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martes, 29 de diciembre de 2020

QUIEN DIRIA: BOCA-RIVER DE AÑO NUEVO, ¿Y COPA?

Que Boca de papá Rafael y River cuentan historias por miles es ya superclásico como su partido. Sobre todo estos últimos años con los "rounds" por la Copa Libertadores, Supercopa, paternidad millonaria, gloria eterna y más. Pero como su fuego sagrado nunca se extinguirá, ahora los gigantes se van a enfrentar en fechas y circunstancias rarísimas. El sábado 2 a la noche van en la Bombonera por la fecha 4 de la segunda fase de esta Copa Mmaradona que es el torneo local, con el aditamento de que quien gane pasará casi a la final por el título, ya que están empatados en el primer puesto de su Zona Campeonato A. Pero después se podría dar otro, y qué: una nueva final copera, como si la de 2018 en Madrid ya no diera que hablar todavía. En las semifinales de la Libertadores deben superar primero a los duros, aplomados brasileños. Boca con Santos y River con Palmeiras. Si lo hacen, tendríamos el 20 otro "derby" nacional. Sí, un Boca-River de Año Nuevo, aunque sea el 2, y quizá, otro por la Copa. Para ir palpitando, curiosamente justo cuando el año recién arranque.

miércoles, 23 de enero de 2019

GIORDANO ESTUVO EN EL BERNABEU

A todo esto, uno se pregunta: si Roberto Giordano fue tan protagonista de estos veranos, ¿dónde anda ahora?… Como se sabe, el famoso estilista, organizador y conductor de los desfiles de moda, estuvo en la mala con evasión de impuestos y otras causas de desmanejos econnómicos que lo obligaron a terminar con el evento y con su negocio. Pero hacía mucho que no sabíamos de su andar, hasta que buscando en Google (no googleando, queda feo) nos enteramos que fue a ver a su Boca Juniors el 9 de diciembre pasado, en la final de la Copa Libertadores con River, en el estadio Santiago Bernabeu de Madrid, ilógica sede del partido. Lo filmaron unos hinchas y obvio, como todo videíto, recorrió las locas redes. Como en 2003, cuando no sólo vio a Boca campeón en Japón ante el Milan sino que hizo de notero a jugadores, el veterano volvió al fútbol. Su situación, si bien lo sobreseyeron en aquella causa fiscal, no es la mejor: vive humildemente en Maldonado, Uruguay, y con una uruguaya que, dicen los familiares de ella, la engañó económicamente. Ahí anda el Roberto del top, siempre activo, aseguran que juega a la quiniela, aunque quién sabe si sigue, como su típica frase de desfile,  moviendo las cabezas.

domingo, 9 de diciembre de 2018

river debió perder los puntos, pero es el campeón

El título de campeón de la Copa Libertadores de River merece todas las felicitaciones del caso. Que hizo méritos es indudable, no se gana una Libertadores con la camiseta. Pero no hay que perder de vista el trasfondo. NO hay que olvidar la nefasta jornada de la agresión al micro de Boca. En suma, River es un campeón muy bueno dentro de la cancha, pero no debió serlo por lo acontecido, aunque (claro) no tenga la culpa.

No es una editorial partidaria, por favor. Es la realidad. El club de Núñez debió claramente ser sancionado con la pérdida del partido revancha. Porque aunque la dirigencia riverplatense intentó desligarse de la barbarie, las barrabravas están dentro del club y ellos lo saben. Entonces, y aunque a muchos no les guste, Boca tenía que haber sido decretado campeón. Pero claro, el negocio, el show, debe continuar, y así lo hizo la CONMEBOL, redondeando la peor Libertadores que se recuerde.

Un equipo disminuido emocionalmente, lo manifestamos, no puede afrontar un compromiso de esta envergadura. Es, repetimos, como si al pobre Chapecoense lo hubieran obligado a jugar la final de la Copa Sudamericana 2016 luego de la tragedia aérea. Si bien lo de Boca no fue tanto (por poco), en el fondo la situación da para lo mismo.

