Tenía alguna referencia de tiempo lejano sobre una tradición muy curiosa de la Navidad, pero como todo dato en el aire lo estuve averiguando y chequeando, a ver si no era fábula. Y no, es cierto. Desde vaya a saber qué tiempos y por qué razón, la tradición indica que las mujeres se regalan una bombacha de color rosa, el distintivo de su género, durante la cena de Nochebuena, y las estrenan una semana después en la de Año Nuevo, como deseo de un año de suerte y felicidad. Si las consultadas la usan, han usado o usarán, tanto no llego con mi profunda búsqueda periodística. También supe algo de los hombres con ropa celeste, aunque esto no pude confirmarlo. Pero como el arbolito, el pesebre o cualquiera de las lindas cuestiones del folklore navideño, la famosa prenda interior femenina participa de las fiestas. Si ellas quieren, claro. Felicidades y mucha alegría para todos, usen o no bombacha rosa.
Bienvenidos a Así Es La Vida, un blog de todo un poco, una charla con un amigo, sin tiempo ni espacio, sin intereses, sin estructuras. El caminar de un ciudadano por la vida. Dedicado a mi madre Anita.
lunes, 24 de diciembre de 2018
HISTORIAS DE MIS 15: NOCHEBUENA 88
En 1988 la Nochebuena cambió por una vez de escenario y de mi casa de Carapachay se trasladó a la de mi madrina Marta, en Olivos, donde pasábamos los 31. Tras una buena cena en el patio (pavita y otras cosas) fuimos al living, como era costumbre luego de las 12. Y allí me regalaron el juego de mesa Cifra y un cassette de la Zimbabwe Reggae Band, el que luego cambié por el King Kong de Los Pericos.
HISTORIAS DE MIS 15: MAESTRO DE INGLÉS
Esa última quincena del 88 afronté con nervios mi último desafío del año: el examen para recibirme de Maestro de Inglés, el que me enteré que debía dar nada menos que en el Liceo Cultural Británico, lo que me ponía aún más nervioso. Y que hizo que tuviera que ir a lo de mi abuela, allá en Capital, a estudiar y quedarme para luego viajar de allí al Liceo.
El 16 de diciembre a las 4 de la tarde era el primer duro paso con el examen escrito. Fui en colectivo con ella hasta el amplio edificio de la famosa avenida Cabildo, en una ancha vereda. Entré en el aula bien iluminada por los ventanales a la calle; me senté y empecé el examen con muchos nervios, que aumentaban por el silencio total que había. Y casi me muero cuando oí que la profesora hablaba todo en inglés, la forma en que se manejaban allí. Preferí no hablar nada salvo que fuera necesario y seguí mi prueba, que por suerte resolví bien y aprobé con un 70 sobre 100, una nota que al parecer era signo de aprobación y no un número bajo. Pero aún faltaba el oral.
Justo siete días después del examen escrito, el 23 era el oral. De nuevo me “concentré” en lo de mi abuela y fui allá esa tarde húmeda y con amenaza de lluvia. Estaba más tranquilo, ya conocía el lugar y había estudiado bien. Y en un examen que incluyó preguntas de mi vida personal que me dieron cierta vergüenza, rendí muy bien. Y más tarde la profesora me daba la nota (otra vez 70 sobre 100), el comprobante de la misma y, sobre todo, la gran noticia: me había recibido de maestro.
Con una gran alegría y mucho alivio, festejé con mi abuela yendo a tomar un helado que casi se me cae, no sé si por la emoción o por mi sabida torpeza. Y de ahí volví a su casa con la satisfacción de otro logro, uno más en esos inolvidables días.
El 16 de diciembre a las 4 de la tarde era el primer duro paso con el examen escrito. Fui en colectivo con ella hasta el amplio edificio de la famosa avenida Cabildo, en una ancha vereda. Entré en el aula bien iluminada por los ventanales a la calle; me senté y empecé el examen con muchos nervios, que aumentaban por el silencio total que había. Y casi me muero cuando oí que la profesora hablaba todo en inglés, la forma en que se manejaban allí. Preferí no hablar nada salvo que fuera necesario y seguí mi prueba, que por suerte resolví bien y aprobé con un 70 sobre 100, una nota que al parecer era signo de aprobación y no un número bajo. Pero aún faltaba el oral.
Justo siete días después del examen escrito, el 23 era el oral. De nuevo me “concentré” en lo de mi abuela y fui allá esa tarde húmeda y con amenaza de lluvia. Estaba más tranquilo, ya conocía el lugar y había estudiado bien. Y en un examen que incluyó preguntas de mi vida personal que me dieron cierta vergüenza, rendí muy bien. Y más tarde la profesora me daba la nota (otra vez 70 sobre 100), el comprobante de la misma y, sobre todo, la gran noticia: me había recibido de maestro.
Con una gran alegría y mucho alivio, festejé con mi abuela yendo a tomar un helado que casi se me cae, no sé si por la emoción o por mi sabida torpeza. Y de ahí volví a su casa con la satisfacción de otro logro, uno más en esos inolvidables días.
sábado, 22 de diciembre de 2018
HISTORIAS DE MIS 15: LUZ SOLAR A LAS NUEVE
Por ese 1988 de mis dorados 15, la Argentina padecía muchos problemas. Además de los primeros líos económicos y los alzamientos militares contra el gobierno de Raúl Alfonsín, Otro contratiempo para el país apareció ese fin de año, cuando una crisis energética por sequía obligó a adelantar la hora para aprovechar mejor la luz del sol. Toda una novedad a la que me costó adaptarme, me acuerdo una vez en el centro que eran las 9 y todavía había buena luz solar, pero luego me acostumbré.
