Con los turbios sucesos de Inglaterra 66, la Copa del Mundo había entrado en un cono de sombras. Pero la edición de México en 1970, primera en América del Norte, le devolvió el brillo y el color que merecía. Llegó la televisión a color, las imágenes vía satélite, mejores comunicaciones y una organización y competencia limpias. Y para hacerla más disfrutable, una verdadera sinfonía de fútbol por Pelé y su Brasil les dio el tricampeonato y la Copa Jules Rimet para siempre, grabando una huella inolvidable en la historia.
México, con trayectoria habitual en el Mundial, le ganó a Argentina la sede del 70 por mejor infraestructura y estabilidad económica. Además, había hecho los Juegos Olímpicos dos años antes, y como Uruguay en el 30 o Brasil en el 50, construyó un majestuoso estadio: el Azteca, que sería (como en el 68) epicentro de emociones. El “tri” tenía la chance como local de un mejor papel que los anteriores, y junto a Inglaterra, campeón reinante, y Alemania Federal, nuevamente clasificado, eran los candidatos. Pocos creían en Brasil, a pesar de que el scratch se floreó en la eliminatoria; polémicas entre el técnico Joao Saldanha y Pelé, la exclusión de éste, una derrota con la eliminada Argentina y la remoción de Saldanha crearon un mal clima previo a la Copa.
La fase de clasificación ofreció ausencias de peso en Europa y Sudamérica: Hungría, campeón olímpico,Portugal último en el Grupo 1, España, Francia y sobre todo la Selección, marginada por única vez en la cancha al no poder con el gran Perú y con su propia desorganización, con cambios constantes de entrenador. Pero la gran novedad se dio para África y Asia, que vieron que su boicot al torneo del 66 dio frutos y la FIFA les otorgó la merecida plaza propia, con lo que Marruecos fue el segundo país africano e Israel debutó. La nota negra la dieron El Salvador y Honduras en la llamada “guerra del fútbol”, una serie de tres partidos entre ambos con incidentes que derivó en acciones bélicas con consecuencias nefastas. Fue el precio de que los salvadoreños jugaran su primera Copa del Mundo.
Así las cosas, el 31 de mayo y con el increíble marco de un Azteca colmado, México y la Unión Soviética abrieron el Mundial con un empate a cero. Ambos eran parte del Grupo 1, donde superaron con facilidad a Bélgica y El Salvador. El 2 tuvo sólo seis goles en seis partidos, y con ellos el Uruguay de Luis Cubilla y la Italia de Gianni Rivera, que buscaba el desquite del 0-1 con Corea en el 66, pasaron a cuartos de final. Los otros dos grupos tuvieron dominadores exclusivos: el Brasil de Pelé comenzó su función con tres claras victorias y la Alemania de Gerd Müller y Franz Beckenbauer arrasaba con dos tripletes del primero. Inglaterra fue segundo de los brasileños y Perú, en su primera Copa desde 1930, también se metió en los cuartos.
Pero en el camino peruano se cruzó Pelé, y los de Mario Zagallo, ahora su nuevo técnico, les ganaron 4-2 en uno de los grandes encuentros del torneo. Uruguay y Alemania siguieron en inolvidables partidos con alargue y polémica, y México empezó ganándole a Italia, pero los azzurros con Rivera de titular los golearon y fueron a las semifinales. Éstas fueron otros dos épicos momentos, el 3-1 de Brasil a los celestes con la gran jugada de Pelé ante Mazurkiewicz que no fue gol por poco y, más aún, el tremendo Italia-Alemania, que por algo quedó como “el partido del siglo”, con cambios constantes en el marcador, lesionados como Beckenbauer, un alargue con cinco goles y una definición de Rivera para un 4-3 espectacular, que ponía a los italianos en su primera final desde 1938. Uruguay redondeó igualmente su mejor tarea desde el Maracanazo del 50 con el cuarto puesto, ya que perdió el podio 1-0 con los alemanes.