River es campeón. Que festeje, que vaya y represente a la Argentina y a la devaluada CONMEBOL en el Mundial de Clubes de Emiratos Arabes Unidos. Pero queda marcado por haber sido un ganador con un gran dejo de injusticia.

lunes, 26 de noviembre de 2018

BOCA DEBE SER CAMPEÓN, RIVER SANCIONADO DURAMENTE

Se dice que el periodismo es el "cuarto poder" por su influencia sobre las cuestiones cotidianas. No buscamos influir en la esperada resolución de la CONMEBOL sobre la frustrada final Boca-River de la Copa Libertadores en su reunión del martes, sólo poner luz y lógica con lo que debe ser justo. Porque puede, como toda justicia humana, ser incorrecta.

En otro continente, en un ámbito normal como podría ser Europa, después de las barbaridades que cometió su gente, aunque no sea su gente auténtica, River Plate debería ser sancionado duramente, con suspensión del Monumental por un año para partidos internacionales. Y más aún, con la pérdida de los puntos. Es decir que Boca Juniors debería, siempre según la lógica, ser declarado campeón y clasificado al Mundial de Clubes. Tal vez sea apresurado, probablemente no esté en la letra fría del reglamento. Pero no siempre el reglamento, tantas veces acomodado como se da la gana, debe primar, sino el sentido común.

Porque en verdad, que a Boca lo hagan jugar la final luego de semejante barbarie (que seguramente se va a repetir) es casi, casi como si se hubiera obligado al bueno de Chapecoense a disputar la Sudamericana 2016 contra Atlético Nacional de Medellín treinta días después de su tragedia aérea. El equipo de Guillermo Barros Schelotto no está preparado en este momento para afrontar una responsabilidad como ésta en este contexto. Y no tiene mucha seriedad, ni tampoco da lugar a fiesta, que se juegue un partido así tras tanta locura, como si tal cosa.

El periodismo es el cuarto poder. No para decirle a la CONMEBOL qué tiene que hacer. Sí para formar opinión y echar luz a tanta oscuridad. Después, que cada uno obre a su voluntad.

domingo, 25 de noviembre de 2018

BOCA-RIVER, EL PAPELÓN DEL SIGLO

No sólo ya no puede vivirse el súper Boca-River copero con alegría, debido a los incidentes del sábado. Una vez más, la Argentina produce, en lugar de una fiesta del fútbol, una vergüenza a los ojos del mundo, como tantas otras a lo largo de los últimos años en otras cuestiones. Pero peor es el papelón organizativo y dirigencial. Después de la suspensión por la lluvia de la final de ida, que tardó lo inexplicable en decidirse, lo de ayer. Idas, vueltas, reuniones interminables de mil horas cuando el sentido común gritaba basta a tanta locura y estupidez. Decisión tras seis horas, reprogramación, jugadores lesionados y shockeados, reuniones en Boca para ver qué postura tomar. Y este domingo, de nuevo el desatino. Otra vez suspensión cuando hacía media hora que hinchas de River habían entrado a su cancha, el Monumental, a ver de una vez la maldita final. Qué pasó, qué no, quién es culpable, quién inocente, ya no importa. Todos, absolutamente todos, salieron perdiendo la final. Más que perder, dejaron un ridiículo lamentable e inolvidable.

sábado, 24 de noviembre de 2018

BOCA-RIVER: LA SUMATORIA DE LO QUE SOMOS

Cuando suceden estas barbaridades como hoy en el Boca-River de vuelta de la Copa Libertadores, uno se pregunta, con mucha impotencia, por qué esto, por qué tanta locura. Según mi humildísimo parecer, es simple. Somos, siempre lo digo, una sociedad en decadencia, que involuciona, estúpida intelectualmente. Inculta, mal educada, egoísta, confrontativa. Violenta. Y puedo seguir, porque yo mismo lo padezco en mi caminar diario por la vida argentina. Todo eso que somos, idiotamente llamado "idiosincrasia", se traslada a estos incidentes. Usted me dirá que´tiene que ver las locuras de la sociedad con una barra brava que apedrea un micro. Es que esas locuras son, siempre según mi visión, el caldo de cultivo de lo que pasa después. No es violencia del fútbol, es en el fútbol pero de la sociedad, o mejor dicho, insociedad. A ver, si en la iglesia los padres dejan corretear a los nenes en medio de la lectura del Evangelio, qué podemos pedir para el fútbol. Lamentable, sí, pero también explicable. La explicación es la sociedad argentina.