EL RIVER-SAN LORENZO DE MI GRADUACIÓN
Video del partido por la Copa Centenario 93
Tenía que ser con un poco de deporte el gran día de mi graduación de periodista. Es que aquel 21 de diciembre de 1993 pero a la tarde, River y San Lorenzo de Almagro jugaron un partido correspondiente a la recordadaCopa Centenario, que la AFA había establecido para celebrar sus 100 años. Fue ese martes por la ronda 6 de perdedores, en una calurosa y soleada tarde en la cancha neutral de Vélez Sarsfield, el medio del cambio de hora por la energía, y el millonario dirigido por Daniel Passarella ganó 3 a 2, con goles de Julio Toresani y dos de Sergio Berti, descontando Roberto Monserrat y Luis Fabián Artime, siendo expulsados el ex técnico azulgrana Claudio "Pampa" Biaggio y el gran Ariel Ortega por River. Luego la banda disputaría la final de perdedores con Belgrano de Córdoba, la ganaría y jugaría por la Copa con Ginmnasia y Esgrima La Plata, que se la llevó en enero de 1994. Sin saberlo, aquellos 22 futbolistas de River y San Lorenzo agregaron un recuerdo más a mi noche de gloria de periodista.
viernes, 21 de diciembre de 2018
MIS BODAS DE PLATA CON MI AMOR EL PERIODISMO
La foto del 21 de diciembre de 1993: con Guillermo Blanco y papá minutos después de ser periodista
Claro que es el amor de mi vida, lo que siempre soñé de niño. Por eso es correcto decir que este 21 de diciembre estoy cumpliendo 25 años con el periodismo, bodas de plata, desde aquella gloriosa noche de 1993 cuando recibí de manos del gran Guillermo Blanco, entonces director de mi amada escuela TEA, el diploma que representó y representa el título más grande de mi vida, allá en el majestuoso auditorio de ATE.
Sí, ya son 25 años, un cuarto de siglo. Nada más ni nada menos. No lo hubiera predicho cuando aquell 1991 en que primero no conseguía ni remotamente lugar donde estudiar mi sueño. Y luego, cuando entré en la institución de la Ciudad de Buenos Aires llegaba con muchas dudas, POR EL NUEVO AMBIENTE, POR MIS 18 AÑITOS SALIDOS DEL HORNO DEL SECUNDARIO. Y después, cuando me gradué, no tenía ni remotamente dónde trabajar. Recién en 1995 me inicié en FM Instituto de Vicente López, pero en 2000 debí cortar por varios líos en otros medios. Hasta que en 2013, hace cinco años, regresé y hoy estoy orgulloso de ser y ejercer de periodista.
Pero nunca me olvidé mi origen. Mi casa que me vio nacer. MI amada TEA. Y esa noche de calorcito y estrellas perfecta, esa noche de verano, en que fui periodista para toda la vida. Por eso gracias a todos ellos y a Dios que me los puso en mi camino. Porque por ellos soy periodista. Y, nada menos, hace 25 benditos años. Sí, llevo bodas de plata con mi amor.
jueves, 20 de diciembre de 2018
LA NAVIDAD ES COMO NOSOTROS LA HACEMOS
Se viene fin de año, se vienen las fiestas. Y para muchos, las mismas son motivo de problema, desde molestia hasta tristeza. En cuanto a las penas, poco para objetar, si una persona la está pasando mal, qué le vamos a querer cambiar el alma de un consejo, es sólo acompañarla. Ahora, los fastidios, los desencuentros, las diferencias, sí se deberían cambiar. Hoy las familias, que son las protagonistas de la Navidad, están en peligro de extinción, más con la estúpida y maldita grieta. Entonces claro, cuando Dios viene el 24 y 25, los sorprende en mala situación. Entonces claro, la fiesta se vuelve pesada, molesta, nada que ver con una fiesta.
Es que la Navidad es como nosotros la hacemos. Si nos empecinamos en pelearnos, nuestra especialidad lamentable, vamos a seguir aguantándola en lugar de disfrutarla. Si bajamos un poco todos, que no es la especialidad de la gente en general, el 24 y 25 tienen mucho sentido. La Navidad es como la vida, va bien si la hacemos bien, obvio desde nuestro ser humano. Así que estos días, más que tanto shopping y comida, que vale también sí, pensemos en regalar y regalarnos amor. Por más que parezca una frase episcopal, así es como debe ir una real Navidad. Si no, seguimos pasándola. Y no hay que pasarla, hay que festejarla.
Es que la Navidad es como nosotros la hacemos. Si nos empecinamos en pelearnos, nuestra especialidad lamentable, vamos a seguir aguantándola en lugar de disfrutarla. Si bajamos un poco todos, que no es la especialidad de la gente en general, el 24 y 25 tienen mucho sentido. La Navidad es como la vida, va bien si la hacemos bien, obvio desde nuestro ser humano. Así que estos días, más que tanto shopping y comida, que vale también sí, pensemos en regalar y regalarnos amor. Por más que parezca una frase episcopal, así es como debe ir una real Navidad. Si no, seguimos pasándola. Y no hay que pasarla, hay que festejarla.
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