Se dice que el periodismo es el "cuarto poder" por su influencia sobre las cuestiones cotidianas. No buscamos influir en la esperada resolución de la CONMEBOL sobre la frustrada final Boca-River de la Copa Libertadores en su reunión del martes, sólo poner luz y lógica con lo que debe ser justo. Porque puede, como toda justicia humana, ser incorrecta.
En otro continente, en un ámbito normal como podría ser Europa, después de las barbaridades que cometió su gente, aunque no sea su gente auténtica, River Plate debería ser sancionado duramente, con suspensión del Monumental por un año para partidos internacionales. Y más aún, con la pérdida de los puntos. Es decir que Boca Juniors debería, siempre según la lógica, ser declarado campeón y clasificado al Mundial de Clubes. Tal vez sea apresurado, probablemente no esté en la letra fría del reglamento. Pero no siempre el reglamento, tantas veces acomodado como se da la gana, debe primar, sino el sentido común.
Porque en verdad, que a Boca lo hagan jugar la final luego de semejante barbarie (que seguramente se va a repetir) es casi, casi como si se hubiera obligado al bueno de Chapecoense a disputar la Sudamericana 2016 contra Atlético Nacional de Medellín treinta días después de su tragedia aérea. El equipo de Guillermo Barros Schelotto no está preparado en este momento para afrontar una responsabilidad como ésta en este contexto. Y no tiene mucha seriedad, ni tampoco da lugar a fiesta, que se juegue un partido así tras tanta locura, como si tal cosa.
El periodismo es el cuarto poder. No para decirle a la CONMEBOL qué tiene que hacer. Sí para formar opinión y echar luz a tanta oscuridad. Después, que cada uno obre a su voluntad.
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