Bienvenidos a Así Es La Vida, un blog de todo un poco, una charla con un amigo, sin tiempo ni espacio, sin intereses, sin estructuras. El caminar de un ciudadano por la vida. Dedicado a mi madre Anita.
martes, 3 de noviembre de 2015
ARRUABARRENA, JOVEN Y HUMILDE
El Vasco entrevistado tras el partido del título
Sin duda, en el fútbol ganan todos o pierden todos. Pero siempre hay un líder, alguien que con su voz de mando es el más responsable del éxito. En el Boca campeón 2015, ese responsable es Rodolfo Martín Arruabarrena, el ex marcador de punta izquierda en los años 90 y entrenador del campeón, sucediento a la catastrófica vuelta de Carlos Bianchi en 2013, para enderezar el rumbo del alicaído xeneize y llevarlo, tras un camino nada fácil pero muy pródigo (73 por ciento de los puntos) a su título 25 en el profesionalismo. Siendo, además, el primer técnico campeón surgido del club.
Un hombre que ya había tenido su pasado como DT pero en Nacional de Montevideo y en Tigre, claramente nada que ver con la grandeza de Boca. Por eso muy pocos creían en que su llegada podría levantar al desfallecido equipo de Bianchi, acostumbrado a perder una y otra vez y lejos de la lucha por la gloria. Pero en un caso similar al de Matías Almeyda en River en 2011, el Vasco se hizo cargo del once y le dio una identidad ofensiva y ganadora que, a pesar de los tropiezos conocidos, lo envió indiscutiblemente al campeonato tan ansiado. Además, su juventud, su humildad, su perfil bajo y su don de bien también contribuyeron a su imagen y a que los hinchas se encariñaran con él. Un hombre de las entrañas del club, con lo que eso significa, se puso la responsabilidad al hombro, la supo llevar ayudado por un excelente plantely así arribó al puerto que la gente esperaba tras 4 años de sequía: el de la victoria.
lunes, 2 de noviembre de 2015
TÉVEZ, EL GUERRERO GANADOR
Golazo de Carlitos en la Copa Argentina
Carlos Alberto Tévez, el ídolo de los últimos años de Boca, fue y es tan grande como sus condiciones futbolísticas. Un hombre que sólo este 2015 jugó en Italia, la final de la Champions europea, en la Selección con controversias y volvió a Boca para ser campeón una vez más en su riquísima carrera. Un ganador justamente en todos los lugares que pisó con su fuerza, Boca allá por los 2000 con Bianchi o el Chino Benítez, Corinthians, West Ham (aunque no campeón sí lo salvó del descenso), los Manchester y la Juventus, además de colgarse el oro como goleador en Atenas 2004, dándole con su gol ante Paraguay el primer oro para Argentina tras 52 años. Pero mejor aún, un guerrero dentro de la cancha, una fuerza y una actitud no muy común entre los futbolistas de este tiempo, un hambre de vencer que lo llevó y lo lleva a tantos éxitos. Por algo es apodado "el jugador del pueblo" y demuestra con sus recientes actuaciones en Boca, donde además ha dejado un interesante promedio de goles, la falta que le hace a la Selección, donde como siempre el entrenador de turno no lo usa o lo pone en otro puesto, otro desperdicio como Riquelme o Verón en su momento. Por su fuerza, sus goles, su don de bien, su humildad, su coraje y su grandeza Carlos Tévez, el Apache, merece este reconocimiento aparte como parte del Boca campeón 2015.
domingo, 1 de noviembre de 2015
CUENTO FANTÁSTICO: EL NIÑO HINCHA DE BOCA
Es un día de sol cualquiera en una ciudad cualquiera, no importa mucho dónde ni cuándo. La pasión por el fútbol y por un glorioso club no tiene parámetros ni horarios. Para él, el niño que vive la vida plenamente día a día a pesar de los embates de su vida junto a su papá en una pequeña casita, saber cada domingo qué pasa con su amado Boca es una de las cosas que lo hace feliz, más allá del resultado de turno. Por eso aquel fin de semana no era uno más: el equipo estaba por consagrarse campeón del Oficial de Primera y él lo vería con sus ojitos por primera vez en su vida. Así esperó ansiosamente que llegara el domingo mientras iba a la escuela, tomaba la leche y dibujaba de su club en una mesita en su pieza al lado de su camita. Al mismo tiempo, su cabecita iba acunando esas ilusiones de infancia: ir a la cancha, ver a su equipo, a sus ídolos, gritar un gol, festejar un título. Boca tenía que ganar o ganar ya que su perseguidor más inmediato, Deportivo El Fuerte, lo había derrotado la fecha anterior y se le había puesto a un punto. Era la última jornada y el xeneize recibía en la Bombonera a Estudiantes de Las Palmas, mientras que El Fuerte iba a la cancha de Galácticos a vencer y esperar una caída boquense.
Pero no todo fue de rosa en su recorrido, claro, era como su papi le había enseñado tras la partida de su mamá. El sábado a la tarde,mientras jugaba a la pelota cerca de su casa, el niño sufrió un golpe contra una pared y debió ser internado. Su padre lo llevó rápidamente al hospital donde por suerte los médicos le dijeron que estaba fuera de peligro y consciente, pero que quedaría en observación por tres días, con lo que se perdería la final del domingo. Ni siquiera le dejaban escucharlo por radio ya que le habían establecido reposo absoluto, sin emociones, tal vez sin libertad. El pequeño lloró amargamente, mezcla de dolor y frustración, pero su papá lo abrazó. Y con su típica ternura de cada día le dijo: “No te preocupes, yo te voy a decir cómo va el partido cuando me autoricen…”. Pero no era lo mismo. El niño se iba a perder poder ver en vivo a sus estrellas por primera vez en su vida, y tal vez la gloria no tendría repetición. “No, nooo, yo quero verlo, quero escutarlo”, decía con sus errores fonéticos de infancia. Pero su delicada salud no lo iba a dejar. Por lo que pasaría la noche y el nuevo día en el hospital, sin saber de su club y sin mucha charla con su papá, ya que lo dejarían entrar poco para no entorpecer su curación. Así el padre se fue a la casita, tranquilo porque sabía que su hijito estaba protegido pero con la bronca de no poder ver con él una probable vuelta olímpica de su Boca, sólo le informaría fríamente y vaya a saber por intermedio de quién.
Llegó la noche del sábado y, tras comer livianamente, una cena lejos de sus gustos pero que acompañaba su evolución, el niñio fue dormido por una doctora que, antes de hacerlo, lo acarició y le dio un beso de buenas noches, consolándolo ya que estaba algo triste por todo lo contado. La joven y amable mujer se quedó a su lado observando atentamente cómo dormitaba profundamente, lo que era necesario para su recuperación. Mientras tanto, el papá también dormía en la casa, mucho menos tranquilo, claro, pero con ansias de que todo estaría bien al día siguiente con su Boca y eso le permitiría una alegría para su golpeado corazón.
De pronto, el niño tuvo un sueño mucho más hermoso de los que acostumbraba en la camita de su casa. Él no se daba cuenta que sólo era un sueño, porque era tan hermoso que parecía realidad. Un ángel le tocó su cabecita y viendo que lloraba por no poder ver a Boca, lo abrazó y le prometió: “Ven, te llevaré en mis alas a ver a Boca”. “¿Cómo vas a hacer, sin no puedo salir de aquí?”, preguntó con bronca. “No te preocupes, hablaré con Dios y él hará todo para que estés bien y puedas cumplir tus sueños…”, le volvió a prometer. Con su inocente alma, y en lugar de cuestionar todo como los grandes, el niño tuvo fe y el ángel lo llevó en sus alas a través de un cielo brillante lleno de estrellas fulgurantes que lo saludaban, rumbo a la Bombonera. Al llegar, el pequeño dijo que aún no era la hora del partido, era de madrugada y hacía mucho frío. El ángel lo cubrió con sus alas y lo acarició, diciéndole que no tuviera miedo, que él lo cuidaría hasta que saliera el sol y llegara el tan esperado encuentro.
Con el amanecer, el niño se encontró sentado en la platea de la Bombonera junto a unas pocas personas que, impacientes, esperaban el partido mientras comentaban de las posibilidades de campeón y el peligro de sus rivales. Al rato el niño brincó de alegría al ver a su papá y lo abrazó muy fuerte, lo necesitaba mucho después del mal momento vivido. “Gracias Dios mío”, clamaba el padre mirando al cielo mientras agradecía al ángel por haberlo cuidado. Y lo llevó a comer una rica hamburguesa con papas fritas, gaseosa y un suculento helado en la confitería del club, ya repleta de entusiastas hinchas que también comentaban la previa.
