Extraído de canchallena.com, La Nación
Por Alejandro Gangui (*)
Mañana, último día de los Juegos Olímpicos, se corre en Río de Janeiro el maratón masculino, quizá una de las pruebas más duras que deben enfrentar los
atletas. ¿Por qué una carrera tan larga? ¿Por qué ese nombre? ¿Es casualidad que este día caiga poco después de la luna llena?
Hacia el año 490 a.C. una serie de conflictos bélicos enfrentaron a los antiguos pueblos de Grecia y de Persia. Este último tenía su capital en la ciudad
de Babilonia (hoy ubicada en la actual Irak) y era uno de los imperios más extensos e importantes del mundo antiguo.
Ese mismo año el poderoso rey Darío de Persia envió sus tropas hacia Grecia con la orden de conquistar la ciudad de Atenas y hacer esclavos a sus habitantes.
Y más de 20 mil soldados acompañados de la caballería descendieron de sus barcos en la llanura de Maratón.
Los generales griegos de inmediato alistaron unos 10 mil hombres para frenar el avance del enemigo y, a mismo tiempo, enviaron a Fidípides, un corredor
de larga distancia, hacia Esparta en busca de ayuda.
Entre las ciudades de Atenas y de Esparta hay unos 240km, distancia que el mensajero cubrió en algo más de un día de carrera. Pero al llegar descubrió con
sorpresa que los espartanos estaban celebrando las Cárneas, una fiesta religiosa en honor al dios Apolo entre los días 7 y 15 de su mes lunar. Y durante
ese período toda contienda bélica quedaba prohibida.
Quizá hoy nos resulte poco familiar, pero en aquella época los meses se regían por la luna y cada mes comenzaba con la luna nueva. Como el ciclo completo
de las fases lunares es de unos 29 días y medio, el día 15 correspondía a la luna llena. Ahora bien, Fidípides llegó antes de esa fecha y, a pesar de que
los espartanos realmente deseaban ayudar a su pueblo, solo podrían movilizarse unos días más tarde.
Los griegos debieron entonces enfrentar a los persas sin ayuda, pero igual lograron vencerlos en la célebre batalla de Maratón. Los persas se vieron forzados
a volver a sus barcos y marcharse, pero en lugar de regresar a casa, pusieron rumbo a Atenas, amenazando nuevamente a los griegos, cuya ciudad capital
había quedado sin tropas para defenderse.
Los generales griegos, ante esta nueva amenaza, enviaron a un mensajero para advertir del peligro inminente a los habitantes de Atenas. No sabemos si fue
el mismo Fidípides u otro corredor profesional como él. Lo cierto es que, según cuenta la leyenda, mientras los barcos persas daban toda la vuelta a la
península Ática, el mensajero corrió sin descanso, pese a haber combatido ese mismo día, y logró cubrir los aproximadamente 42km que separan Maratón de
Atenas antes de que llegara el enemigo.
Una vez frente al magistrado de la ciudad, informó que habían derrotado a los persas pero que estos habían vuelto al acecho. Y no pudo decir más: agotado
por el esfuerzo, el mensajero simplemente cayó muerto. La ciudad de Atenas pudo así ponerse a la defensiva. Poco después, las tropas griegas regresaron
a casa y los invasores debieron retirarse.
¿Y los soldados de Esparta? Llegaron, sí, pero un día tarde. Influenciados por la luna, demoraron su partida y al arribar a Maratón ya todo había terminado.
De no ser por su fiesta religiosa y por su particular calendario lunar, quizá hubiesen podido acudir en ayuda antes.
Y quizá, quien sabe, no hubiese hecho falta un mensajero que corriera esos 42km y cayera muerto al llegar a Atenas. Pero los espartanos tuvieron que esperar
que pasara la luna llena. ¿Podemos imaginar que fue la luna el objeto celeste que dio origen a la competencia de hoy?
(*) El autor es investigador del Instituto de Astronomía Física del Espacio (Conicet/UBA) y autor de Entre la pluma y el cielo: Ensayos e historias sobre
los astros (FCE, 2016).
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