Vuelvo con planteos de amistades, moral, actitudes y otras yerbas. Y eso es porque este mundo sigue con sus promesas no cumplidas y sus malas actitudes de omisión. Si bien ya creo haberlo expuesto, no viene nada mal que hinche un poco con esto, porque parece que esa actitud de la promesa incumplida es una bandera (como muchas otras) de esta sociedad.
Muchos se atajan, hasta con cobardía, frente al tema, o te quieren pasar la pelota como que uno tiene la culpa (sí, encima, uno tiene la culpa). Y lo cierto es que uno reacciona ante estas cosas. Es muy feo, hasta irresponsable, jugar con los sentimientos de los demás, sea con trabajo, amigos, visitas, hasta con una posible pareja. Gente que se dice tu amigo te ilusiona, vaya a saber con qué fin o qué miércoles tienen en la cabecita, y luego no te cumple ni por asomo. Y peor, luego viene el rosario de excusas. Y peor, cuando uno reclama se te enojan, ellos, que son los responsables de la mala actitud. Entonces uno se enoja con esa persona, entran a discutir y pueden terminar mal. Y, también, pasa que cuando uno corta porque la situación lo irrita, el otro se victimiza y quiere venir a uno con carita de dulce, cuando en realidad luego te hace lo mismo.
Es decir, una cadena de patinadas que explica por qué la gente está tan separada, por qué cuesta vincularse. Cómo no si esa gente, que bien se puede catalogar de al menos falsa, promueve en uno una bronca que, según el carácter, puede hacerle más o menos mal. En mi caso personal, yo, autor de este humilde medio, estoy harto de toda esa cadena. Si prometés cumplí, si no no prometas nada, y si no pudiste cumplir, no vengas con excusas, decí la verdad que no me voy a ofender. No te cuesta nada decir la verdad. Pero eso de esconder, trampear, engañar, jugar con el otro, con el CORAZÓN del otro, es muy feo. Es tan feo como cualquier otra miseria que los seres humanos tenemos. Atentos con esto, porque es un estúpido código que mucha gente maneja, pero que no está bien. Tengámoslo en cuenta, porque no son las ilusiones las que conservan la amistad, sino las cuentas claras. Repito, las cuentas claras.
Verdaderamente no se debe jugar con los sentimientos de los otros, pero infelizmente vivimos en un mundo vendehumo, o más bien, en una sociedad, vendehumo. La palabra y el respeto por el otro no valen nada.
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