Se hizo la hora y el niño y su padre fueron a una cómoda tribuna llena de un sol que iba yéndose de a poco por la tarde, pero que alumbraba y calentaba bastante. Apenas Boca salió él levantó sus manitos saludando efusivamente a sus ídolos. Y al lado de su papá vio cómo Boca marcaba el primer gol por medio de una gran apilada de Diego Rodríguez, el 10 del equipo y goleador del torneo, uno de sus favoritos. Entretanto, Deportivo El Fuerte ganaba 3 a 0 en la cancha de Galácticos y esperaba un empate o derrota xeneize para aguarle al niño sus ilusiones. Más aún cuando Estudiantes de Las Palmas, un modesto conjunto recién ascendido y de floja campaña, conquistó el empate faltando poco para terminar por un remate de Juan Saponi que el arquero Pablo Pérez dejó escapar tontamente. El 1-1 y la goleada de El Fuerte lo privaban al de la Ribera de salir campeón; los hinchas estaban en silencio con la radio en la mano, y desde ya el niño sumaba una frustración más a las ya vividas. Llegó el final y Boca no pudo con el flojo pero estimulado Estudiantes, que le empató y le sacó el título que fue a parar a manos de Deportivo El Fuerte. Desconsolado, el pequeño se abrazó a su padre: “Papá, ¿esto es verdad o es un sueño? No puede ser que estos tontos nos c… el campeonato”. El padre sabía que sólo era un sueño, pero no quiso decirle nada para darle la sorpresa que merecía. Por eso el chiquito pasó de la bronca y el fastidio a las lágrimas. “¿Cuándo voy a volver a ver a Boca campeón?”. El papá no se pudo contener y, al verlo llorar, lo abrazó y le contó todo. “Hijito, no te preocupes, esto es sólo una pesadilla. Hoy Boca va a salir campeón, ya vas a ver…”. El hombre estaba muy seguro, como si supiera el final del cuento. “Vos haceme caso que hyo sé lo que te digo”, le confió tiernamente y dándole gran seguridad. Pero el nene no estaba muy convencido. En verdad, no entendía nada, si era un sueño, una pesadilla, una realidad o una mezcla de todo.
Pero no era un sueño. El niño se había despertado a la mitad de la madrugada y su padre, avisado por el hospital de que podía ir a verlo, había llegado y estaba junto a su cama. Y tras acariciarlo, había recibido la buena noticia de que su hijo estaba bien y que podía dejar el centro médico, aunque igualmente debía volver en la semana para ser revisado. Pero el chiquito recién se dio cuenta, en su total inocencia, de que todo era realidad cuando vino el empate de Estudiantes. En medio de su bronca, el papá le aclaró que por su golpe recién había podido despertarse totalmente esa tarde. Con alegría, el niño se vio en la realidad sanado, en la tribuna de la Bombonera junto a su papá y alentando a su querido club. Pero el atardecer impiadoso le estaba por abrir la puerta a la noche y el pequeño no tenía aún su mayor alegría, ya que el empate lo dejaba a Boca sin título. De pronto, el ángel sobrevoló la Bombonera e inspiró a los jugadores la fuerza para irse con todo en busca del gol de la victoria. Alentados por 55 000 personas, entre ellas el niño y su padre, los xeneizes forzaron ataques sobre el arco de Estudiantes pero sin ideas claras, por lo que el 2-1 se veía cada vez más lejos y el final y la desilusión de un segundo puesto, impensado tras la gran campaña del equipo, se acercaba.
Pero Dios hizo posible el sueño del niño: Faltando 20 segundos y en la última jugada del partido, Boca tuvo un córner a su favor. La defensa de Estudiantes despejó pero le dejó servido el balón a Diego Rodríguez. Y el 10 de oro le pegó de zurda intentando clavarla en el ángulo. El tiro fue bueno y superó la estirada de Daniel Converti, pero parecía por su trayectoria que la pelota se iriía afuera y así se daría el final con el empate. Sin embargo, la pelota hizo una extraña curva, bajó y se metió en el ángulo moviendo furiosamente la red de Estudiantes. Y las 55 000 personas estallaron en un grito de gol. Entre ellas, claro, el niño y su papá, pletóricos de felicidad. Ni hablar cuando el árbitro Juan Carlos Betti pitó el final y Boca se consagró finalmente campeón. Justo cuando llegó la noche y el frío viento los envolvía, el niño abrazó a su papá y los dos lloraron. Pero ahora era de alegría por el campeonato tan esperado por los dos. Y, como fue en la semana en casa o la escuela, como la noche anterior en el hospital, los dos estuvieron juntos pero ahora para ser felices. Los altavoces de la Bombonera los invitaron a ambos a bajar a la cancha, los dos no entendían nada pero fueron presurosos a recibir una posible sorpresa. Y en efecto, el club que conocía bien al hombre y a su hijo porque tantas veces fueron allí a divertirse, y sabiendo lo que había pasado, le dio un regalo extra: cuando ambos llegaron al campo de juego, el presidente Daniel Angelici le obsequió una camiseta de Boca nueva, la misma de los jugadores y una pelota de fútbol nueva, mejor que la desinflada que tenía ya que su papá aún no le podía comprar una. Y para cerrar la noche de gloria, el niño dio la vuelta olímpica con los jugadores y se sacó fotos con todos, por supuesto con Diego Rodríguez, el autor del triunfo y su ídolo. “Y, ¿estás contento?”, le preguntó el talentoso mediocampista abrazándolo. “Sííí, sí, estoy recontento”, sonrió el niño desde su más tierna inocencia. Mientras tanto, el papá habló con Angelici, que lo invitó a él y a su hijo a la cena festejo en una típica pizzería de la Boca. “Uh, qué bueno, con lo que le gusta la pizza, se va a poner contentísimo…”, decía.
