Bienvenidos a Así Es La Vida, un blog de todo un poco, una charla con un amigo, sin tiempo ni espacio, sin intereses, sin estructuras. El caminar de un ciudadano por la vida. Dedicado a mi madre Anita.
martes, 17 de diciembre de 2019
¿QUÉ LE PASA A CIERTA GENTE RARA EN DICIEMBRE?
Diciembre, sabemos muchos, es mes de líos, de trabajo copioso, de superposición de actividades, de eventos, de pensamientos. Que las fiestas, en primer lugar, que las despedidas, que el cumple de tal o cual que capaz ni conocemos pero vamos porque hay que ir. El estudio, los actos finales de colegios. El gentío, el calor, el tráfico, los ruidos. Pero nada justifica que cierta gente es tan rara que no ayuda en nada. Gente con la que uno no parece poder contar, y si se puede, es casi por medio de una audiencia solicitada de antemano, como si fuera el Presidente. No te atienden el teléfono (bha, ni teléfono, hay que ver si te contestan los whatsapp), no te cumplen con promesas, ni amigos ni profesionales o vinculados a servicios, tenés que andar llamándolos permanentemente, perdiendo tu tiempo, y encima se te enojan. Todos qieren mandar, todos quieren hacer lo suyo, nadie parece estar interesado en colaborar con el otro. Sí, es cierto, es lo que sucede en nuestra Argentina tan egoísta todo el año. Pero se ve que particularmente diciembre es tiempo de puertas cerradas, de "no" antes que jugársela y decir sí. El ego nos puede cada vez más, y más en diciembre. Será por eso que todos lo odiamos. Pero no hacemos nada para mejorarlo.
domingo, 15 de diciembre de 2019
ENTRE MOZART Y EL TANGO, YO CON MARZÁN
Este sábado por la noche viví otro momento de gala para mi vida musical y más aún personal. Tras haberlo visto en Noviembre y arreglado con él, anoche tuve la dorada ocasión de cantar en el excelso show del maestro Mario Marzán, reconocidísimo y eximio pianista que engalanó varios programas de la más famosa TV, congente como Gerardo Sofovich, Susana Giménez o Silvio Soldán. En el bar Santa Paula de Florida, norte de Buenos Aires, hizo como cada segundo sábado de mes un espectáculo que incluyó obras de Mozart, tango y pasodoble. Y, también, a este humilde músico.
Tras llegar a las ocho y medi a de la cálida noche, me instalé en una mesa del casi repleto barcito y esperé absorto y ansioso mi oportunidad, que aún increíblemente no estaba seguro si se daría. Pero cerca de las nueve, Marzán vino, me estrechó la mano y antes de que dijera nada, me le anticipé y le comenté de su invitación, y me confirmó que iba a tocar. Alivio después de una semana de algo de incertidumbre.
Seguí con nervios y apenas disfrute el comienzo del recital, donde Marzán se mandó un enganchado de Mozart para el recuerdo, dando luego tango y pasodoble con sus mágicos dedos. Y a eso de las casi 10, justo cuando estaba por tomar un jugo que había pedido, el maestro me llamó. Me levanté con mi guitarra, y para mi gratísima sorpresa, de la nada, como magos, aparecieron cinc o de mis adorados compañeros del Instituto Güemes de la secundaria, con quienes me reencontré ese Noviembre. La divina Alejandra "Mongui" Dib, recién retornada de su periplo caribeño, fue quien apareció de golpe, me acompañó cerca del piano, me sentó y allí hice mi tema Princesa, un superclásico mío que además elegí creo con buen tino, a tono con la músic a de primerísimo nivel que venía disfrutando.
Con emoción y tensión mezcladas como de costumbre en mí, canté el lindo y rítmico melódico que Mario intentó acompañar y lo hizo tras la segunda parte, con una intuición musical sólo de un genio como él. Más fue mi emoción entonces, imaginen un pibe como yo matizado por una estrella como él. Me rompí todo para que saliese perfecto y afinado, no podía ser de otra forma, y el cierre fue espectacular, cuando el maestro tocó un final con los acordes del estribillo, generándome más admiración y aplausos cerrados de lo que yo ya había cosechado. Felicísimo retorné a mi mesa, y allí la sorpresa de ver más gente del Güemes: la cariñosa Marcela Gay, la siempre demostrativa Roxy Spinelli, la excelsa Patri Ramos y un lujo: Martín Filippi, el genial morocho de mi primer programa de radio Hot Dog y testigo de tantas aventuras adolescentes.
Abrigado por el calorcito de todos ellos, seguí paladeando, bebiendo la noche de oro que Marzán regaló al nutrido público, que explotó con cada cantante invitado, cada pieza del maestro, cada tema conocido, del tango al folklore argentino, de Naranjo en Flor a Oh Sole Mío. Los chicos también lo pasaban bien,aunque era lógico más metidos en charlarse y reírse que e en una música que no es la suya, pero igual aplaudieron. Luego Marzán vino a mi mesa, me saludó y a ellos. Filippi quería mitigar el ruido que habían hecho todos: "Éramos nosotros los del bullicio, disculpe maestro", le dijo. Él se lo tomó con gran simpatía, hasta bromeó "ustedes no parecen la edad que tienen".
Y con Mongui como casi mi guardaespaldas de tanto que me llevaba, nos fuimos entre risas y comentarios, al mejor estilo secundaria. Y ellos me regalaron otra cena en un restaurante de Olivos, cerca del bar. Fue el broche de oro paraotra gran noche de mi vida. Como la de 2016 en el Teatro Astral, como aquélla de 1990 de mi graduación. Con Mozart, Marzán y los compañeros de la adolescencia, tenía que ser una noche de magia. Porque yo estuve cantando entre todos ellos.
Tras llegar a las ocho y medi a de la cálida noche, me instalé en una mesa del casi repleto barcito y esperé absorto y ansioso mi oportunidad, que aún increíblemente no estaba seguro si se daría. Pero cerca de las nueve, Marzán vino, me estrechó la mano y antes de que dijera nada, me le anticipé y le comenté de su invitación, y me confirmó que iba a tocar. Alivio después de una semana de algo de incertidumbre.
Seguí con nervios y apenas disfrute el comienzo del recital, donde Marzán se mandó un enganchado de Mozart para el recuerdo, dando luego tango y pasodoble con sus mágicos dedos. Y a eso de las casi 10, justo cuando estaba por tomar un jugo que había pedido, el maestro me llamó. Me levanté con mi guitarra, y para mi gratísima sorpresa, de la nada, como magos, aparecieron cinc o de mis adorados compañeros del Instituto Güemes de la secundaria, con quienes me reencontré ese Noviembre. La divina Alejandra "Mongui" Dib, recién retornada de su periplo caribeño, fue quien apareció de golpe, me acompañó cerca del piano, me sentó y allí hice mi tema Princesa, un superclásico mío que además elegí creo con buen tino, a tono con la músic a de primerísimo nivel que venía disfrutando.
Con emoción y tensión mezcladas como de costumbre en mí, canté el lindo y rítmico melódico que Mario intentó acompañar y lo hizo tras la segunda parte, con una intuición musical sólo de un genio como él. Más fue mi emoción entonces, imaginen un pibe como yo matizado por una estrella como él. Me rompí todo para que saliese perfecto y afinado, no podía ser de otra forma, y el cierre fue espectacular, cuando el maestro tocó un final con los acordes del estribillo, generándome más admiración y aplausos cerrados de lo que yo ya había cosechado. Felicísimo retorné a mi mesa, y allí la sorpresa de ver más gente del Güemes: la cariñosa Marcela Gay, la siempre demostrativa Roxy Spinelli, la excelsa Patri Ramos y un lujo: Martín Filippi, el genial morocho de mi primer programa de radio Hot Dog y testigo de tantas aventuras adolescentes.
Abrigado por el calorcito de todos ellos, seguí paladeando, bebiendo la noche de oro que Marzán regaló al nutrido público, que explotó con cada cantante invitado, cada pieza del maestro, cada tema conocido, del tango al folklore argentino, de Naranjo en Flor a Oh Sole Mío. Los chicos también lo pasaban bien,aunque era lógico más metidos en charlarse y reírse que e en una música que no es la suya, pero igual aplaudieron. Luego Marzán vino a mi mesa, me saludó y a ellos. Filippi quería mitigar el ruido que habían hecho todos: "Éramos nosotros los del bullicio, disculpe maestro", le dijo. Él se lo tomó con gran simpatía, hasta bromeó "ustedes no parecen la edad que tienen".
Y con Mongui como casi mi guardaespaldas de tanto que me llevaba, nos fuimos entre risas y comentarios, al mejor estilo secundaria. Y ellos me regalaron otra cena en un restaurante de Olivos, cerca del bar. Fue el broche de oro paraotra gran noche de mi vida. Como la de 2016 en el Teatro Astral, como aquélla de 1990 de mi graduación. Con Mozart, Marzán y los compañeros de la adolescencia, tenía que ser una noche de magia. Porque yo estuve cantando entre todos ellos.
viernes, 13 de diciembre de 2019
HISTORIAS DE INFANCIA: MI CASA NATAL EN CARAPACHAY
En mis primeros años, mi amada casa natal de la calle Ramón Castro, en el corazón de mi Carapachay, era muy modesta y totalmente distinto a lo que fue después, sobre todo en la distribución. Se caracterizaba por el majestuoso salón de danzas donde mamá daba clases, ubicado en la parte alta y al que se llegaba tras subir una escalera verde de cemento que se cortaba en ángulo recto y estaba pegada al comienzo del corredor.
Y nosotros vivíamos en la planta baja, donde los ambientes eran pequeños. La cocina se convertía en comedor los mediodías de semana, gracias a una mesita rectangular blanca pegada a la pared. A la izquierda estaba la habitación de mis padres y, a la derecha, lo que luego fue el comedor era la mía y de mis hermanos con las tres camas que configuraron una rareza. El living secundario era el lugar de la cena, con una lámpara grande que iluminaba aquella vieja mesa marrón redonda y, en la esquina izquierda, una TV blanca y negra propia de la época.