El 21 de junio, con una ligera lluvia, el Azteca volvía a estar a tope, con casi 108.000 personas, para la final. Los mexicanos iban por Brasil, no sólo porque Italia los había eliminado, sino por el juego de los verdeamarillos. Entonces gritaron rápido a los 17 minutos, cuando Pelé conectó de cabeza un centro desde el lateral. Pero la fragilidad defensiva brasileña hizo que entre el flojo arquero Félix y el central Brito chocaran y le regalaran el empate a Boninsegna, poco antes del descanso. Fue un espejismo, porque en el segundo tiempo, un zurdazo de Gerson y un gol de Jairzinho, otros dos genios, terminaron con el misterio de la retaguardia azzurra. Y para coronar uno de los más grandes campeones de todos los tiempos, Pelé sin mirar asistió al lateral Carlos Alberto, que marcó un hermoso gol para un 4-1 lapidario, concluyente. México y Brasil festejaron juntos, la Copa Rimet fue a las arcas de los de Zagallo y Pelé entró en la inmortalidad, de paso tomándose amplísimo desquite de su lesión del 62 y sus golpes del 66. El gran fútbol triunfó e hizo de México 70, aunque no estuviera Argentina, un recuerdo imborrable.
Bienvenidos a Así Es La Vida, un blog de todo un poco, una charla con un amigo, sin tiempo ni espacio, sin intereses, sin estructuras. El caminar de un ciudadano por la vida. Dedicado a mi madre Anita.
viernes, 13 de abril de 2018
RAREZAS DEL MUNDIAL 66
La primera mascota
El león Willie fue oficialmente la primera mascota de un Mundial en Inglaterra 66. Asimismo, la canción alusiva, otro elemento ya típico de la Copa, llevó su nombre.
El robo de la Copa y la otra mascota
Hubo otra mascota, ésta real, que fue famoso por otro episodio recordado. En marzo del 66, la Copa Jules Rimet fue robada en una exhibición en una iglesia de Westminster. La policía, la famosa Scotland Yard, desplegó un vasto operativo, pero fue un perro, Pickles, que finalmente la encontró enterrada en un jardín. Copa recuperada, ladrón arrestado y condenado a dos años de prisión. Y perro famoso: Pickles estuvo en la inauguración el 11 de julio.
Más tele y plata
Con la llegada de Stanley Rous a la presidencia de la FIFA, se fomentó aún más la participación de la televisión y comenzó la explotación de derechos comerciales, con acuerdos con grandes empresas. Así, la inauguración fue transmitida por primera vez a todo el mundo vía satélite, y se empezaron a colocar paneles con publicidad en los estadios.
Los que no jugaron eliminatorias
Además del masivo retiro de los países africanos, ofendidos por la distribución de plazas, Congo y Filipinas no pudieron participar de la fase previa por errores en su inscripción. Guatemala, que ya había tomado parte antes, se bajó por conflicto con su vecino Belice. Y Sudáfrica, en sus primeros años del régimen del apartheid (segregación racial) fue expulsado de la FIFA.
Camboya, sede de la eliminatoria
Como fue escrito, Camboya albergó un partido de la Copa del mundo, en este caso la llave a ida y vuelta entre Corea del Norte y Australia por un lugar en la fase final. Eran los únicos que quedaron de todos los originalmente anotados en África, Asia y Oceanía. En el estadio Olímpico de la capital Phnom Penh, ante 60.000 personas, los norcoreanos ganaron 6-1 y 3-1 y fueron al Mundial, donde bajarían a Italia y pondrían 3-0 contra las cuerdas al Portugal de Eusebio.
Las ayudas a Inglaterra
Desde la primera ronda, Inglaterra fue favorecido por los arbitrajes. Ante Francia, en el cierre del Grupo 1, los dos goles de Roger Hunt fueron irregulares: el primero en claro offside, y el segundo cuando el partido debió ser cortado por agresión sin pelota de Nobby Stiles a un rival. Luego llegó la expulsión de Rattin en el choque con Argentina, y el no gol de Hurst en la final con Alemania.
Sin cambios por última vez
El Mundial 66 fue el último en que no se permitieron cambios una vez comenzado el partido. Por eso el arquero de Hungría, Szentmihalyi, jugó lesionado con Portugal desde el minuto 1, y su equipo perdió 3-1.
Sin tarjetas por última vez
Tampoco se había reglamentado aún el uso de tarjetas amarilla y roja para la disciplina. Por eso, Antonio Rattin fue echado a dedo por el alemán Rudolf Kreitlein en el famoso partido de cuartos de final con Inglaterra.