BOCA-RIVER: SE ACABÓ LA ALEGRÍA, GANE QUIEN GANE

Iba a ser una superfinal, no sólo ese prefijo por ser los dos más grandes del fútbol argentino y de los grandes de América. Lo único que fue "súper" este sábado fue la vergüenza que Boca y River tuvieron que mostrar al mundo con los incidentes, antes y después de la suspensión, sumadas a las presiones de los supuestamente mandatarios de la pelota, la demora en la decisión y otros entretelones de otra novela negra.

Iba a ser una superfinal, con goles, o no, con emoción, con 90 minutos o alargue, con penales, con situaciones, con polémicas. Y al final, porque la vida del fútbol lo decide así, uno solo iba a ser el dichoso. El del festejo, el de la alegría. Sí, claro, el partido pasó para este domingo. Habrá campeón de la Copa Libertadores de América. Habrá, también, clasificado para el Mundial de Clubes de Emiratos Arabes Unidos. Pero es claro, ya no habrá alegría. Pocos pueden estar felices y tener ánimo de celebración 24 horas después de un bochorno que arruinó la fiesta más grande que se iba a realizar.

Y por favor: que el resultado final no tape lo que pasó. Que en la historia nos acordemos de este, aquel, River-Boca de la vergüenza.

sábado, 10 de noviembre de 2018

¿HAY QUE PENSAR MUCHO PARA SUSPENDER POR LLUVIA TORRENCIAL?

A lo largo de esta lluviosa jornada sobre Buenos Aires, íbamos informándonos momento a momento de la posible suspensión del superclásico Boca-River por la primera final de la Copa Libertadores. Que se juega, que no, que hay que esperar, que a las 2, que a las 3… Increíblemente, inexplicablemente, se esperó más de la cuenta para la decisión. Que se caía de madura, llovía torrencialmente (con cortísimos intervalos) y la Bombonera, escenario del primer choque, no estaba en buenas condiciones. Y el pronóstico sentencia lluvia hasta casi el martes. Entonces, no hay que pensar tanto para definir una cuestión tan importante como ésta. Una vez más queda en evidencia la desorganización que reina en la Argentina cada vez que llueve sobre el fútbol. Hay gente, incluso de lugares lejanos, hay seguridad, hay toda una estructura que lleva tiempo armar y desarmar para que con tan poco tiempo de antelación se resuelva suspender lo que se veía a simple vista.

viernes, 9 de noviembre de 2018

2015: BOCA-RIVER LIBERTADORES, ROUND 3



Resumen de la lamentable noche del gas pimienta

En 2015, Boca y River debieron cruzar sus vidas por tercera vez en el milenio en la Copa Libertadores. Iba a ser una fiesta, más allá de la rivalidad. Pero fue otra lamentable página negra de los gigantes del fútbol argentino. Y bien negra, tanto que no se terminó de escribir.

Fue milagroso cómo los dos tuvieron que enfrentarse en los octavos de final. Porque mientras el súper Boca de Rodolfo Arruabarrena ganó sus seis partidos de grupo, el River del por entonces nuevo Marcelo Gallardo pasó ajustadísimo, por un punto y gracias a un resultado ajeno, aquel raro 5-4 de Tigres de México al Juan Aurich de Perú. Pero se sabe que en el superclásico, como pasará este sábado y el que viene, los números previos no cuentan. Por eso, aquel mayo de 2015 fueron noches de predicciones incumplidas y finales inesperados.

El 7 en el Monumental, River anuló a Boca tácticamente y le ganó sobre el cierre, a los 82 minutos, cuando un inoportuno foul de Leandro Marín sobre el "Pity" Martínez fue penal que el uruguayo Carlos Sánchez convirtió en el 1-0 importantísimo, pero no decisivo. Faltaba la vuelta y, aunque el xeneize había jugado nada que ver con su arrasadora previa, el superclásico estaba abierto. Así fue la gran expectativa en la Bombonera el 14 de mayo, cuando la gente voquense creía en la remontada de su equipo y el pase a los cuartos de final.

