, con ventanales que permitían verlo. Empecé a medio año, una tarde tras comer en la inolvidable parrilla San Lorenzo, e iba todos los sábados a las 3 y media vestido con una camisa vieja sobre la ropa para no ensuciarme. Y allí, instruido por los divinos Germán e Irene, dibujaba y pintaba en hojas grandes contra una pared; me encantaban los variados colores de las paletas. También hice trabajos con plastilina y aquellos con papel de diario y engrudo, que no soportaba porque el pegamento ensuciaba y me daba dolor de cabeza. Así la pasaba muy bien hasta las 5 y media cuando me venían a buscar, y luego recorría esa lujosa zona.
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