Y así se dio todo. Gracias al ángel y sobre todo al Dios que como dicen sabe lo que hace, Boca salió campeón, le dedicó el título a El Fuerte, su eterno rival, y una hora después del triunfo sobre Estudiantes, todos se juntaron en la pizzería La Mamma para celebrar en una noche llena de estrellas. El niño comió su pizza, tomó su gaseosa, disfrutó su helado, pero mucho más saber que a su lado estaba su papá, ése que tantas veces rió y se entristeció con él, ése que estuvo en sus alegrías y en sus malos momentos. Ése con quien siempre fue feliz más allá de los embates de la vida. Ahora lo era junto a él y al plantel y los dirigentes de su amado Boca, que le hicieron más regalos y lo invitaron a cantar en un escenario. Y como broche, el presidente Angelici le obsequió un abono gratis para ver a Boca por toda la vida, recompensando tanto sufrimiento propio y ajeno a través de los años. Sí, el niño tuvo la felicidad que todo niño merece, y Boca había sido una vez más la gran razón. Y lo más importante, no era un sueño, era una realidad.
Pero no todo fue de rosa en su recorrido, claro, era como su papi le había enseñado tras la partida de su mamá. El sábado a la tarde,mientras jugaba a la pelota cerca de su casa, el niño sufrió un golpe contra una pared y debió ser internado. Su padre lo llevó rápidamente al hospital donde por suerte los médicos le dijeron que estaba fuera de peligro y consciente, pero que quedaría en observación por tres días, con lo que se perdería la final del domingo. Ni siquiera le dejaban escucharlo por radio ya que le habían establecido reposo absoluto, sin emociones, tal vez sin libertad. El pequeño lloró amargamente, mezcla de dolor y frustración, pero su papá lo abrazó. Y con su típica ternura de cada día le dijo: “No te preocupes, yo te voy a decir cómo va el partido cuando me autoricen…”. Pero no era lo mismo. El niño se iba a perder poder ver en vivo a sus estrellas por primera vez en su vida, y tal vez la gloria no tendría repetición. “No, nooo, yo quero verlo, quero escutarlo”, decía con sus errores fonéticos de infancia. Pero su delicada salud no lo iba a dejar. Por lo que pasaría la noche y el nuevo día en el hospital, sin saber de su club y sin mucha charla con su papá, ya que lo dejarían entrar poco para no entorpecer su curación. Así el padre se fue a la casita, tranquilo porque sabía que su hijito estaba protegido pero con la bronca de no poder ver con él una probable vuelta olímpica de su Boca, sólo le informaría fríamente y vaya a saber por intermedio de quién.
Llegó la noche del sábado y, tras comer livianamente, una cena lejos de sus gustos pero que acompañaba su evolución, el niñio fue dormido por una doctora que, antes de hacerlo, lo acarició y le dio un beso de buenas noches, consolándolo ya que estaba algo triste por todo lo contado. La joven y amable mujer se quedó a su lado observando atentamente cómo dormitaba profundamente, lo que era necesario para su recuperación. Mientras tanto, el papá también dormía en la casa, mucho menos tranquilo, claro, pero con ansias de que todo estaría bien al día siguiente con su Boca y eso le permitiría una alegría para su golpeado corazón.
De pronto, el niño tuvo un sueño mucho más hermoso de los que acostumbraba en la camita de su casa. Él no se daba cuenta que sólo era un sueño, porque era tan hermoso que parecía realidad. Un ángel le tocó su cabecita y viendo que lloraba por no poder ver a Boca, lo abrazó y le prometió: “Ven, te llevaré en mis alas a ver a Boca”. “¿Cómo vas a hacer, sin no puedo salir de aquí?”, preguntó con bronca. “No te preocupes, hablaré con Dios y él hará todo para que estés bien y puedas cumplir tus sueños…”, le volvió a prometer. Con su inocente alma, y en lugar de cuestionar todo como los grandes, el niño tuvo fe y el ángel lo llevó en sus alas a través de un cielo brillante lleno de estrellas fulgurantes que lo saludaban, rumbo a la Bombonera. Al llegar, el pequeño dijo que aún no era la hora del partido, era de madrugada y hacía mucho frío. El ángel lo cubrió con sus alas y lo acarició, diciéndole que no tuviera miedo, que él lo cuidaría hasta que saliera el sol y llegara el tan esperado encuentro.
Con el amanecer, el niño se encontró sentado en la platea de la Bombonera junto a unas pocas personas que, impacientes, esperaban el partido mientras comentaban de las posibilidades de campeón y el peligro de sus rivales. Al rato el niño brincó de alegría al ver a su papá y lo abrazó muy fuerte, lo necesitaba mucho después del mal momento vivido. “Gracias Dios mío”, clamaba el padre mirando al cielo mientras agradecía al ángel por haberlo cuidado. Y lo llevó a comer una rica hamburguesa con papas fritas, gaseosa y un suculento helado en la confitería del club, ya repleta de entusiastas hinchas que también comentaban la previa.