Sin embargo, Boca volvió a decepcionar, sin fútbol, casi sin asustar al genial arquero Barovero. Y se le fueron otros 45 minutos con un 0-0 que parecía definitivo. Pero restaba el segundo tiempo, y todo podía pasar. El uruguayo Nicolás Lodeiro se preparaba para ingresar y darle al local algo de chispa, frente a un River siempre mejor parado.

En un segundo, la fiesta, el superclásico, la noche, se vinieron abajo, se hicieron negros. Apareció otro personaje en la historia de estos grandes, pero no un Riquelme, un Palermo, un Saviola, un Nasuti. Apareció un siniestro loco, un tal Adrián "Panadero" Napolitano, a quien se le ocurrió la nefasta idea de arrojar gas pimienta por un hueco de la manga protectora camino al vestuario, que cayó sobre varios futbolistas millonarios y afectó a algunos, como Leonardo Ponzio. Un escándalo impropio de un Boca-River, que se vio en todo el mundo, arruinó todo. Porque luego de muchos minutos, deliberaciones, desacertadas entradas de los presidentes, nefastos cantos de la hinchada local, el árbitro Darío Herrera decidió suspender, demasiado tarde tal vez, el partido. Para decorar la torta, la actitud harto repudiable de los jugadores de Boca, con el arquero Agustín Orión a la cabeza, quedándose en la cancha y saludando a los responsables de los incidentes.

Pero no terminó allí, sino (como parece que es habitual ahora) en los escritorios. Encabezado por su mandatario Daniel Angelici, Boca voló a Asunción del Paraguay, sede de la CONMEBOL, a presentar su descargo y pedir lo imposible, que el encuentro continuara. La entidad dijo correctamente que no, le dio el cotejo y la llave a River. Y el equipo de Gallardo, superior a su mediocre rival, lo dejó merecidamente afuera y siguió rumbo a su tercer título continental, que conquistaría ante el Tigres que lo ayudó a pasar de ronda. No fue la mejor rrevancha para las derrotas de 2000 y 2004, pero la gente millonaria lo festejó igual.

jueves, 8 de noviembre de 2018

2004: BOCA-RIVER LIBERTADORES, ROUND 2


Video del 2-1 de River, las rojas y penales de una noche inolvidable

Si en la Copa Libertadores 2000 el duelo Boca-River fue caliente, épico, emotivo, fuerte, cuatro años después un guionista invisible escribió uno aún más tremendo. No sólo porque volvieron a encontrarse en el gran marco sudamericano, sino porque libraron una nueva real pelea. Y porque de nuevo el Boca de Carlos Bianchi jugó al ajedrez y le dio jaque a su archirrival.

Como en mayo de 2000, ambos superaron a sus rivales en la eliminatoria previa, en este caso los cuartos de final, y se vieron en las semifinales. Y más de lo que se esperaba, la llave fue una batalla. Expulsados, peleas, incidencias, goles, polémicas dentro y fuera de la cancha. Y un final de película, como en el 2000, aunque no estaban Riquelme ni Palermo. Todo comenzó con vueltas y más vueltas para ordenar, como ahora, la distribución del público en semejante duelo. Luego de mucho lío, se decidió que no hubiera visitantes, algo poco común en ese tiempo, en ninguno de los dos encuentros.

El 10 de junio en la Bombonera, Boca ganó 1-0 con un cabezazo de su emblema Rolando Schiavi, pero a ambos les salió caro. Un foul del boquense Raúl Cascini originó una batalla entre varios jugadores que terminó con una agresión del actual DT millonario Marcelo Gallardo al arquero Roberto Abbondanzieri. Después de varios minutos de vergonzoso escandalete, Gallardo y Cascini se fueron expulsados, y más tarde el lateral visitante Ariel Garcé también vio la roja de parte del discutido Claudio Martín por foul fuerte. Y en tiempo agregado, un tiro libre de Carlos Tévez fue detenido por Eduardo Coudet con la mano dentro del área, un penal que hubiera sido el 2-0, pero Martín no sancionó nada y el partido terminó con el corto 1-0 xeneize.

