Este diálogo y pelea se escucha mucho en nuestra sociedad. "Vos tenés que hacer tal cosa", dice uno. "No, no estoy de acuerdo, yo prefiero hacer tal otra", responde el otro. "Bueno, está bien, hacé lo que quieras, qué querés que te diga", suele contestar el primero de fastidio injustificado. Pasa que por querer ayudar nos equivocamos. Confundimos ayuda con imposición, vos tenés que hacer. Y el consejo tiene su tiempo y forma. Hay que dar consejo sólo si nos piden, si es necesario. Tenemos que tener el tacto para ver lo que el otro necesita, no imponérselo y manejarlo como una marioneta. Porque en lugar de la humildad que se precisa para aconsejar, sugerir, pasamos a la soberbia del "hacé lo que yo te digo, y si no no me preguntes más", esas contestaciones histéricas muy comunes, incorrectas por cierto. Consejo es humildad, generosidad. Imponer, manejar, es soberbia, y por ende, en lugar de ayuda, es algo malo para el otro. Escuchemos, después hablemos. Se los aconsejo. Con humildad, claro.
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