sábado, 17 de diciembre de 2016

DICIEMBRE, MUCHA PACIENCIA

Es así, si diciembre no es conglomerado de líos no es diciembre. En el último mes del año, aparte de las fiestas (ya complicadas, engorrosas), a todo el mundo se le junta evento sobre evento. Cuando te querés acordar, la fiestita de la nena, el Pesebre Viviente, cosas de la iglesia, comidas del trabajo, más las obligaciones y compromisos cotidianos normales. Incluso a mí, que no soy un tipo de agenda, que me gusta tener como yo digo “casilleros vacíos”, es decir, espacios sin nada, me está tocando todo junto sobre el cierre del año. NO digo que no es bueno, al contrario, es muy saludable tener cosas, pero también a veces uno se ve desbordado. Porque a eso hay que sumarle tanta gente en la calle, tanto tráfico, tanto ruidito de celulares. Ayer iba en el colectivo atestado de pasajeros, por ejemplo. Aparte el calor, que a mí me gusta pero que a algunos les agrega un peso. Resumen: paciencia, como decía aquella remera de Bernardo Neustadt en plena crisis de los 90, “ante todo mucha calma”. Porque claro, como somos los argentinos, nos desbordamos (hinchamos, en criollo) fácilmente. Así que a diciembre, buena cara y mucha paciencia. Después viene la playa.

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