domingo, 4 de diciembre de 2016

!CANTÉ EN EL TEATRO ASTRAL!

No es otro que el Señor Dios el autor de toda bendición. Y cuando las bendiciones vienen hay que disfrutarlas a pleno. Hace un rato viví la noche más grande hasta hoy de mi vida musical, al acompañar al gran Diego Desanzo en los coros de dos temas suyos en su monumental show que dio en el Teatro Astral, uno de los típicos de la famosísima calle Corrientes de Buenos Aires. Sí, aunque sea en el coro, canté en el Teatro Astral. La presentación más grande de mi vida…

Tiempo atrás había contado que este extraordinario de Diego Desanzo, a quien les recuerdo conocí en mi actuación en el restó Bartolo de Munro, me había invitado a verlo al Astral. Pero no dije nada de que me había invitado a cantar con él. Un genio de la sensibilidad humana como él sólo lo puede hacer posible. Fijarse en un chiquito como yo en un par de presentaciones, Bartolo y San Andrés Golf Club, y de ahí llevarme al Astral. Semanas atrás me confirmó y el jueves pasado, lo que contaré aparte, ensayé ahí en Capital, en Cabildo, con su banda, otra experiencia inédita y fabulosa para mí.

Pero el tema mío era como siempre cómo ir. Después de mucho buscar, mi amigo Alfredo acordó llevarme hasta el teatro este sábado por la noche. Yo había invitado a la angoleña RosaMangueira, mi conocida y divina jefa de prensa de la Embajada, de quien ya les conté más o menos la relación que nos une desde 2014, pero a ella tampoco le conté nada, le di la sorpresa. Bueno, Alfredo vino 7 y media, y a las 20.13 llegamos al teatro, lleno de gente ya en su entrada, mientras caía la calurosa pero agradable noche. Tras dejar el auto y caminar llegamos al Astral, y tras un rato me vi con Maxi, uno de los chicos del coro que conocí el jueves. Luego sí, me hicieron pasar con mis entradas (que Diego me dio antes) y estuvimos un rato largo, primero en la antesala, y luego buscando afanosamente nuestra ubicación, porque parece que los sectores no están correctamente numerados, así que Alfredo, yo y otra gente se volvía loco viendo dónde le tocaba a cada uno. Al fin encontramos la ubicación. Pero hubo que esperar un montón para el comienzo del show. Pautado para las 21. Como estamos en Argentina, la tierra de la impuntualidad, el mismo arrancó a las 21.55.

Primero la interminable tanda de sponsors, luego Fernando Mancini de presentador y al fin, de tantas palmas de la gente pidiendo su presencia, apareció Desanzo con el tema Voy a vivir de Marc Anthony. Desde ahí y hasta el final de la noche fue mezcla de un cantante de una voz potente y perfecta, una banda genial y un público superseguidor, muy copado. Desde mi palco, ubicación privilegiada que me dio, yo seguía el recital con onda y enganchado pero con tensión de cuándo me iba a tocar participar. Pasó Tormenta, invitada de lujo, pasó la cumbia, Palito Ortega, lentos, pero a mí no me tocaba. Pero no desconfié nunca de Diego, un tipo divino por donde se lo mire.

A las 23.09 fue mi primer instante cumbre, cuando Eduardo, el productor general, me vino a buscar y me llevó por largas escaleras y puertas al escenario, pero cerca de Diego y en una silla, Yo pensé “ya estamos” y me apresté bien concentradito a mi turno. Sin embargo, y más allá de un show sin desperdicio, lleno de color, calor y muy suelto con la gente, tuve que esperar nada menos que hasta las 0.21. Pasó el excepcional homenaje a Sandro, otro de los amigos de Diego, que se relaciona con grandes desde hace años. Y pasó Ezequiel, un chiquito con síndrome de Down del que él es padrino, y el genio lo hizo cantar algo de Axel, y el pibe chocho, imaginate.

Y por fin el gran momento. A las 0.22, Diego me presentó (”un amigo que conocí hace 5 meses en Bartolo”, dijo) y Eduardo me acompañó hasta él. El cantante me abrazó ahí, me tomó del hombro y mientras la gente me aplaudía, saludé y dije “gracias por el cariño”. Y nomás participé de su tema propio Lo Mejor Está por Venir. Con la garganta muy seca por los nervios y la potencia de la música, pero con la motivación del que recién empieza, canté con todo el pegadizo estribillo de la movida canción bailable. En una parte del estribo casi me atoro por la sequedad de garganta, pero puse todo y salí bien, siendo felicitado luego por la copada Jimena, otra corista. Que más tarde me animó a cantar Ahora Te Puedes Marchar de Luis Miguel. Yo no quería para no hacer la mía por sobre Diego, pero canté un toque el estribo, aunque tímido, no era lo pautado. Pero con lo hecho listo, ya estaba cumplido mi sueño, mi anhelo.

Entonces empecé posta a disfrutar el show ahí mismo, al lado de mi micrófono, aplaudiendo con ganas cada tema, cada humorada de Desanzo, cada matiz de la banda. Y cuando parecía que todo se cerraba sin la otra canción que Diego había arreglado conmigo, al final me tocó de nuevo. Y a las 0.55 fue el otro momento fuerte para mí, cantando a todo dar su otra propia Hoy Va a Ser Un Gran Día, tema que me salió mejor porque era menos exigente vocalmente. Y de la alegría, lo bien que la pasaba, lo feliz que era, ni me importó el qué dirán y me puse a bailar con tímidos y amateurs pasos. Fue un cierre acorde con un show de primerísimo nivel, perfecto y al mismo tiempo divertido, sobrio y al mismo tiempo informal, sin desperdicio alguno. Tres horas de las que yo participé con enorme gusto.

Terminado el gran ruido, me acompañaron a un costado, todos me saludaron y felicitaron, entre ellos nada menos Diana María, la excepcional cantante melódica argentina. Y ni hablar los copadísimos músicos, nada que ver con sus pares nariz para arriba, muy cálidos y buena onda. Igual que Diego, que luego me abrazó y posamos para una de las tantas fotos que le tomaron. Al final vino Alfredo, que gustó mucho de la noche, suerte porque pensaba en irse temprano para cenar en su departamento, y tras una breve charla y saludo con el crack principal (“llamame y esta semana tomamos un café”) me fui a eso de la 1.30 de la mañana para casa. A dormir. A soñar con una noche mágica, inolvidable. La noche en que pisé y canté en el Teatro Astral. Nada menos que mi música en el Teatro Astral.



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