miércoles, 10 de agosto de 2016

DIARIO OLÍMPICO: EL FÚTBOL AFUERA, UNA VERGÜENZA MÁS

Se puede escribir de muchas cuestiones, organizativas, el famoso encordio previo, la casi no presencia, que hubiera acarreado una sanción del Comité Olímpico. Se puede también echar la culpa a la falta tremenda de definición en los tres partidos. O al penal errado en el segundo tiempo. En realidad, el fútbol argentino acaba de agregar otra vergüenza más a su insoportable colección, ya que el Sub 23, un milagro de Dios, no pudo pasar la primera ronda al empatar 1-1 con Honduras (sí, con Honduras) y por diferencia de un gol, se va de estos Juegos de Río 2016.
Y esta nueva humillación no es casualidad, sino causalidad. De muchas variables que rodean a nuestro empobrecido balompié. Pero también de aquellas que surgen de adentro de un equipo. Cómo entender que, con Angel Correa, Calleri, Gio Simeone, Espinoza, Pavón se le gane con susto a Argelia y no se pueda vencer a Honduras, con quien casi se pierde. Cómo explicar a quienes no saben tanto del tema que Correa, un gran jugador, desvíe un penal, un tiro desde 11 metros. Cómo justificar los errores defensivos, de creación, hasta los del arquero, aunque Rulli con sus sacadas redondeó un buen torneo. Cómo entender, por más que duela, que Argentina se arrodilló ante un tal Honduras.

El desarrollo del encuentro fue lógico: la albiceleste yendo como loco por el primer gol, dejando huecos del medio hacia atrás que los Catrachos estuvieron varias veces por aprovechar. Como que Ellis, su mejor delantero, no alcanzó a conectar y luego Pereira desvió solo de cabeza. La Selección reaccionó, y aunque sin mucha claridad, mereció el tanto de apertura. Calleri, Giannetti y Vega no lograron empujar ante sendos tiros libres, Correa exigió a Luis López y en la mejor, el ex nueve de Boca y futuro del West Ham inglés erró solo en el punto del penal un pase atrás.

Pero cuando los hondureños ganaban la pelota y salían rápido, llegaban con pasmosa facilidad. Así Lozano, otro de sus buenos valores, cabeceó al lado del palo y Rulli sacó un mano a mano a Ellis y otro a Lozano. Argentina caminaba por la cornisa, y en el descuento del primer tiempo, el arquero pareció hacerle penal a Ellis que el español Mateu Lahoz cobró. Pero el de la Real Sociedad se redimió y le atajó el tiro a Bryan Acosta.
Fue el primer capítulo de una novela dramática, inesperada. El Sub 23 salió con todo al reinicio y Pavón, de buen complemento, lo perdió por poco. Y la presión, aunque desordenada, dio sus frutos a los 9, cuando Calleri fue empujado por Pereira. Pero Angel Correa fue incapaz de enviar la pelota adentro del arco, arrojándola al costado del poste.

Otra vez a remar, cada vez con más nervios, inseguridad, locura. Lo tuvo Soto lejos, lo tuvo Calleri que no pudo eludir a López. Pero como en todo el partido, el desorden fue para Honduras, que con avances profundos llegó con peligro. Y en una de esas llegadas, fue Giannetti que le cometió penal a Ellis, esta vez sin dudas. Y esta vez, Lozano definió para un gol histórico para los centroamericanos.

Ni Simeone ni Espinoza desde el banco torcieron lo irreversilbe. Un mal desempeño general, por más chances y falta de puntería que se haya tenido, castigaron a este pobre conjunto argentino. Y cada avance rival era medio gol por la total liviandad defensiva. Lozano dos veces y Ellis en el palo desperdiciaron un 2-0 de estruendo. Al fin, un tiro libre de Mauricio Martínez en el 90 más 2 le dio una ilusión casi de risa a un equipo que ya no tenía con qué ganar, salvo esos golpes del fútbol que siempre suceden.

Pero los milagros no se dan siempre. Esta participación ya lo había sido, muestra de un fútbol nacional que sigue dando que hablar, pero por su vergüenza a todo nivel, no por ganar y ganar como antaño. No se puede superar a Honduras, por más interesante que éste sea. No se puede llegar a los cuatro mejores de los Juegos Olímpicos. Claro, si no se pudo obtener un Mundial y dos Copas América, esto es mucho pretender. Cuando aún no digerimos la derrota de la Copa Centenario, por qué no aún de Brasil 2014, volvemos a padecer otra humillación. Los brasileños, insoportables y exacerbados nacionalistas, agradecidos y burlándose en el final con su “e-li-minados” que atronó en el Mané Garrincha, aunque no deberían reír mucho ya que ellos también están al borde del papelón. En cuanto a Argentina, el fútbol otra vez dio vergüenza. Mucha vergüenza. Y, lo peor, a los ojos del mundo.

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