miércoles, 10 de diciembre de 2014

CUPÉ FUEGO: NACIÓ ASÍ. ÚNICA, COMO EL FUEGO.


Probablemente, en este atardecer que estoy escribiendo, ésta será la mejor entrada de la historia de Así Es La Vida. Lo escribe, afirma y reafirma un superfanático de Renault y mil veces más de la Fuego como soy yo. La coupé Renault Fuego, o simplemente la cupé Fuego, fue, es y será el mejor automóvil alguna vez concebido en la larga y rica vida de este modo de locomoción. Yo la conocí acá en Argentina en 1983, con la gloriosa propaganda de "La Tierra, El Aire, El Agua, El Fuego", que detallo más adelante.



Pero su nacimiento fue en 1980 en la fábrica francesa de Billancourt, cuando la marca del rombo decidió crearla para suceder al Renault 15/17, otra cupé construida sobre la base del Renault 12 tan nuestro, para lo cual eligió al diseñador Robert Opron. Un año después, en 1981, la Fuego era lanzada aquí en Argentina, su otro país constructor en la planta de Santa Isabel, Córdoba, otro gran orgullo para mí que haya sido en mi país nativo. Al mismo tiempo se presentaba en España, y en 1982 comenzaba a venderse en Estados Unidos. Ese 81 de mis 8 años ya era furor acá, a tal punto que mi tío Omar decía "me compro un departamento, me compro una cupé Fuego", según me contó mi abuela Ana, su madre. Aparte, prácticamente coincidió con el lanzamiento de su hermano de sangre Renault 18, otra gloria argentina, de la que fue su versión deportiva, con la que compartió su chasis y mecánica y, a partir del 82, su trompa.



Una de las primeras propagandas de la Fuego, allá por 1982, yo no la tenía. Pero vale igual...



Propaganda de la Fuego de 1983, con ésta me hice fanático.

Pero, como les conté líneas arriba, mi amor por la Fuego nació ese dorado 1983 de mis 10 añitos, gracias a la recordada propaganda que además describo en próximas entradas. A partir de allí me hice el superfanático que soy ahora, 31 años atrás. Y no sólo era con la promo, tan copado estaba que por ejemplo Tito Greco, el papá de Dani (gran amigo y compañero de secundaria de mi hermano Leonardo y también amigo mío) tenía una Fuego blanca. Y yo, como iba a la casa con mi familia, le pedía como loco que me llevara una vuelta...
Aparte, los viernes a las 23 había un programa de tele en Canal 11, llamado Allá Vamos, de cultura general, que yo miraba sólo porque lo auspiciaba Renault Argentina y, entonces, en la tanda publicitaria pasaban la dorada propaganda. Ese 83 que yo era feliz en el quinto B del imborrable San Antonio, al mismo tiempo que la Fuego conocí otro de mis grandes amores: The Police, la extraordinaria banda de Sting, Andy Summers y Stewart Copeland, que justo entonces hacía tabla rasa con su LP Synchronicity, consagrado ese 83 disco de oro. Y la última anécdota de ese dorado año fue cuando en la revista femenina Para Ti, que yo solía curiosear, salió una nota sobre la personalidad de cada uno según el auto que le gustara. Estaba la del Ford Falcon, que me causaba gracia, toda reformal, comenzaba con "usted tiene una personalidad ta ta ta...". Y obviamente ahí estaba mi amada cupé Fuego; al toque la leí y decía algo así: "!Chau, loco! Vos sí que tenés la reonda. Usás perfume francés, amás la velocidad...", nada que ver con el Falcon, obvio.