Se hizo la hora y el niño y su padre fueron a una cómoda tribuna llena de un sol que iba yéndose de a poco por la tarde, pero que alumbraba y calentaba bastante. Apenas Boca salió él levantó sus manitos saludando efusivamente a sus ídolos. Y al lado de su papá vio cómo Boca marcaba el primer gol por medio de una gran apilada de Diego Rodríguez, el 10 del equipo y goleador del torneo, uno de sus favoritos. Entretanto, Deportivo El Fuerte ganaba 3 a 0 en la cancha de Galácticos y esperaba un empate o derrota xeneize para aguarle al niño sus ilusiones. Más aún cuando Estudiantes de Las Palmas, un modesto conjunto recién ascendido y de floja campaña, conquistó el empate faltando poco para terminar por un remate de Juan Saponi que el arquero Pablo Pérez dejó escapar tontamente. El 1-1 y la goleada de El Fuerte lo privaban al de la Ribera de salir campeón; los hinchas estaban en silencio con la radio en la mano, y desde ya el niño sumaba una frustración más a las ya vividas. Llegó el final y Boca no pudo con el flojo pero estimulado Estudiantes, que le empató y le sacó el título que fue a parar a manos de Deportivo El Fuerte. Desconsolado, el pequeño se abrazó a su padre: “Papá, ¿esto es verdad o es un sueño? No puede ser que estos tontos nos c… el campeonato”. El padre sabía que sólo era un sueño, pero no quiso decirle nada para darle la sorpresa que merecía. Por eso el chiquito pasó de la bronca y el fastidio a las lágrimas. “¿Cuándo voy a volver a ver a Boca campeón?”. El papá no se pudo contener y, al verlo llorar, lo abrazó y le contó todo. “Hijito, no te preocupes, esto es sólo una pesadilla. Hoy Boca va a salir campeón, ya vas a ver…”. El hombre estaba muy seguro, como si supiera el final del cuento. “Vos haceme caso que hyo sé lo que te digo”, le confió tiernamente y dándole gran seguridad. Pero el nene no estaba muy convencido. En verdad, no entendía nada, si era un sueño, una pesadilla, una realidad o una mezcla de todo.
Pero no era un sueño. El niño se había despertado a la mitad de la madrugada y su padre, avisado por el hospital de que podía ir a verlo, había llegado y estaba junto a su cama. Y tras acariciarlo, había recibido la buena noticia de que su hijo estaba bien y que podía dejar el centro médico, aunque igualmente debía volver en la semana para ser revisado. Pero el chiquito recién se dio cuenta, en su total inocencia, de que todo era realidad cuando vino el empate de Estudiantes. En medio de su bronca, el papá le aclaró que por su golpe recién había podido despertarse totalmente esa tarde. Con alegría, el niño se vio en la realidad sanado, en la tribuna de la Bombonera junto a su papá y alentando a su querido club. Pero el atardecer impiadoso le estaba por abrir la puerta a la noche y el pequeño no tenía aún su mayor alegría, ya que el empate lo dejaba a Boca sin título. De pronto, el ángel sobrevoló la Bombonera e inspiró a los jugadores la fuerza para irse con todo en busca del gol de la victoria. Alentados por 55 000 personas, entre ellas el niño y su padre, los xeneizes forzaron ataques sobre el arco de Estudiantes pero sin ideas claras, por lo que el 2-1 se veía cada vez más lejos y el final y la desilusión de un segundo puesto, impensado tras la gran campaña del equipo, se acercaba.
Pero Dios hizo posible el sueño del niño: Faltando 20 segundos y en la última jugada del partido, Boca tuvo un córner a su favor. La defensa de Estudiantes despejó pero le dejó servido el balón a Diego Rodríguez. Y el 10 de oro le pegó de zurda intentando clavarla en el ángulo. El tiro fue bueno y superó la estirada de Daniel Converti, pero parecía por su trayectoria que la pelota se iriía afuera y así se daría el final con el empate. Sin embargo, la pelota hizo una extraña curva, bajó y se metió en el ángulo moviendo furiosamente la red de Estudiantes. Y las 55 000 personas estallaron en un grito de gol. Entre ellas, claro, el niño y su papá, pletóricos de felicidad. Ni hablar cuando el árbitro Juan Carlos Betti pitó el final y Boca se consagró finalmente campeón. Justo cuando llegó la noche y el frío viento los envolvía, el niño abrazó a su papá y los dos lloraron. Pero ahora era de alegría por el campeonato tan esperado por los dos. Y, como fue en la semana en casa o la escuela, como la noche anterior en el hospital, los dos estuvieron juntos pero ahora para ser felices. Los altavoces de la Bombonera los invitaron a ambos a bajar a la cancha, los dos no entendían nada pero fueron presurosos a recibir una posible sorpresa. Y en efecto, el club que conocía bien al hombre y a su hijo porque tantas veces fueron allí a divertirse, y sabiendo lo que había pasado, le dio un regalo extra: cuando ambos llegaron al campo de juego, el presidente Daniel Angelici le obsequió una camiseta de Boca nueva, la misma de los jugadores y una pelota de fútbol nueva, mejor que la desinflada que tenía ya que su papá aún no le podía comprar una. Y para cerrar la noche de gloria, el niño dio la vuelta olímpica con los jugadores y se sacó fotos con todos, por supuesto con Diego Rodríguez, el autor del triunfo y su ídolo. “Y, ¿estás contento?”, le preguntó el talentoso mediocampista abrazándolo. “Sííí, sí, estoy recontento”, sonrió el niño desde su más tierna inocencia. Mientras tanto, el papá habló con Angelici, que lo invitó a él y a su hijo a la cena festejo en una típica pizzería de la Boca. “Uh, qué bueno, con lo que le gusta la pizza, se va a poner contentísimo…”, decía.