Coreano optimista
Sin duda Corea del Norte fue la nota exótica del Mundial. Antes del último encuentro del Grupo 4 ante la poderosa Italia, le preguntaron al técnico Myung Re Hyun si iban a reservar vuelo de retorno a su país tras el mismo, descontando un triunfo seguro de los italianos. La respuesta del Dt fue “¿Reservar vuelo? Si nosotros nos vamos a clasificar…”.
Dos soviéticos menos con Alemania
En la semifinal entre Alemania y la URSS, éstos perdieron dos hombres ya en el primer tiempo. Uno fue el medio Sabó, que a los 8 minutos se fue fracturado. Venía de una entrada dura de Emmerich, quiso desquitarse al ir a trabar con Franz Beckenbauer y se rompió el tobillo. Y a los 44, apenas Haller marcó el primer gol germano, el puntero Chislenko, figura de los del este, corrió a su colega Held y le dio un puntapié que le valió su expulsión. Por fractura y por roja, la URSS jugó con nueve 46 minutos y cayó 2-1.
El león Willie fue oficialmente la primera mascota de un Mundial en Inglaterra 66. Asimismo, la canción alusiva, otro elemento ya típico de la Copa, llevó su nombre.
El robo de la Copa y la otra mascota
Hubo otra mascota, ésta real, que fue famoso por otro episodio recordado. En marzo del 66, la Copa Jules Rimet fue robada en una exhibición en una iglesia de Westminster. La policía, la famosa Scotland Yard, desplegó un vasto operativo, pero fue un perro, Pickles, que finalmente la encontró enterrada en un jardín. Copa recuperada, ladrón arrestado y condenado a dos años de prisión. Y perro famoso: Pickles estuvo en la inauguración el 11 de julio.
Más tele y plata
Con la llegada de Stanley Rous a la presidencia de la FIFA, se fomentó aún más la participación de la televisión y comenzó la explotación de derechos comerciales, con acuerdos con grandes empresas. Así, la inauguración fue transmitida por primera vez a todo el mundo vía satélite, y se empezaron a colocar paneles con publicidad en los estadios.
Los que no jugaron eliminatorias
Además del masivo retiro de los países africanos, ofendidos por la distribución de plazas, Congo y Filipinas no pudieron participar de la fase previa por errores en su inscripción. Guatemala, que ya había tomado parte antes, se bajó por conflicto con su vecino Belice. Y Sudáfrica, en sus primeros años del régimen del apartheid (segregación racial) fue expulsado de la FIFA.
Camboya, sede de la eliminatoria
Como fue escrito, Camboya albergó un partido de la Copa del mundo, en este caso la llave a ida y vuelta entre Corea del Norte y Australia por un lugar en la fase final. Eran los únicos que quedaron de todos los originalmente anotados en África, Asia y Oceanía. En el estadio Olímpico de la capital Phnom Penh, ante 60.000 personas, los norcoreanos ganaron 6-1 y 3-1 y fueron al Mundial, donde bajarían a Italia y pondrían 3-0 contra las cuerdas al Portugal de Eusebio.
Las ayudas a Inglaterra
Desde la primera ronda, Inglaterra fue favorecido por los arbitrajes. Ante Francia, en el cierre del Grupo 1, los dos goles de Roger Hunt fueron irregulares: el primero en claro offside, y el segundo cuando el partido debió ser cortado por agresión sin pelota de Nobby Stiles a un rival. Luego llegó la expulsión de Rattin en el choque con Argentina, y el no gol de Hurst en la final con Alemania.
Sin cambios por última vez
El Mundial 66 fue el último en que no se permitieron cambios una vez comenzado el partido. Por eso el arquero de Hungría, Szentmihalyi, jugó lesionado con Portugal desde el minuto 1, y su equipo perdió 3-1.
Sin tarjetas por última vez
Tampoco se había reglamentado aún el uso de tarjetas amarilla y roja para la disciplina. Por eso, Antonio Rattin fue echado a dedo por el alemán Rudolf Kreitlein en el famoso partido de cuartos de final con Inglaterra.
Coreano optimista
Sin duda Corea del Norte fue la nota exótica del Mundial. Antes del último encuentro del Grupo 4 ante la poderosa Italia, le preguntaron al técnico Myung Re Hyun si iban a reservar vuelo de retorno a su país tras el mismo, descontando un triunfo seguro de los italianos. La respuesta del Dt fue “¿Reservar vuelo? Si nosotros nos vamos a clasificar…”.
