Bienvenidos a Así Es La Vida, un blog de todo un poco, una charla con un amigo, sin tiempo ni espacio, sin intereses, sin estructuras. El caminar de un ciudadano por la vida. Dedicado a mi madre Anita.
viernes, 9 de noviembre de 2018
2015: BOCA-RIVER LIBERTADORES, ROUND 3
Resumen de la lamentable noche del gas pimienta
En 2015, Boca y River debieron cruzar sus vidas por tercera vez en el milenio en la Copa Libertadores. Iba a ser una fiesta, más allá de la rivalidad. Pero fue otra lamentable página negra de los gigantes del fútbol argentino. Y bien negra, tanto que no se terminó de escribir.
Fue milagroso cómo los dos tuvieron que enfrentarse en los octavos de final. Porque mientras el súper Boca de Rodolfo Arruabarrena ganó sus seis partidos de grupo, el River del por entonces nuevo Marcelo Gallardo pasó ajustadísimo, por un punto y gracias a un resultado ajeno, aquel raro 5-4 de Tigres de México al Juan Aurich de Perú. Pero se sabe que en el superclásico, como pasará este sábado y el que viene, los números previos no cuentan. Por eso, aquel mayo de 2015 fueron noches de predicciones incumplidas y finales inesperados.
El 7 en el Monumental, River anuló a Boca tácticamente y le ganó sobre el cierre, a los 82 minutos, cuando un inoportuno foul de Leandro Marín sobre el "Pity" Martínez fue penal que el uruguayo Carlos Sánchez convirtió en el 1-0 importantísimo, pero no decisivo. Faltaba la vuelta y, aunque el xeneize había jugado nada que ver con su arrasadora previa, el superclásico estaba abierto. Así fue la gran expectativa en la Bombonera el 14 de mayo, cuando la gente voquense creía en la remontada de su equipo y el pase a los cuartos de final.
Sin embargo, Boca volvió a decepcionar, sin fútbol, casi sin asustar al genial arquero Barovero. Y se le fueron otros 45 minutos con un 0-0 que parecía definitivo. Pero restaba el segundo tiempo, y todo podía pasar. El uruguayo Nicolás Lodeiro se preparaba para ingresar y darle al local algo de chispa, frente a un River siempre mejor parado.
En un segundo, la fiesta, el superclásico, la noche, se vinieron abajo, se hicieron negros. Apareció otro personaje en la historia de estos grandes, pero no un Riquelme, un Palermo, un Saviola, un Nasuti. Apareció un siniestro loco, un tal Adrián "Panadero" Napolitano, a quien se le ocurrió la nefasta idea de arrojar gas pimienta por un hueco de la manga protectora camino al vestuario, que cayó sobre varios futbolistas millonarios y afectó a algunos, como Leonardo Ponzio. Un escándalo impropio de un Boca-River, que se vio en todo el mundo, arruinó todo. Porque luego de muchos minutos, deliberaciones, desacertadas entradas de los presidentes, nefastos cantos de la hinchada local, el árbitro Darío Herrera decidió suspender, demasiado tarde tal vez, el partido. Para decorar la torta, la actitud harto repudiable de los jugadores de Boca, con el arquero Agustín Orión a la cabeza, quedándose en la cancha y saludando a los responsables de los incidentes.
Pero no terminó allí, sino (como parece que es habitual ahora) en los escritorios. Encabezado por su mandatario Daniel Angelici, Boca voló a Asunción del Paraguay, sede de la CONMEBOL, a presentar su descargo y pedir lo imposible, que el encuentro continuara. La entidad dijo correctamente que no, le dio el cotejo y la llave a River. Y el equipo de Gallardo, superior a su mediocre rival, lo dejó merecidamente afuera y siguió rumbo a su tercer título continental, que conquistaría ante el Tigres que lo ayudó a pasar de ronda. No fue la mejor rrevancha para las derrotas de 2000 y 2004, pero la gente millonaria lo festejó igual.
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