El patio tenía piso de cemento con líneas de piedritas y el lindo jardín con aquel cactus, y estaba el antiguo lavadero de azulejos amarillos y el inolvidable quincho. Adelante había un solo garage, ya que el otro era un patio con un banco de cemento y un canterito detrás con pasto y flores. Al lado de ése estaba el cantero redondo de cerámica y el garage de techo rojizo y columnas de fierro verde. La casa no tenía rejas, las que se fueron poniendo con el tiempo.
Y nosotros vivíamos en la planta baja, donde los ambientes eran pequeños. La cocina se convertía en comedor los mediodías de semana, gracias a una mesita rectangular blanca pegada a la pared. A la izquierda estaba la habitación de mis padres y, a la derecha, lo que luego fue el comedor era la mía y de mis hermanos con las tres camas que configuraron una rareza. El living secundario era el lugar de la cena, con una lámpara grande que iluminaba aquella vieja mesa marrón redonda y, en la esquina izquierda, una TV blanca y negra propia de la época.
El patio tenía piso de cemento con líneas de piedritas y el lindo jardín con aquel cactus, y estaba el antiguo lavadero de azulejos amarillos y el inolvidable quincho. Adelante había un solo garage, ya que el otro era un patio con un banco de cemento y un canterito detrás con pasto y flores. Al lado de ése estaba el cantero redondo de cerámica y el garage de techo rojizo y columnas de fierro verde. La casa no tenía rejas, las que se fueron poniendo con el tiempo.
HACERSE EL TONTO, CLAVE CONTRA LAS AGRESIONES
En consonancia con lo que escribo más abajo, hay otro gran problema que tiene otra solución. Todos sufrimos la agresión espiritual, sea que la propinamos o que nos la propinan. En el primer caso, bueno, es fácil, revisemos nuestra conciencia y cambiemos nuestra actitud, depende de nosotros, está en nuestras manos. Pero ¿qué hacemos cuando somos agredidos? Aún sin motivo aparente recibimos mal trato de gente, amigos, profesionales. Pues bien, no responder. O responder con lo mismo de siempre. En una palabra, aquí no pasó nada, me ahgo el tonto, te doy la mano. Y, ojo, me voy de vos, no tengo interés en seguir con vos, me hiciste mal. Ahora, si te encuentro, te saludo normal, todo bárbaro, todo bien. Lo que según tengo entendido en psicología se le llama "cierre interno". No quiero decir, por favor, que hay que ser falso, que hay que devolver mal por mal, no, de ninguna manera. Pero sí que el golpe, la agresión, sea del tenor que sea, nos roce apenas. O nos pegue pero no duela. Que no sea la noticia principal de nuestro día. Así no nos "colgaremos" con la agresión, y evitaremos muchos males mayores. Eso y el aquí y ahora citado en la entrada anterior evitan muchos problemas, morales y hasta físicos. Evitan la famosa mala sangre, la rabieta, el veneno interno. En lugar de eso, el "zafar" como decía mamá Anita es buenísimo. Para ellos, aunque no lo sepan, y para nosotros.
AQUÍ Y AHORA, CLAVE CONTRA LA ANSIEDAD
Un real problema, también enfermedad en casos, de esta vida ultramoderna y alocada es la ansiedad, por la que han aumentado las consultas a profesionales. Eso y las medicaciones están perfecto, ayudan a combatirla. Pero antes que eso, dicen especialistas consultados por Así Es La Vida, es el estilo de vida, cómo cada uno la lleva, cómo se la toma. Dentro de eso, el pararse en el momento presente es clave para no estar ansioso. Uno está haciendo algo y su cabeza se divide entre eso que hace y lo que hará en un futuro, que puede o no ser lejano, pero que aún no existe. Es increíble que hagamos foco en lo que aún no vivimos, pero así es como hacemos. Entonces, aquí y ahora, dos adverbios que conjugados son potencia, son la clave para no salirse de eje, para no confundirse, alocarse más de lo loca que la vida te demanda. Aquí y ahora estoy escribiendo, después no sé qué haré. Aquí y ahora, después, como el tango, qé importa del después.
martes, 10 de diciembre de 2019
MARIE FREDRIKSSON, LA VOZ ETERNAMENTE DULCE
Disfrutémosla en It Must Have Been Love:
DIARIO PUBLICA NOTICIA DE FÚTBOL ATRASADA
Quién sabe si por error, quiero creer que sí, el asunto es que este lunes leyendo el diario La Nación en su edición digital me encontré una falla demasiado notoria para considerarla error. El reconocido matutino publicó en su sección Deportes el empate 2-2 de Agropecuario Argentino y Atlanta por la Primera Nacional de fútbol, la segunda división de la AFA. Ese partido, que incluso cubrí para Tribunero.com, se jugó el 2 de Noviembre pasado. Cuando vi el tema me asusté, creí que se me había pasado la noticia sin poner en nuestra revista como muchas veces me sucede. Pero cuando abrí el enlace correspondiente, me percaté de la curiosidad. Fe de erratas, que le llaman. Pero atrasada.
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