Así como escribí del mediodía al sol playero, el momento opuesto, el atardecer, es toda una postal. Esas increíbles tardes de cielo azulino se prolongan tanto que parecen no terminar en plena playa, mientras uno sigue tomando mate, escuchando radio o hasta mojándose en el mar. La caminata, el deporte, algo de asoleo, también puede ser parte del paisaje de las 7. Como también el Buzo, la carpa o algún deporte acuático o terrestre. La playa y el verano, cuando están en esplendor, no tienen horario. Y el atardecer es uno de los más increíbles.
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