Dos soviéticos menos con Alemania
En la semifinal entre Alemania y la URSS, éstos perdieron dos hombres ya en el primer tiempo. Uno fue el medio Sabó, que a los 8 minutos se fue fracturado. Venía de una entrada dura de Emmerich, quiso desquitarse al ir a trabar con Franz Beckenbauer y se rompió el tobillo. Y a los 44, apenas Haller marcó el primer gol germano, el puntero Chislenko, figura de los del este, corrió a su colega Held y le dio un puntapié que le valió su expulsión. Por fractura y por roja, la URSS jugó con nueve 46 minutos y cayó 2-1.
HISTORIA MUNDIAL: INGLATERRA 66
La oscuridad en que la Copa del Mundo había caído en Chile 62 se acrecentó para 1966. Tácticas defensivas y juego violento, como en ese momento, fueron acompañados de episodios turbios, fuera del fútbol. Y en ese contexto, Inglaterra organizó y ganó su único certamen de mayores hasta hoy, con un gran equipo pero con un jugador de más: los árbitros. Un contexto que claramente perjudicó a Argentina, Brasil, Uruguay y Chile, los ases de Sudamérica, de nuevo sometida por poderes europeos.
Los inventores del balompié se habían presentado junto a Alemania Federal y España para ser sede del 66. Como los españoles se retiraron, la elección quedó entre ingleses y alemanes, y los británicos se impusieron en la votación por 34 a 27. Sí, le ganaron a los germanos, como lo harían años más tarde en la final de su Mundial. También influyó en la elección que la Federación cumplía 100 años, y que el nuevo presidente de la FIFA era el controvertido Stanley Rous, que abogaba por Europa y con muy poco interés en otros continentes. Tanto, que para las eliminatorias dispuso una sola plaza para África, Asia y Oceanía, y fue muy lógico que los 15 representantes africanos y algunos asiáticos boicotearon el torneo.
La fase previa era un poco más organizada, aunque seguían jugando Siria e Israel en Europa. Hubo ya grupos de cuatro países en el Viejo Mundo y los acostumbrados tres de tres en Sudamérica. Destacó la vuelta de Francia, el pase de España en desempate angustioso con Irlanda y el debut de dos que dejarían huella: Portugal, al influjo del gran Eusebio y sus amigos del Benfica copero, y Corea del Norte, que fue el único de la región Asia-Oceanía al ganarle a Australia en Camboya. Brasil, Uruguay y la Argentina de Juan Carlos Lorenzo se clasificaron sin problemas, mientras Chile necesitó de un desempate ante Ecuador. El número de inscriptos se amplió a 71 y a naciones como Albania, Jamaica o Cuba.
La “catedral del fútbol”, el estadio de Wembley, escenario de tantas batallas, vivía su momento cumbre recibiendo a la Copa. El 11 de julio, allí en Londres, los locales se enfrentaban con Uruguay. Tras una sencilla ceremonia inaugural, los celestes tejieron una sabia telaraña y sacaron un gran empate a cero. Ambos terminarían pasando a los cuartos de final sobre Francia y México, pero los ingleses con su primer ayuda arbitral, con dos goles viciados de nulidad contra los galos. Los de Ondino Viera, con Mazurkiewicz, Goncálvez o Rocha en sus filas, fueron junto a Argentina los únicos de la CONMEBOL que siguieron, porque Brasil cayó con la potencia de Portugal y Hungría y sobre todo, con la eliminación antideportiva de Pelé, golpeado a mansalva con complicidad de los jueces. Y Chile poco pudo hacer con la Unión Soviética, Italia y Corea del Norte. Los asiáticos dieron la nota sonora dejando afuera a los azzurros y sus apellidos por 1 a 0.