Y así se dio todo. Gracias al ángel y sobre todo al Dios que como dicen sabe lo que hace, Boca salió campeón, le dedicó el título a El Fuerte, su eterno rival, y una hora después del triunfo sobre Estudiantes, todos se juntaron en la pizzería La Mamma para celebrar en una noche llena de estrellas. El niño comió su pizza, tomó su gaseosa, disfrutó su helado, pero mucho más saber que a su lado estaba su papá, ése que tantas veces rió y se entristeció con él, ése que estuvo en sus alegrías y en sus malos momentos. Ése con quien siempre fue feliz más allá de los embates de la vida. Ahora lo era junto a él y al plantel y los dirigentes de su amado Boca, que le hicieron más regalos y lo invitaron a cantar en un escenario. Y como broche, el presidente Angelici le obsequió un abono gratis para ver a Boca por toda la vida, recompensando tanto sufrimiento propio y ajeno a través de los años. Sí, el niño tuvo la felicidad que todo niño merece, y Boca había sido una vez más la gran razón. Y lo más importante, no era un sueño, era una realidad.
SUENEN LAS BOCINAS: !!!BOCA CAMPEÓN!!!
El gol de Monzón, el gol de la consagración
Sí sí señores, desde la Boca salió el nuevo campeón. Ttras tanto tiempo de espera, cuatro años desde el brillante de 2011, Boca Juniors, uno de los clubes más grandes del mundo, volvió a festejar un título de Primera División, en este caso el famoso y mediocre torneo de 30 equipos que va llegando a su fin. Este domingo por la tarde venció en la Bombonera a Tigre 1 a 0 con gol de Luciano Monzón a los 40 minutos del primer tiempo, y con el triunfo y la derrota de su perseguidor Rosario Central 1-2 con Banfield, sacó 9 puntos cuando quedan 3 en juego. Y no le hizo nada tampoco la victoria de San Lorenzo 1 a 0 sobre Témperley, ya que el Ciclón quedó a 6.
Tremendo festejo y alboroto en el "templo" azul y oro fue la foto largamente esperada por el prolífico equipo del Vasco Rodolfo Arruabarrena, primer DT campeón surgido de las inferiores. Luego de los traspiés de estos últimos años, y sobre todo de los últimos meses, Boca limpió las nubes negras con un triunfo absolutamente claro y merecido sobre los demás. Su título fue sin embargo una verdadera novela con introducción, líos y desenlace feliz: tras un verano de ensueño con aquel 5-0 a River y un comienzo arrasador en el campeonato y la Copa Libertadores, padeció de todo cuando menos lo esperaba, la humillación con River por la Copa, su principal objetivo, no sólo por el resultado sino por el lamentable incidente de saber público. La salida prematura de Daniel Osvaldo, una de las estrellas de los muchos fichajes, las críticas al juego, los cuestionamientos al técnico (quién recuerda que lo querían despedir...) acrecentaron un panorama negativo allá por mitad de año. Pero la vuelta de Carlos Tévez, el hecho significativo de 2015, fue sin duda lo que le devolvió la fuerza a un equipo alicaído, que así se puso de pie de nuevo, encaró la recta final del campeonato y más allá de algún tropiezo lógico terminó resurgiendo y ganando un título después de 4 años y de 3 en general, luego de la Copa Argentina 2012 ante Racing.