Ya pasando a 1984, el nublado 5 de febrero, ya de vacaciones en mi amor Pinamar, estuve en el famoso stand de Renault Argentina del centro pinamarense, y ahí vi a mi Fuego roja, el color que más me gusta. Y otra vez leyendo Para Ti, vi otra promo copada que explicaba algunas innovaciones 84, como los faros antiniebla; es que la Fuego siempre estuvo dos pasos adelante del resto en todo, empezando por la mecánica y siguiendo por la tecnología que recién estaba en desarrollo. Justo ese 84 salió su archirrival la cupé Ford Sierra XR4, un autazo pero que no le hacía ni sombra a mi Fuego, lo mismo el Gacel que aparte nada que ver, cuatro puertas, muy de calle. En 1985, la Fuego dejó de venderse en USA pero acá seguía haciendo furor, se veían más Fuego que Sierra en nuestras calles. Las dos cupés debutaron en el surgiente TC 2000, en el caso de Renault con Daniel Mustafá a mitad de año con una del glorioso preparador Oreste Berta, y sobre el fin con Jorge Serafini y Tito Bessone, que luego se pasó a la contra, que ese 85 se consagró campeón con Rubén Daray.



La Fuego del Flaco Traverso y Oreste Berta ese glorioso 86, inicio de una era imborrable, extraordinaria, eterna...

Pero el segundo año más glorioso en mi matrimonio con la Fuego fue 1986. Primero porque yo, con 13 años, y gracias al libro La Carrera Interminable, me había hecho fanático del rally, el automovilismo, los autos y por supuesto, de nuevo por la cupé, de la que en las revistas comenzaba a salir la propaganda con la famosa frase "Nació así, única, como el fuego" que fue un símbolo del auto. Y segundo, porque a partir de ese 86 la Fuego arrasó con todo lo que había delante suyo en el TC 2000, con el eternamente glorioso Juan María Traverso como líder y con su gran aliado Oreste Berta, una pareja ganadora por seis veces en 8 años. Ese primer campeonato, el Flaco empezó a convertirse en mi ídolo deportivo, no sólo por correr con la Fuego: ganó una carrera increíble el 1 de junio en el Autódromo de Buenos Aires, pasándose vuelta tras vuelta con Tito Bessone y su Sierra hasta que Ernesto se bajó faltando cuatro vueltas y Juan María fue derecho a la victoria.



Primera hazaña del Flaco en Pigüé. Para piel de gallina, genio, superando con el embrague a Gayraud que era local.

Y qué decir del 5 de octubre en Pigüé, donde el local Mario Gayraud con su Sierra era el favorito y podía ganarle el título a Traverso. Faltando pocas vueltas, un deslizamiento en el tren trasero del auto del Flaco le empezó a desinflar la rueda trasera derecha y hacerle perder estabilidad al auto, con lo que hizo un trompo, perdió la primera posición con Ernesto Soto y era amenazado por Gayraud, que le iba descontando rápidamente segundos vuelta tras vuelta. En un momento, Traverso se fue al pasto pero consiguió retomar como sólo él lo podía hacer. Y en la recta final, cuando la cupé ya no daba más, Traverso apretó el embrague, le dio un impulso de golpe al auto y así consiguió vencer a Gayraud sobre la línea de llegada (3 centésimas) y arañar un segundo puesto que quedará en la retina de todos para toda la vida. Con ese segundo lugar, Traverso acarició el título que luego terminó consiguiendo. Mientras tanto, yo alimentaba mi fanatismo con la cupé en miniatura, el festejo del título y hasta una bandera de Renault que mi familia me regaló en Nochebuena. Al año siguiente, 1987, obvio que el Flaco era el gran favorito para volver a campeonar en el gran TC 2000. Pero no tuvo una buena temporada y el campeón terminó siendo el inolvidable Silvio Oltra, con una Fuego pero del equipo particular Benavídez Competición.



Propaganda del entonces renovado Renault 18 del 87, otra forma de sentir el arte.

Ese 87, así como el Renault 18 le ganaba la pulseada a sus similares, la Fuego seguía haciéndolo con la Sierra con el uevo modelo GTX II 2.2, con 200 cm3 más que la versión del 83, diseño renovado hasta en las llantas y adelantos tecnológicos entonces novedosos, como la lectura digital de radio, las butacas regulables o la minicomputadora de a bordo, en una época en que la computación estaba en el DOS, aquel sistema de los diskettes.