Siete días después, la locura (porque así lo era) se daba en el Monumental. El técnico Leonardo Astrada, en su primer año en el rubro, dispuso línea de tres y mucho ataque para buscar la diferencia o al menos, un triunfo por un gol que forzara una definición por penales, ya que entonces los goles de visitante no contaban. Todo pasó en el segundo tiempo. Ni bien reiniciaron, el colombiano Vargas fue expulsado por el mundialista Héctor Baldassi por tener que agarrar a Luis González. Y un ratito después, el mismo Lucho sacó un remate tremendo para abrir el marcador. River tenía todo, como en 2000, para eliminar a Boca y tomarse desquite de cuatro años atrás.

Pero como ese 2000, lo dilapidó. Faltando seis minutos, el talentoso local Rubens Sambueza, ingresado por Coudet, se hizo echar tontamente por exceso verbal. Al mismo tiempo, el lateral Rojas se iba lesionado y Astrada no tenía más cambios. Rápido y sagaz, Bianchi mandó al campo al incisivo Franco Cángele, de las inferiores del xeneize, para buscar desborde y un empate. En su primera pelota, Cángele desbordó y centró al medio, y Tévez marcó el empate, aunque se pasó de conducta y al hacer la gallina (apodo vulgar de River) con las manos, también fue expulsado tontamente.

Herido, River tenía una última chance, y en el tiempo agregado, cuando Boca saboreaba una clasificación inolvidable, un tiro libre de otro gran joven, Fernando Cavenaghi, fue conectado por el canterano Cristian Nasuti en claro offside para un 2-1 inesperado. Ahora sí, los locales que copaban el Antonio Vespucio Liberti volvían a soñar con la revancha del 2000 en los penales.

Todos iban marcando su tiro, veteranos y juveniles. El retornado chileno Salas, Cavenaghi, Schiavi, los chicos Ledesma y Alvarez, que debió ingresar por Guillermo Barros Schelotto por la roja de Tévez. Hasta que otro joven, un surgiente Maxi López, ejecutó el quinto y el "Pato" Abbondanzieri se lució atajando. Y fue el cordobés Javier Villarreal, otro de poca edad y experiencia, quien marcó el final. Sí, Boca eliminaba no sólo al once de River, sino a los casi 70.000 hinchas que fueron a ver la victoria de su equipo. El rey de la estrategia Bianchi ganaba una nueva partida y su Boca iba a otra decisión copera, que luego perdería con Once Caldas de Colombia. Entonces River se sintió tal vez compensado. Pero esa noche de 2004, el millonario sucumbió otra vez en el superclásico más grande, el de la Copa.


2000: BOCA-RIVER LIBERTADORES, ROUND 1




Video de aquella noche mágica de Boca y Palermo

Todas las miradas están en el próximo sábado, el primero de dos trascendentes, cuando Boca y River se atrevan a desafiarse por la Copa Libertadores de América. Pero las miradas también tienen que estar en el pasado. Porque no es la primera historia fuerte de los gigantes de la Argentina en el gran marco copero. Jugaron muchas veces por fase de grupos, aquel 4-3 boquense del 91, aquellos triunfos millonarios del 86. Pero nada como aquella mágica noche del 24 de mayo de 2000 en que Boca comenzó a escribir el regreso a la gloria internacional, juxto contra su archirrival, en una jornada plena de emociones profundas.

Eran los cuartos de final de vuelta de una historieta intensa, la de la ida cuando en el Monumental, el River de Américo Gallego había ganado 2 a 1 con poco, aprovechando errores ajenos y cuidando bastante el triunfo en el cierre. Inexorablemente, uno de los dos debía enfrentar al América de México en semifinales. Y el mítico xeneize de Carlos Bianchi quería demostrar que no sólo en el campeonato local era bueno. Pero no lograba romper la defensa rival, en un millonario con bajas sensibles como Hernán Díaz y Gancedo en el medio.

Fue Juan Román Riquelme, en su ascendente vida de joven realidad, quien lo hizo. Iban 14 minutos del segundo tiempo y el as boquense hizo una genial jugada de las tantas suyas para buscar a Marcelo Delgado, y el "Chelo" definió ante la mala salida de Roberto Bonano. La llave estaba igualada, y el defensivo River buscó que así quedara para ir a unos utópicos penales. Como que el "Tolo" campeón del mundo 1978 colocó a Guillermo Pereyra, medio de recuperación, por nada menos que Pablo Aimar.