Nuevamente el “Toto” Lorenzo estaba al frente de la albiceleste, que con Luis Artime como goleador, más talentos como Jorge Solari, Silvio Marzolini, Ermindo Onega o “Pinino” Más, derrotaron a España y Suiza y empataron con Alemania, a quien acompañaron a los cuartos. Por lo que en esa instancia, se encontrarían con Inglaterra y los teutones con Uruguay. Stanley Rous confió la designación de los árbitros a Ken Aston, el juez del escandaloso Chile-Italia del Mundial 62, donde se pegaron a mansalva de ambos lados. Aston decidió a un alemán, Rudolf Kreitlein, para Argentina-Inglaterra, y a un inglés, James Finney, para Alemania-Uruguay. Causalidad más que casualidad: el alemán expulsó a Antonio Rattin en controvertida decisión y los ingleses le ganaron a un laborioso Argentina sobre el final. Por su parte, el inglés no dio un penal para los celestes por atajada del defensor Schnellinger en la línea por un cabezazo de Rocha, y echó a Troche y Silva, favoreciendo descaradamente que los de Helmut Schön se impusieran 4 a 0.
Por suerte, los otros cuartos tuvieron fútbol, con el triunfo de la URSS sobre Hungría y, especialmente, con un tremendo Portugal-Corea del Norte, donde los norcoreanos ganaban 3 a 0 a los 23 minutos, hasta que Eusebio marcó cuatro goles y su país ganó 5 a 3, yendo a encontrarse con el local en las semifinales, donde éste ganó con doblete del gran Bobby Charlton, llegando a su primera final. Su rival sería Alemania, que en partido áspero superó a los soviéticos. Eusebio y Portugal concluyeron su brillante aparición con el tercer puesto sobre la URSS.
Bajo una lluvia bien inglesa, Wembley acogió el 30 de julio el partido decisivo. Alemania quería revalidar su título del 54, con Franz Beckenbauer y Uwe Seeler entre sus figuras. Los del hosco Alf Ramsey, que apodó a los argentinos “animales”, contaban con Charlton y sus delanteros Hurst y Hunt, más una defensa donde sobresalían el espectacular arquero Gordon Banks y el capitán Bobby Moore. Los alemanes comenzaron arriba por Haller, pero Hurst marcó de cabeza su primer gol de la tarde. Cerca del final, Peters desniveló y parecía que el triunfo era anfitrión, pero en jugada viciosa Weber igualó a los 89 minutos. Cuando iban 10 del primer alargue, Hurst remató de volea y la pelota superó al guardameta Tilkowski, dio en el travesaño, picó aparentemente delante de la línea y se fue al córner. El árbitro suizo Dienst miró a su asistente, el soviético Bakhramov, que señaló el centro de la cancha marcando el gol, el que no fue, pero que decretó el título. Porque Alemania se cayó, Hurst realizó su triplete sobre la hora y el 4-2 le permitió a Inglaterra ser campeón del mundo, premio simbolizado en la Copa Rimet, que la reina Isabel II le entregó a Moore. Los ingleses, es cierto, tenían gran equipo, pero no tenían por qué ser empujados por la trampa. Sin duda, fue uno de los Mundiales más nublados, como el cielo de Londres, de toda la historia.
Los inventores del balompié se habían presentado junto a Alemania Federal y España para ser sede del 66. Como los españoles se retiraron, la elección quedó entre ingleses y alemanes, y los británicos se impusieron en la votación por 34 a 27. Sí, le ganaron a los germanos, como lo harían años más tarde en la final de su Mundial. También influyó en la elección que la Federación cumplía 100 años, y que el nuevo presidente de la FIFA era el controvertido Stanley Rous, que abogaba por Europa y con muy poco interés en otros continentes. Tanto, que para las eliminatorias dispuso una sola plaza para África, Asia y Oceanía, y fue muy lógico que los 15 representantes africanos y algunos asiáticos boicotearon el torneo.
La fase previa era un poco más organizada, aunque seguían jugando Siria e Israel en Europa. Hubo ya grupos de cuatro países en el Viejo Mundo y los acostumbrados tres de tres en Sudamérica. Destacó la vuelta de Francia, el pase de España en desempate angustioso con Irlanda y el debut de dos que dejarían huella: Portugal, al influjo del gran Eusebio y sus amigos del Benfica copero, y Corea del Norte, que fue el único de la región Asia-Oceanía al ganarle a Australia en Camboya. Brasil, Uruguay y la Argentina de Juan Carlos Lorenzo se clasificaron sin problemas, mientras Chile necesitó de un desempate ante Ecuador. El número de inscriptos se amplió a 71 y a naciones como Albania, Jamaica o Cuba.
La “catedral del fútbol”, el estadio de Wembley, escenario de tantas batallas, vivía su momento cumbre recibiendo a la Copa. El 11 de julio, allí en Londres, los locales se enfrentaban con Uruguay. Tras una sencilla ceremonia inaugural, los celestes tejieron una sabia telaraña y sacaron un gran empate a cero. Ambos terminarían pasando a los cuartos de final sobre Francia y México, pero los ingleses con su primer ayuda arbitral, con dos goles viciados de nulidad contra los galos. Los de Ondino Viera, con Mazurkiewicz, Goncálvez o Rocha en sus filas, fueron junto a Argentina los únicos de la CONMEBOL que siguieron, porque Brasil cayó con la potencia de Portugal y Hungría y sobre todo, con la eliminación antideportiva de Pelé, golpeado a mansalva con complicidad de los jueces. Y Chile poco pudo hacer con la Unión Soviética, Italia y Corea del Norte. Los asiáticos dieron la nota sonora dejando afuera a los azzurros y sus apellidos por 1 a 0.
Nuevamente el “Toto” Lorenzo estaba al frente de la albiceleste, que con Luis Artime como goleador, más talentos como Jorge Solari, Silvio Marzolini, Ermindo Onega o “Pinino” Más, derrotaron a España y Suiza y empataron con Alemania, a quien acompañaron a los cuartos. Por lo que en esa instancia, se encontrarían con Inglaterra y los teutones con Uruguay. Stanley Rous confió la designación de los árbitros a Ken Aston, el juez del escandaloso Chile-Italia del Mundial 62, donde se pegaron a mansalva de ambos lados. Aston decidió a un alemán, Rudolf Kreitlein, para Argentina-Inglaterra, y a un inglés, James Finney, para Alemania-Uruguay. Causalidad más que casualidad: el alemán expulsó a Antonio Rattin en controvertida decisión y los ingleses le ganaron a un laborioso Argentina sobre el final. Por su parte, el inglés no dio un penal para los celestes por atajada del defensor Schnellinger en la línea por un cabezazo de Rocha, y echó a Troche y Silva, favoreciendo descaradamente que los de Helmut Schön se impusieran 4 a 0.
Por suerte, los otros cuartos tuvieron fútbol, con el triunfo de la URSS sobre Hungría y, especialmente, con un tremendo Portugal-Corea del Norte, donde los norcoreanos ganaban 3 a 0 a los 23 minutos, hasta que Eusebio marcó cuatro goles y su país ganó 5 a 3, yendo a encontrarse con el local en las semifinales, donde éste ganó con doblete del gran Bobby Charlton, llegando a su primera final. Su rival sería Alemania, que en partido áspero superó a los soviéticos. Eusebio y Portugal concluyeron su brillante aparición con el tercer puesto sobre la URSS.
Bajo una lluvia bien inglesa, Wembley acogió el 30 de julio el partido decisivo. Alemania quería revalidar su título del 54, con Franz Beckenbauer y Uwe Seeler entre sus figuras. Los del hosco Alf Ramsey, que apodó a los argentinos “animales”, contaban con Charlton y sus delanteros Hurst y Hunt, más una defensa donde sobresalían el espectacular arquero Gordon Banks y el capitán Bobby Moore. Los alemanes comenzaron arriba por Haller, pero Hurst marcó de cabeza su primer gol de la tarde. Cerca del final, Peters desniveló y parecía que el triunfo era anfitrión, pero en jugada viciosa Weber igualó a los 89 minutos. Cuando iban 10 del primer alargue, Hurst remató de volea y la pelota superó al guardameta Tilkowski, dio en el travesaño, picó aparentemente delante de la línea y se fue al córner. El árbitro suizo Dienst miró a su asistente, el soviético Bakhramov, que señaló el centro de la cancha marcando el gol, el que no fue, pero que decretó el título. Porque Alemania se cayó, Hurst realizó su triplete sobre la hora y el 4-2 le permitió a Inglaterra ser campeón del mundo, premio simbolizado en la Copa Rimet, que la reina Isabel II le entregó a Moore. Los ingleses, es cierto, tenían gran equipo, pero no tenían por qué ser empujados por la trampa. Sin duda, fue uno de los Mundiales más nublados, como el cielo de Londres, de toda la historia.
jueves, 12 de abril de 2018
CÓMO DISTRIBUIR EL DÍA
Es cierto que la vida es hiperdinámica, no son todos los días iguales. Que muchas veces no se tiene tiempo más que para lo necesario. Pero, recordando lo que un día de sol leía en mi libro de tercer grado, sugiero humildemente cómo se puede distribuir las 24 horas del día lo mejor posible.
Según publicaba el libraco de 1981, se nos proponía a los niños dividir el día en tres segmentos de ocho oras cada uno. Ocho para estudiar y demás obligaciones colegiales, ocho para de todo un poco, léase jugar, comer, viajar, y ocho para descansar. Mäs o menos así, siempre y cuando se pueda, es lo que me sugieren a mí y que yo también pienso para ustedes. Se puede hacer flexible,cada segmento no tiene por qué durar 8 horas, 0 minuto y 0 segundo. Pero tampoco dormir una hora, trabajar 13 y lo demás 10. Más o menos una vida pareja, ordenada. Sé que pido mucho, en esta sociedad agitada. Bueno, como sea, cada uno ya sabe cómo es el modelo.
Según publicaba el libraco de 1981, se nos proponía a los niños dividir el día en tres segmentos de ocho oras cada uno. Ocho para estudiar y demás obligaciones colegiales, ocho para de todo un poco, léase jugar, comer, viajar, y ocho para descansar. Mäs o menos así, siempre y cuando se pueda, es lo que me sugieren a mí y que yo también pienso para ustedes. Se puede hacer flexible,cada segmento no tiene por qué durar 8 horas, 0 minuto y 0 segundo. Pero tampoco dormir una hora, trabajar 13 y lo demás 10. Más o menos una vida pareja, ordenada. Sé que pido mucho, en esta sociedad agitada. Bueno, como sea, cada uno ya sabe cómo es el modelo.
lunes, 9 de abril de 2018
!QUÉ DIFÍCIL ES NAVEGAR EN INTERNET!
Me acuerdo cuando a mediados de 1999, leía una guía que el diario Clarín sacó con nociones de Internet, que recién empezaba a conocerse. En un capítulo, la guía avisaba que las páginas web proliferaban, por eso había que aprender a usar los buscadores y demás herramientas. Si en el 99 era complicado, hoy es una real selva. No sólo mil millones de millones de páginas, y cada día más, sino el formato o como se le llame con que están hechas, que bajan lento, que no descargan, ni hablar las que se mueven, llenas de las malditas publicidades, por más que vengan a hablarme de negocio. Internet hoy es un problema, no una solución, te lo dicen algunos técnicos. Peor aún para personas como yo, con discapacidad, y los pobres lectores de pantalla como el famoso jaws con el que me manejo, chocan contra el monstruo HTML 5 y todos esos diseños raros con dibujitos por todos lados. Querés comentar un video de YouTube y no encontrás cómo, querés activar (como acá en el blog) una casilla de verificación y te manda a cualquier lado. Es cierto que los jaws son poco compatibles, pero quien tiene la culpa de lo duro de navegar es quien crea los sitios. Como todo, tomémoslo o dejémoslo.
domingo, 8 de abril de 2018
COPA DAVIS: ARGENTINA VUELVE A LUCHAR POR PRIMERA
En 2016, el tenis argentino vivió el momento más grande de su rica y larga historia, al ganar por primera vez la Copa Davis, el Mundial del deporte blanco. Como una maldición del destino, en su siguiente compromiso perdió con Italia y pasó al repechaje, que perdió con un tal Kazajstán, debiendo descender a la Zona Americana tras 16 años. Este fin de semana, la nueva legión albiceleste consiguió vencer a Chile, su rival histórico de la zona, por 3 a 2 en quinto punto gracias a Guido Pella, y así vuelve a luchar por la Primera, cuando en meses dispute de nuevo el repechaje con rival a definir. Buena para los de Daniel Orsanic, sin Del Potro pero con el genio de Diego Schwartzman y los nuevos que lo acompañan, demostrando que por algo nuestro tenis es mundial. Aunque aún estemos en la B.
LA PRIMERA CANCIÓN DE UN MUNDIAL
Por primera vez en 1962, la Copa del Mundo tuvo una canción alusiva. Se trata de El Rock del Mundial, interpretado por el grupo chileno The Ramblers, con un clarísimo estilo del rock de los 60, el de moda esos tiempos. Desde entonces, el tema del Mundial fue otro condimento a la gran historia de la Copa.
Escuchen aquí, genial:
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