Esta época especialmente maldita de coronavirus en Argentina y el mundo nos tiene a maltraer según pasa la cuarentena, término al que estábamos acostumbrados sólo por gripe o maternidad. El 99 por ciento, por no decir el 100 de nosotros, estamos rebeldes, molestos, impacientes, hartos, todo. Queremos vida normal. Y como la vida normal está por ahora lejos, tenemos que vivirla de otra forma. ¿Cómo? Sin ser psicólogo ni nada, escribo lo que pienso y siento. Hay que, como tantas circunstancias de la vida (si lo sabré) acomodarse a lo que nos toca. Acomodar nuestro "lo que queríamos" a un actual "lo que se puede". Porque hay se puede, hay, como se dice ahora, plan B. Obvio que no es buena esta vida restringida, pero peor es rebelarse y hacerse mala sangre en cualquiera de sus formas, reventándose la mente y el espíritu contra la pared. Vivamos la vida, como quiera que se presente. Porque a todos, repito, nos toca acomodarnos en algún momento por algún motivo. A veces lo hacemos más rápido, otras veces tardamos, otras no queremos o podemos. Vivamos con lo que tenemos. Es así, muy pero muy cierto, hay que ser feliz con lo que se tiene. Que me parece es más que toda esta miseria.