Entre hoy y mañana, la ciudad de Buenos Aires y la Argentina se ven empañadas por nuevas manifestaciones de protesta y paros, que si bien se entienden por el desastre político, no están correctos. La cosa es que fíjense cómo pensaba de maduro a los 10 años mi compañero del San Antonio Alejandro Suárez sobre las medidas de fuerza.
Por aquel gran 1983, aún antes de la restitución de la democracia, la situación económica del país era mala y los paros eran moneda corriente. En uno de ellos no hubo clase, por lo que yo aproveché e invité a Alejandro a casa a pasar el día. Y le comenté: ‘’Che, qué bueno que hay paro, así no tenemos clase’’. Alejandro respondió: ‘’NO, EL PARO ES MALO PARA EL PAIS...’’.
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