Como venimos contando, se corre el Rally Dakar en Perú, el que en pocos días se define. Y como ya he escrito acá, la gran maratón sirve de inspiración de pensamientos sobre cómo uno debe vivir la vida. Mucha cuestión espiritual, aunque parezca que no, la rodea. Uno de esos pensamientos es cuando uno ve a estos resistentes motociclistas o cuatriciclistas, que solos, con su medio, se aguantan todos los contratiempos, tantos y tan duros, que surgen en el camino. Y qué bien lo hacen. Uno piensa: qué difícil les debe ser, no sólo enfrentar todo sino en soledad, más allá de alguna asistencia que no esté fuera de reglamento, sino deben arreglárselas en medio del desierto. Sin embargo lo hacen, y de última, salen airosos, son rescatados sanos y salvos. Bueno, en la vida pasa lo mismo. Está buenísimo estar acompañado, pero cuando uno tiene que, por imperio de los otros, correr solo y aguantar solo, no es malo, al contrario, es buen ejercicio y costumbre. Y hasta las cosas te pueden salir mejor que con alguien al lado. Sí, y aunque suene antipático, a veces es mejor correr solo que mal acompañado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario