viernes, 20 de diciembre de 2019

NUNCA DEJES DE TRABAJAR POR UNA PENA

Que las penas pesan, es evidente en la mayoría. Y que las mismas son lamentablemente más importantes que las buenas, también. Pero nos equivocamos cuando la pena, dolor, duelo, como sea que se llame, supera largamente, casi sepulta a lo bueno. Entonces no comemos ni dormimos bien, no vivimos, nos perdemos hasta lo que nos gusta. Y lo peor de lo peor, no queremos trabajar. Sea el trabajo propiamente dicho o cualquier otra tarea. No señores de mi corazón, cómo vamos a dejar que el agua turbia nos ensucie. Ni una desaparición, ni un noviazgo roto, ni cualqier situación chiquita o grande nos debe sacar de eje tanto como para no estar activos. Todo lo contrario: si trabajamos, si nos movemos, lo superamos, se los aseguro por experiencia propia. Bueno, es casi obvio que la actividad cura toda herida. Pero no viene mal recalcarlo en estos tiempos donde nuestras mentes están que echan humo. El trabajo es salud, tanto como para curar un dolor, cualquiera sea su origen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario