La pasión del fútbol en la Argentina tal vez haga olvidar que comenzó allá lejos y hace tiempo. Este domingo, justo el día futbolero por excelencia, se cumplen ya 129 años de aquel día en que la pelota empezó a emocionar de manera oficial y regular a los hinchas. Pero no había ni Boca, ni River, ni los grandes, ni los actuales. Todo era en inglés.
El primer encuentro de fútbol que se registra, como ya detallamos, fue el 20 de junio de 1867 entre dos conjuntos del creado Buenos Aires Football Club. Recién con el arribo al país del escocés Alexander Watson Hutton, el deporte fue más sólido. El considerado "padre del fútbol argentino" fundó en 1891 la Argentine Association Football League para afianzar la práctica y darle un marco acorde. Así fue que se creó el primer campeonato de liga y cinco equipos se inscribieron: Old Ccaledonians, Saint Andrews, Buenos Aires FC, Buenos Aires and Rosario Railway y Belgrano Football Club, junto a Hurlingham Football Club quien luego no participó.
Ese domingo 12 de abril de 1891 fue la primera de las 14 fechas, donde un equipo quedaba libre. En la Estación Solá, Old Caledonians goleó 6 a 0 a Belgrano FC y Saint Andrews lo hizo con Buenos Aires FC 5-2 en el Old Ground Flores. Ambos ganadores sacarían gran ventaja y terminarían primeros el torneo y declarados campeones, aunque luego disputaron un partido de desempate para entregar un único juego de medallas que se llevó Saint Andrews, generando una controversia hasta hoy de quién fue el primer campeón.
Pero ésa es historia de otro costal. Lo que emociona recordar, aunque pocos lo hagan al no saberlo, es cuándo el fútbol en la Argentina escribió la primera de sus infinitas páginas de gloria.
Fuentes: Wikipedia y RSSSF
Bienvenidos a Así Es La Vida, un blog de todo un poco, una charla con un amigo, sin tiempo ni espacio, sin intereses, sin estructuras. El caminar de un ciudadano por la vida. Dedicado a mi madre Anita.
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domingo, 12 de abril de 2020
sábado, 14 de marzo de 2020
EL FÚTBOL ARGENTINO IGNORA EL CORONAVIRUS
Es harto conocido que el fútbol argentino es de bajísimo nivel en casi todo, por más que se le ponga Superliga, nombre de fantasía que es sólo un apodo. Pero a tantos desatinos que siempre comentamos se suma el de este fin de semana. A pesar de que hay pandemia de coronavirus, peor que aquella de la gripe A de 2009, mientras en Europa y hasta en Congo se suspendieron las acciones, acá se sigue alegremente con el calendario, los partidos, los goles, las 1800 Copas de las Copas, el dinero, la publicidad, los intereses. Y todas las divisiones, de la A a la D, de Buenos Aires a las pobres provincias, de los hombres a las pobres mujeres que juegan a las nueve de la mañana. Los futbolistas, el público, el otro siempre castigado en la sociedad nacional, nada. Felicitaciones a River Plate, que e este sábado decidió plantarse y no jugar ante Atlético Tucumán por la fecha 1 de esta cosa llamada Copa de la Superliga. River hizo lo que todos, ante este circo denominado AFA, deberían imitar. Vergüenza tras vergüenza, como los dos descensos, la organización, tantas cuestiones que siguen pasando según pasan los años. Que la pelota siga, total en Argentina está todo fenomenal.
lunes, 8 de abril de 2019
1983: EL PROMEDIO PARA QUE NO BAJEN LOS GRANDES
Hasta 1983, el sistema de los campeonatos en la Argentina, si bien era caótico como hoy, era justo en algunas situaciones. El campeón era el que más puntos sumaba a lo largo de dos ruedas, por ejemplo. Y los descendidos eran los que menos unidades cosechaban. Pero en 1981 San Lorenzo impactó al bajar a la Primera B. Y claro, se debía acomodar el reglamento para el marketing. Una típica de la AFA, que entonces inventó este ridículo sistema de promedios del descenso, favoreciendo la especulación y castigando a quienes hacían las cosas bien en la mayoría de los casos.
El Metro de 1982, ganado brillantemente por Estudiantes de La Plata, fue el último donde los dos peores cayeron a la Segunda. En ese año fueron Sarmiento de Junín, ubicado último de los 19 clubes, y Quilmes, que igualado con Unión de Santa Fe en el puesto 18 jugó un desempate que el "tatengue" se llevó por 1 a 0. A partir del Metro siguiente, se impuso la novedad. Es cierto que Racing Club descendió habiendo finalizado 17 de 19 equipos, pero River, que terminó en el 18, se quedó en la élite a pesar de su pésima campaña.
De allí en más rigió esta ridiculez que no parece en el futuro inmediato ser abolida, y eso que la nueva AFA y demás. Hoy Tigre, noveno e invicto en los últimos siete encuentros, descendió y no podrá jugar la Copa Sudamericana por ello. Así estamos. Así desde hace 36 años.
El Metro de 1982, ganado brillantemente por Estudiantes de La Plata, fue el último donde los dos peores cayeron a la Segunda. En ese año fueron Sarmiento de Junín, ubicado último de los 19 clubes, y Quilmes, que igualado con Unión de Santa Fe en el puesto 18 jugó un desempate que el "tatengue" se llevó por 1 a 0. A partir del Metro siguiente, se impuso la novedad. Es cierto que Racing Club descendió habiendo finalizado 17 de 19 equipos, pero River, que terminó en el 18, se quedó en la élite a pesar de su pésima campaña.
De allí en más rigió esta ridiculez que no parece en el futuro inmediato ser abolida, y eso que la nueva AFA y demás. Hoy Tigre, noveno e invicto en los últimos siete encuentros, descendió y no podrá jugar la Copa Sudamericana por ello. Así estamos. Así desde hace 36 años.
TIGRE, VÍCTIMA DEL CAOS DEL FÚTBOL ARGENTINO
Una de las más grandes injusticias, y ridículos, se consumó este domingo por la tarde con el excelente Tigre. El “Matador”, que llevaba más de 10 años en Primera, debió descender a la Primera B Nacional, la segunda división. ¿Perdió por goleada? ¿Empató? No, le ganó a River en el mismísimo Monumental. Pero el obsoleto sistema de promedios del descenso lo termina condenando.
Pero eso no es todo: el equipo de Victoria, de la mano de Néstor “Pipo” Gorosito, terminó en gran faena en noveno lugar, con lo que conseguía la clasificación para la Copa Sudamericana 2020. Pero no podrá disputarla, debido al descenso, debido a un artículo 13 del reglamento de la AFA. Salvo que gane la venidera Copa de la Superliga. Sin palabras.
Pero eso no es todo: el equipo de Victoria, de la mano de Néstor “Pipo” Gorosito, terminó en gran faena en noveno lugar, con lo que conseguía la clasificación para la Copa Sudamericana 2020. Pero no podrá disputarla, debido al descenso, debido a un artículo 13 del reglamento de la AFA. Salvo que gane la venidera Copa de la Superliga. Sin palabras.
LOS TORNEOS DE FÚTBOL DAN VERGÜENZA
Sinceramente, la organización y composición de los campeonatos de fútbol en la Argentina ha pasado el límite de la vergüenza, del ridículo. Cuando pensábamos que el desastre de 30 clubes de 2014 era todo, la capacidad de asombro nos superó largamente.
En la última fecha de las 25 de esta rara Superliga de una rueda, los promedios del descenso hicieron una vez más su mal trabajo, condenando injustamente a quienes en esta temporada realizaron buenas campañas. El caso de Tigre, que venció a River en el Monumental pero descendió y no podrá jugar la Copa Sudamericana (ver aparte) es la punta del iceberg. El iceberg que es el caos de la disputa de los torneos, de la cantidad que asciende y desciende de cada categoría, de la forma de definir diferente en cada división. Se cambia todo, de los 30 de 2014, del recordado Transición, pasamos al calendario anual de 2015 para en 2016 volver al Transición. Para, a la siguiente vuelta, regresar al calendario europeo con torneos largos pero de una sola rueda. Y así también están la Primera B Nacional, la Primera B Metropolitana, con cambio de cantidad de ascensos porque sí, la C, la D, el Federal A, el B y C abolidos así como así. Así está la Selección argentina.
Lo peor es que esto no es cosa del siglo XXI. Desde más de 50 años se viene improvisando con el fútbol argentino, el que debería por prestigio ser el mejor del mundo en todo. Los Campeonatos Nacionales mezclados con el Metro, el invento de los promedios del descenso, los inaceptables Apertura y Clausura, el Clausura que abría el año calendario, las Liguillas, las desafiliaciones de los pobres de la Primera D. Hace mucho que el fútbol argentino, sinceramente, da vergüenza, y más aún, que no cambia.
En la última fecha de las 25 de esta rara Superliga de una rueda, los promedios del descenso hicieron una vez más su mal trabajo, condenando injustamente a quienes en esta temporada realizaron buenas campañas. El caso de Tigre, que venció a River en el Monumental pero descendió y no podrá jugar la Copa Sudamericana (ver aparte) es la punta del iceberg. El iceberg que es el caos de la disputa de los torneos, de la cantidad que asciende y desciende de cada categoría, de la forma de definir diferente en cada división. Se cambia todo, de los 30 de 2014, del recordado Transición, pasamos al calendario anual de 2015 para en 2016 volver al Transición. Para, a la siguiente vuelta, regresar al calendario europeo con torneos largos pero de una sola rueda. Y así también están la Primera B Nacional, la Primera B Metropolitana, con cambio de cantidad de ascensos porque sí, la C, la D, el Federal A, el B y C abolidos así como así. Así está la Selección argentina.
Lo peor es que esto no es cosa del siglo XXI. Desde más de 50 años se viene improvisando con el fútbol argentino, el que debería por prestigio ser el mejor del mundo en todo. Los Campeonatos Nacionales mezclados con el Metro, el invento de los promedios del descenso, los inaceptables Apertura y Clausura, el Clausura que abría el año calendario, las Liguillas, las desafiliaciones de los pobres de la Primera D. Hace mucho que el fútbol argentino, sinceramente, da vergüenza, y más aún, que no cambia.
jueves, 31 de enero de 2019
A 25 AÑOS DE GIMNASIA CAMPEÓN DE LA COPA CENTENARIO
Se debatió, se sigue debatiendo, si fue campeón oficial o no para el historial. Pero la realidad de aquel enero de 1994, hace 25 años, es que el legendario
Gimnasia y Esgrima La Plata gritó campeón y dio una vuelta en el fútbol argentino. Vale entonces el reconocimiento, mucho más por el contexto y por el
gigante rival a quien le ganó para escribir, hasta hoy, su página más feliz.
Corría pleno invierno de 1993 y la AFA, presidida por Julio Grondona, ideó un torneo entre los 20 clubes de Primera División para celebrar su centenario.
Justamente se llamó Copa Centenario de la AFA y era por eliminación directa, con un complejo sistema de rondas de ganadores y perdedores hasta la final
a partido único. Todo en el medio de la disputa de la nueva temporada 93/94, el Torneo Apertura 93 y la actividad de la Selección dirigida por Alfio Basile,
que peleaba por ingresar al Mundial de Estados Unidos.
En ese perdido, mediocre contexto organizativo, con poca repercusión mediática al principio, Gimnasia fue en silencio pasando obstáculos. Entrenado por
la dupla de Carlos Ramaciotti y Edgardo Sbrissa, contaba con los mellizos Guillermo y Gustavo Barros Schelotto y los uruguayos Guillermo Sanguinetti y
el inolvidable Hugo Romeo Guerra. El “lobo” dejó afuera primero a su superclásico rival Estudiantes (1-0, gol de Guillermo), y 0-0), luego a Newell’s Old
Boys 1-0 (Dopazo) y a Argentinos Juniors 2-1 (Dopazo de penal y Morant) y el 7 de agosto derrotó a Belgrano de Córdoba por penales 4-3 luego del 2-2 (Gustavo
y Dopazo) para ir a la gran final por el título, que por esas cosas del diagrama sería recién en el verano del 94.
En tanto, los grandes de nuestro fútbol iban quedando por el camino. Fue River, el River de Daniel Passarella, el de las grandes luminarias, que llegó
a la superfinal tras un camino donde sorteó a Boca en alargue y a Belgrano en la final de perdedores el 23 de enero. Una semana después, en el Bosque platense,
en el famoso reducto gimnasista, se encontraban Gimnasia y River para dirimir el irrepetible certamen festivo.
Ramaciotti y Sbrissa se habían ido del lobo y tomó al equipo el imborrable Roberto Perfumo. El 30 de enero fue el partido, parejo, pero donde el local
siempre jugó mejor y terminó siendo superior a un apagado millonario, de irregular campaña en la liga que ganaría días después. River desperdició una gran
chance cuando a la media hora Guillermo Rivarola remató un penal y el juvenil arquero Lavallén se lo atajó; un rato después, llegando al entretiempo, Hugo
Guerra abrió el marcador. Pero enseguida los riverplatenses empataron por medio de su actual entrenador de la Reserva, Facundo “Luigi” Villalba.
Parecía que la final iba a la prórroga. Pero a los 31 minutos, Guerra bajó la pelota de cabeza y el “Moncho” Pablo Fernández, uno de los tres de ese apellido
en el plantel, empujó el balón al gol. Y sobre la hora, Guillermo lapidó para un 3-1 merecido, rotundo. Gimnasia festejó como lo que era, un título. Sí,
salió campeón en la Argentina. Si las frías estadísticas prefieren obviarlo, es harina de otro costal.
Gimnasia y Esgrima La Plata gritó campeón y dio una vuelta en el fútbol argentino. Vale entonces el reconocimiento, mucho más por el contexto y por el
gigante rival a quien le ganó para escribir, hasta hoy, su página más feliz.
Corría pleno invierno de 1993 y la AFA, presidida por Julio Grondona, ideó un torneo entre los 20 clubes de Primera División para celebrar su centenario.
Justamente se llamó Copa Centenario de la AFA y era por eliminación directa, con un complejo sistema de rondas de ganadores y perdedores hasta la final
a partido único. Todo en el medio de la disputa de la nueva temporada 93/94, el Torneo Apertura 93 y la actividad de la Selección dirigida por Alfio Basile,
que peleaba por ingresar al Mundial de Estados Unidos.
En ese perdido, mediocre contexto organizativo, con poca repercusión mediática al principio, Gimnasia fue en silencio pasando obstáculos. Entrenado por
la dupla de Carlos Ramaciotti y Edgardo Sbrissa, contaba con los mellizos Guillermo y Gustavo Barros Schelotto y los uruguayos Guillermo Sanguinetti y
el inolvidable Hugo Romeo Guerra. El “lobo” dejó afuera primero a su superclásico rival Estudiantes (1-0, gol de Guillermo), y 0-0), luego a Newell’s Old
Boys 1-0 (Dopazo) y a Argentinos Juniors 2-1 (Dopazo de penal y Morant) y el 7 de agosto derrotó a Belgrano de Córdoba por penales 4-3 luego del 2-2 (Gustavo
y Dopazo) para ir a la gran final por el título, que por esas cosas del diagrama sería recién en el verano del 94.
En tanto, los grandes de nuestro fútbol iban quedando por el camino. Fue River, el River de Daniel Passarella, el de las grandes luminarias, que llegó
a la superfinal tras un camino donde sorteó a Boca en alargue y a Belgrano en la final de perdedores el 23 de enero. Una semana después, en el Bosque platense,
en el famoso reducto gimnasista, se encontraban Gimnasia y River para dirimir el irrepetible certamen festivo.
Ramaciotti y Sbrissa se habían ido del lobo y tomó al equipo el imborrable Roberto Perfumo. El 30 de enero fue el partido, parejo, pero donde el local
siempre jugó mejor y terminó siendo superior a un apagado millonario, de irregular campaña en la liga que ganaría días después. River desperdició una gran
chance cuando a la media hora Guillermo Rivarola remató un penal y el juvenil arquero Lavallén se lo atajó; un rato después, llegando al entretiempo, Hugo
Guerra abrió el marcador. Pero enseguida los riverplatenses empataron por medio de su actual entrenador de la Reserva, Facundo “Luigi” Villalba.
Parecía que la final iba a la prórroga. Pero a los 31 minutos, Guerra bajó la pelota de cabeza y el “Moncho” Pablo Fernández, uno de los tres de ese apellido
en el plantel, empujó el balón al gol. Y sobre la hora, Guillermo lapidó para un 3-1 merecido, rotundo. Gimnasia festejó como lo que era, un título. Sí,
salió campeón en la Argentina. Si las frías estadísticas prefieren obviarlo, es harina de otro costal.
viernes, 4 de diciembre de 2015
!QUÉ VERGÜENZA, FÚTBOL ARGENTINO!
El increíble diálogo de los fiscales en las elecciones de AFA. "La puta madre, ¿y ahora qué hacemos?", se escucha claramente
Hacía 36 años que no había elecciones en la Asociación del Fútbol Argentino. Anoche, 3 de diciembre,era una noche histórica para poner fin a tanto desatino y tanta turbulencia de los últimos años y, especialmente, los últimos meses tras la partida de Julio Grondona, su titular desde nada menos 1979. Con la presencia de 75 electores en el predio de Ezeiza, se iba a llevar a cabo una votación que prometía un aire renovador, ganara quien ganara. Un presidente democrático, elegido en los dos cuartos oscuros. Por fin el "sueño" se haría realidad...
Para qué. Para qué tanto sueño, tanta expectativa, tanta previa en los medios, tanta espera contando los días y las horas como si de un casamiento se tratara. Boletas dobles, cuentas que no daban (38- 38 pero eran 75 votos), incertidumbre como pueden ver en el video, desorganización, negligencia (¿quién fue el genio proveedor de las boletas?), pedido del presidente de Boca Daniel Angelici de votar a viva voz, rechazo del resto, pasar lista como en el San Antonio ya que algunos asambleístas se fueron tan sorpresiva como extrañamente, un Luis Segura, presidente actual de este mundo de papel llamado AFA, que nunca hizo honor a su apellido, más bien se mostró indeciso y contradictorio. Que cuarto intermedio, que lista de unidad sí, que de ninguna forma dijo el otro gran candidato Marcelo Tinelli, que un tercer nombre, que lo hacemos en enero, que el 20 de diciembre...
Otra vez la vergüenza, el bochorno, la mala noticia, la oscuridad, la estupidez, el reflejo de lo que ha sido la AFA, la "entidad madre" del fútbol argentino, que de madre tiene poco. Otra vez la vergüenza, como hace un año a esta altura, cuando no se podían poner de acuerdo para organizar el TORNEO DE PRIMERA DIVISIÓN DE ARGENTINA, nada más ni nada menos, y al final hicieron este impresentable, torpe de 30 equipos, a una sola rueda, como el tonto de los torneos cortos pero ahora más largo. Sin seguridad, sin proyectos ni definiciones sobre la violencia, manejos poco claros, desorganización a todo nivel, dinero que vuela de aquí para allá pero nunca se sabe dónde aterriza, sin proyecto de juveniles. Esto es el fútbol nacional, el glorioso fútbol nacional de los 1890 hasta hoy, tan manchado y bastardeado, más noticia por estas novelas que por su calidad y emoción. Esta es la AFA, este es el fútbol argentino, dentro de una Argentina que también está manchada y bastardeada. Es decir, estamos dando vergüenza a todo nivel a los ojos del mundo. Me imagino, por ejemplo, lo que pensarán mis colegas de España para los que trabajo, sobre todo esto. Esto que ya no se soporta más. Este rosario de sandeces, de dimes y diretes, de caos, de desgobierno que pudre al fútbol nuestro cada día más. Agreguemos los arbitrajes, los malos resultados de las selecciones, el pésimo estado financiero y económico de clubes que piden y piden plata de la televisión para después despilfarrarla...
Ufff... Un poco de aire, por favor, que los amantes del fútbol nos estamos asfixiando ante tanta porquería. Que quién sabe cómo seguirá, si cambiará, si mejorará, sobre todo si gana la actual inconducción. Una sola pregunta: ¿hasta cuándo esta pelota de vergüenza, más propia de un país muy pobre que de uno que quiere figurar en el Primer Mundo? Mientras esperamos las respuestas a toda esta locura, por ahora una sola certeza: el fútbol argentino, sobre todo el de 2015, es un conglomerado de desastres.
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