Eternamente gloriosa propaganda de la Fuego 87, la 2.2. Mata la chica de rojo que el fuego le ilumina la cara...

Y la promoción llegó con esa impresionante e imborrable propaganda del auto andando por un volcán en erupción y el fuego que iluminaba la cara de una bonita chica vestida de rojo. Seguían las promos en las revistas y en la radio, y hasta se dio el lujo de correr el Rally de Argentina con el dúo Silva-Frare, que yo recuerdo porque en la revista Corsa se mostraba una foto de Frare, el navegante, con la ventanilla de su costado baja y el brazo afuera. Sólo faltó para el año perfecto que fuera elegido el auto del 87, pero en la votación de la revista Parabrisas, cierto trasnochado votó por el paupérrimo Fiat Duna, que apenitas era lanzado mientras la Fuego ya tenía 8 años de existencia.



El lanzamiento promocional de la Fuego GTA 1988.

Pero 1988 fue otro año de gloria para la cupé del rombo, su estandarte por ese tiempo. A principios de año se lanzó la espectacular GTA, que conocí en el verano en un lugar de Pinamar y hasta me llevé un folleto para curiosear; tenía más potencia a pesar de la misma cilindrada de 2200 cm3 y un nuevo cambio estético que le quedaba bárbaro.



Segunda gesta de Juan María I de Ramallo: 88, triunfo, humo, fuego, Fuego, se baja y se incendia el auto, los bomberos... Sin palabras. Si después de esto no sos hincha...

Y el 3 de abril, en el inicio del TC 2000, el Flaco Traverso volvió a hacer otra hazaña inolvidable en la historia del automovilismo argentino. En la carrera de General Roca, Río Negro, faltando pocas vueltas comenzó a subir la temperatura del motor de su auto y por ende, a echar una densa humareda que no dejaba ver a Silvio Oltra, que iba segundo a centésimas del Flaco. Traverso, como en el 86, la piloteó como el campeón que siempre fue, hasta que en la recta final aparte del humo empezó a haber fuego debajo del auto. El Flaco ni se inmutó y ganó nomás con fuego y humo. Pero la imagen que me quedará para siempre fue cuando apenas cruzó la línea de llegada, estacionó el auto en el pasto, bajó apurado y ahí nomás la cupé se prendió fuego, que rápidamente fue apagado por los bomberos. Tremendo: Traverso, victoria, fuego en la Fuego... Un genio, un triunfo que sirvió de clave para un nuevo título suyo y otro más de mi amada.



La promo de la última Fuego, la GTA Max, en 1989.

En 1989, la Fuego siguió haciendo punta. Ahora el modelo que cautivaba a la gente era la GTA Max, que podía alcanzar casi 200 km por hora, por algo la famosa promo de la cupé que pasaba y no se veía, sólo una estela de polvo y la leyenda "deja todo atrás". Más espectacular fue que el rediseño lo hizo el Mago Oreste Berta, un genio que repitió campeonato en el TC 2000, ahora con Miguel Angel Guerra. Eso sí, la Fuego obtenía su cuarto título consecutivo...

Y a partir de 1990, Traverso y Berta fueron la pareja perfecta para que la Fuego ganara todo y se llevara los 4 campeonatos siguientes. El auto se dejó de producir en la Argentina en 1992, y en Francia en 1995. Pero siguió siendo hasta hoy un superclásico ochentoso y de todas las décadas. Y siguió haciendo pista en el Turismo Competición 2000 hasta 1996, cuando obtuvo un espectacular 1-2-3 con Miguel Etchegaray, Pablo Peón y Luis Belloso, y como no podía ser de otra manera, todos del equipo de Berta.

Así fue el camino de la Renault Fuego, desde aquel proyecto de Billancourt y Robert Opron hasta los títulos del Flaco Traverso. Un auto estético, vanguardista para su tiempo, atractivo, seductor, potente, confiable y resistente como la mayoría del rombo. Es que la cupé Fuego, a pesar de lo que digan los ultramodernos del 2028, nunca morirá. Y claro: nació así. Única, como el fuego.







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