Mientras tanto, un éroe esperaba en el banco de suplentes. Martín Palermo, el impresionante goleador, volvía a una cancha luego de seis meses y una negra vida por la inoportuna lesión de ligamentos que lo dejó sin fútbol y sin venta a la Lacio italiana en 1999. A los 36 minutos, ingresó por Alfredo Moreno, uno de los modestos recambios del plantel, el santiagueño de los cinco goles al Blooming de Bolivia. Y entre Riquelme y Palermo hicieron la hazaña. A los 39, Trotta bajó a Battaglia en el área y el mundialista Angel Sánchez dio un penal que el diez transformó perfecto para el 2-0, que por fin metía a su equipo donde quería.

River se acordó tarde de ir por un descuento, pagando precio a su mediocridad. Pero faltaba cerrar la noche. Y fue Palermo, como en un guión de cine, quien lo hizo. En tiempo agregado y cuando los de Bianchi intentaban llevar el juego lejos, Riquelme comenzó la acción que siguió en Battaglia y derivó en Martín, que de espectacular remate hizo estallar la Bombonera en una emoción inolvidable. El héroe había vuelto. Boca goleaba 3-0, dejaba afuera a River ante su gente. Y empezaba a soñar con que no sólo en la Argentina era grande. Después superaría al América y a Palmeiras en otros épicos duelos. Pero antes tuvo que vivir esa noche de magia. Justo contra River.

lunes, 5 de noviembre de 2018

EN EL FÚTBOL DE EUROPA TODO SE SABE MUCHO ANTES

Al final, ya se conoce cuándo y dónde, y con qué clase de público, jugarán Boca y River la tremenda final de la Copa Libertadores de América. Eso sí, luego de que se dijera de hacerla el 7 y 28, dos miércoles, se pasó con criterio para el sábado 10 y el 24, pero primero a las 16 y hoy se fijó a las 17. Que visitantes sí, que el Presidente se metió en la cuestión, que luego los clubes dijeron no con absoluto acierto. A todo esto, la CONMEBOL (la principal organizadora, obvio) no sugirió nada. Bueno, después de tantos cabildeos tenemos todo organizadito. Después de tantos cabildeos. En una Champions League, bah, en el torneíto más chiquitito de Europa todo ya está fijado con antelación de un año más o menos. Claro que puede haber imprevistos y cambiarse fechas, pero nada es improvisado. Acá y en Sudamérica, seguimos haciendo partidos y torneos como si fueran salidas nocturnas. Por algo los europeos nos llevan tanta ventaja. Y eso que esto es Boca-River.

viernes, 2 de noviembre de 2018

BOCA-RIVER DE LA COPA DEBERÍA SER AFUERA

Como sabe gran parte de la Argentina y el mundo, Boca Juniors y River Plate, Boca y River para la tribuna, resultaron esta semana finalistas de la Copa Libertadores de América, el mayor torneo de clubes de Sudamérica. Es decir que los dos gigantes del país, que ya jugaron dos superfinales locales, como la Supercopa este año, ahora van por la más importante de su existencia. Y claro, como en esta sociedad todo es problema, cómo hacer que se pueda realizar un superclásico con hinchas de los dos sin temor a incidentes. Porque hoy el Presidente Mauricio Macri ofreció a ambos que se juegue con público visitante, una real locura por cómo se vive el fútbol acá. Y eso que Boca-River pocas veces terminó mal, salvo el episodio de la "puerta 12" de 1968, que en realidad fue una negligencia humana más que disturbios.

Igual, la inseguridad que se vive hoy en el país y la ausencia del Estado en el tema no da para esto. Lo lógico, donde la CONMEBOL (quien rige el deporte en esta zona) debería haber pensado, es que sea en un país neutral. Boca-River en el Centenario de Montevideo, en el Defensores del Chaco de Paraguay, en Brasil, en Colombia. Como se hace en Europa, donde todo es justo, un Real Madrid-Atlético en Italia o Inglaterra. Pero no, seguimos siendo como somos, acá y en Sudamérica. Así que desde el miércoles, la Bombonera y el Monumental serán escenarios de la superfinal. Riesgosos, sí, y también, incorrectos.