Con el liderazgo de Agustín Orión en el arco, la solvencia del capitán Daniel "Cata" Díaz, que levantó considerablemente su nivel, la prestancia de Peruzzi y Monzón, la enjundia de Erbes, el fútbol de Meli o el uruguayo Lodeiro, la potencia goleadora de Calleri, la presencia de Tévez, la sangre joven y talentosa de Cubas, Bentancur o Palacios y, sobre todo, el gran mando de Arruabarrena, un técnico joven y brillante pero que no tenía tantos pergaminos y sin embargo enderezó el rumbo del conjunto xeneize tras la salida de Carlos Bianchi, Boca volvió a dar la vuelta olímpica. También, claro, con Diego Maradona, su máximo símbolo, y Mauricio Macri, parte de la gloria de los últimos 20 años, desde la tribuna de la mítica Bombonera. Y el apoyo de su fervorosa 12 y de sus buenos dirigentes, que además de conseguir por fin un logro deportivo trabajaron al club integralmente y supieron hacer todo para conducirlo al éxito; justo es reconocerles parte del mérito. Así Boca, uno de los dos grandes de la Argentina y de los más grandes del mundo, retorna a su gran amor, la victoria, y su novia de toda la vida, la Copa Libertadores tan ansiada, especialmente después de lo sucedido este año. Con 25 títulos locales en sus vitrinas, sigue segundo de River pero se mantiene en el lugar más difícil: el del éxito cumbre. Abrazo grande a todos los hinchas de Boca donde quiera que vean este artículo, como periodista pero también con la alegría propia de mi simpatía por los xeneizes amados. Sí sí señores, este año desde la Boca, salió el nuevo campeón.
sábado, 31 de octubre de 2015
LOS PUMAS SE CONSAGRARON OTRA VEZ
Resumen del triunfazo ante Irlanda que los llevó a semifinales por segunda vez
Nuevamente la selección argentina de rugby, Los Pumas, nos representaron con todos los honores a nivel mundial. Tras el cierre hoy de la Copa del Mundo de Inglaterra, ganada por Nueva Zelanda, los de Daniel Hourcade se vuelven a Buenos Aires con otra inolvidable actuación, tal como fue en 2007 con su mejor posición, aquel glorioso tercer lugar a expensas de Francia en suelo galo, como la epopeya de 1999 cuando llegaron por primera vez entre los ocho, o como en el Rugby World Championship de este año cuando por primera ocasión en su rica historia pusieron de rodillas a Sudáfrica como visitantes. Ahora llegaron hasta el cuarto lugar, por segunda vez entre los 4 mejores, muy importante porque quedaron inmediatamente detrás de los tres grandes Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica, y porque además éste es un conjunto de bajo promedio de edad, contrariamente a otras selecciones que tenían varios veteranos. Pero con su típica garra Puma y la calidad que les da los clubes de Europa a los que muchos representan supieron hacerlelío a los All Blacks en la primera fecha, recibiendo 26 puntos contra los 34 de Australia en la final o más aún, los 62 que padeció otro grande como Francia en los cuartos. Y luego volvieron a dejar afuera, como en el 99, a la fuerte Irlanda con un contundente 43- 20, en un Mundial claramente dominado por el Hemisferio Sur (All Blacks, Wallabies, Springboks, Pumas) sobre los europeos y otras naciones del Pacífico como Fiji o Samoa, que se conformaron con mirar por TV la definición entre estos cuatro colosos.
Con figuras consagradas como Hernández, Leguizamón, Ayerza o Fernández Lobbe , el goleador del certamen Nicolás Sánchez y la sangre nueva que aportaron Cordero, Tuculet, Cubelli, Petti, Lavanini, Moroni entre otros, estos Pumas escribieron otra página de oro en su brillante historia, que ya no se queda en hazañas aisladas de algún test match como las de los 80 o 90, sino que ahora tiene su continuidad con estas participaciones en el RWC, que si bien aún le sienta un poco grande le viene muy bien para crecer a la par de los tres gigantes, lo cual reflejaron notoriamente en esta Copa. Otro hito para el deporte argentino, que vaya si lo necesita con lo alicaído del fútbol. El rugby,sumado al vóley o hóckey olímpicos o las destacadas performances de los atletas de deportes individuales, ha levantado bien alto el prestigio argentino. Una vez más, Los Pumas hicieron honor a su apodo con sus garras bien afiladas, para que el mismo sea una realidad como lo fue en Inglaterra ante los espectadores del mundo.
viernes, 30 de octubre de 2015
MARADONA: 55 AÑOS DEL FÚTBOL
La leyenda del Diego ante los ingleses en 1986
Linda coincidencia. El mismo día del aniversario del comienzo de la democracia se cruza la mirada con otra gran fecha: el cumpleaños de Diego Armando Maradona. Un día como hoy pero en 1960, el sinónimo por excelencia del fútbol nacía en Villa Fiorito, al sur de Buenos Aires, para pocos años después empezar a escribir una gloriosa historia con la mejor de sus novias, la pelota.
Todos conoccemos largamente la trayectoria de Diego, sus buenas y sus malas, especialmente en el deporte, de las otras que hablen los faranduleros. El cebollita de los torneos infantiles, el del imborrable "mi sueño es ganar un Mundial", el debutante más joven en Primera con Argentinos hasta la irrupción de su yerno Sergio Agüero, el de los 4 goles al Loco Gatti, el sobrante de la lista del 78, el diez de los pibes del Juvenil arrasador del 79, el que estuvo entre Boca, River y otros clubes y finalmente se puso la azul y oro para ser campeón en el 81, el de la conflictiva estadía en Barcelona fractura incluida, el ídolo del modesto Nápoli, el de la gloria de México 86 con 5 goles bien recordados, entre ellos las dos leyendas a Inglaterra. El de las lesiones constantes y sin embargo de un gran amor propio, el de la garra y las lágrimas en Italia 90, cuando un penal suyo dejó afuera al local en su San Paolo de Nápoles, el de la caída dolorosa, el de la vuelta en Sevilla, el de las constantes idas y vueltas hasta retornar a la Selección, el del gol a Grecia, el que cayó en un indesperado dóping. El incipiente DT de Mandiyú y Racing, el que volvió a Boca dos veces, para finalizar sus días como jugador, el de "la pelota no se mancha", el de los escandaletes de los últimos años por los que lamentablemente ha sido más noticia. También el técnico de la Selección y de los petrodólares en Emiratos Arabes Unidos. El que le dio su nombre al estadio de La Paternal, del libro, el de los dos relojes, el de La Noche del Diez, el participante de tantos programas de TV, el metido en el burbujeante mundo de la farándula. En suma, el nombre y apellido que estuvo en el alma de cada futbolero del mundo desde hace 40 y pico de años, ése que los chicos repiten hoy cuando juegan a la pelota en cualquier calle o vereda del país. El Pelusa, el Pibe de Oro, el "Diego de la gente", ése que dio la vuelta al globo por la pelota. En fin, Maradona, el fútbol mismo. Ese que hoy cumple 55 años de vida y que sigue vigente en el corazón de todos.
miércoles, 21 de octubre de 2015
PEKÍN: SIEMPRE SE APRENDE ALGO NUEVO
«Pekín», CAPITAL DE LARepública Popular China, es la adaptación al español de la forma latina oficial antigua «Peking» que, según la RAE, es la forma recomendada de llamar a esta ciudad en español. Esta última forma correspondía al método de transcripción del sistema postal chino y reflejaba la pronunciación arcaica de la sílaba jing. En la actualidad, la República Popular China utiliza exclusivamente la forma «Beijing», correspondiente al sistema de transcripción oficial hanyu pinyin.
Nótese que dicha transcripción pronunciada en español se aleja bastante de la articulación original, pues nos llevaría a hacer uso de una be débil y una jota sonora, siendo más adecuada la grafía tradicional; aunque fonéticamente para los hispanohablantes lo más aproximado a la actual pronunciación oficial china sería "Peiching", ya que la pronunciación correspondiente, [pei214.tɕiŋ5] 3, se asemeja más a «¿Pei? ¡ching!» teniendo en cuenta los tonos. En el mundo hispanohablante, algunos medios de comunicación utilizan la transcripción oficial china, en lugar de la forma tradicional española.
Sin embargo la Real Academia Española de la Lengua recomienda la utilización del nombre tradicional, consolidado en el castellano, recordando que al hablar en nuestra lengua debemos utilizar los topónimos traducidos y no los oficiales, tal como ocurre con otras ciudades como London/Londres, Moskva/Moscú, Torino/Turín, Firenze/Florencia, New York/Nueva York, etc. Según el Diccionario Panhispánico de Dudas "se recomienda usar en nuestro idioma el nombre tradicional español, cuyo gentilicio es pekinés (o pequinés, si se utiliza la grafía minoritaria Pequín)", puesto que el cambio del nombre oficial afecta a los idiomas locales, pero no a los exónimos en español.'
Fuente: Wikipedia
Nótese que dicha transcripción pronunciada en español se aleja bastante de la articulación original, pues nos llevaría a hacer uso de una be débil y una jota sonora, siendo más adecuada la grafía tradicional; aunque fonéticamente para los hispanohablantes lo más aproximado a la actual pronunciación oficial china sería "Peiching", ya que la pronunciación correspondiente, [pei214.tɕiŋ5] 3, se asemeja más a «¿Pei? ¡ching!» teniendo en cuenta los tonos. En el mundo hispanohablante, algunos medios de comunicación utilizan la transcripción oficial china, en lugar de la forma tradicional española.
Sin embargo la Real Academia Española de la Lengua recomienda la utilización del nombre tradicional, consolidado en el castellano, recordando que al hablar en nuestra lengua debemos utilizar los topónimos traducidos y no los oficiales, tal como ocurre con otras ciudades como London/Londres, Moskva/Moscú, Torino/Turín, Firenze/Florencia, New York/Nueva York, etc. Según el Diccionario Panhispánico de Dudas "se recomienda usar en nuestro idioma el nombre tradicional español, cuyo gentilicio es pekinés (o pequinés, si se utiliza la grafía minoritaria Pequín)", puesto que el cambio del nombre oficial afecta a los idiomas locales, pero no a los exónimos en español.'
Fuente: Wikipedia
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