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viernes, 15 de noviembre de 2019

NOTICIÓN: COLECTIVEROS SIMPÁTICOS

Tantas veces me he descargado, con justa razón, de las actitudes de los choferes de colectivos, sea por su trato o peor, porque me dejan totalmente en offside. Pero es justo también reconocer lo bueno. Así como me encuentro eso, me encuentro conductores de lo más amables, que hasta te saludan mejor que si fueras una dama. Te charlan, te preguntan por vos, te avisan cómo te van a dejar, dónde, te esperan, alguno hasta me cruzó de calle o me dejó con otro chofer si se pasó. Sí, debería ser normal, pero en este tercer milenio donde todos parecemos robots más que seres interrelacionados hay que destacarlo. Más con esta gente, que tiene su comportamiento tan particular. Incluso me están contando que en casos la ley los obliga a ser correctos. Cosa que tampoco debería ser, pero en este país si la ley no te obliga hacés lo que se te canta. Vaya el reconocimiento y mi elogio a los colectiveros simpáticos. En esta Argentina histérica, un real notición.

miércoles, 24 de julio de 2019

MÚSICOS ANÓNIMOS

En mis frecuentes viajes en colectivo (u ómnibus si prefieren los puristas) veo y escucho muy a menudo gente anónima que sube con su guitarra u otro instrumento musical a cantar una canción, y luego pasa la famosa y querible gorra para juntar dinero. O si no, quienes lo hacen en espacios públicos, plazas, parques, o simplemente una vereda cualquiera. O como yo, que ando buscando afanosamente un lugarcito donde mostrar mi música. Claro, los que triunfan son muy pocos, los que llegan contados y tocados por Dios, no por la suerte, no digamos eso. Pero cuántos músicos anónimos existen, como yo, como quien sube a un colectivo, como quien canta en un taller u otro lugar y realmente tiene condiciones pero no lo ve nadie, y entonces, como me pasa, se pierde en la mediocridad. A cada uno que se muestra yo no titubeo en darle unos billetes, porque me imagino cuánto esfuerzo hacen, más allá del musical que es lo de menos. Ellos también son artistas, son grandes de la música. Aunque nadie los contrate ni graben un disco.

viernes, 24 de mayo de 2019

CORTE DE UÑAS EN COLECTIVO

Mi capacidad de asombro se ve rebasada todo el tiempo ante la sociedad (o insociedad como escribo siempre) nuestra de cada día. Hace más o menos 40 años que viajo en colectivo. No recuerdo algo como lo que vi y escuché hoy. Alguien, probablemente una mujer, se estaba cortando las uñas con algún elemento apropiado en pleno ómnibus. Es decir, a nadie le importa nada de nada, ya veo que un día alguno (o alguna) se va a cambiar de ropa en el colectivo. Y yo, inocentón, que creía que las peleas por Whatsapp o esas charlas de tono subido que todo el pasaje escucha eran todo. Está bien, es curioso y punto, nada terrible, pero seguimos tornando hacia el desorden puro. Y en colectivo, ni hablar.

jueves, 16 de mayo de 2019

"NO TE PUEDO AYUDAR, LLEGO TARDE AL TRABAJO"

Cuando me perdí en el viaje de vuelta de la línea 314 (ver abajo), me encontré a seis cuadras de donde debía bajar para volver a mi casa. Empecé a caminar y me perdí. Enseguida y con desesperación, piensen en una persona con discapacidad, grité que alguien me ayudara. De la vereda de enfrente una chica contestó "no te puedo ayudar". Con fastidio le pregunté por qué. Me respondió alegremente "porque llego tarde al trabajo".

MI NUEVA ODISEA EN EL 314

Siguiendo con la insociedad, sigo con mis amigos tan queridos los choferes de colectivos, especialmente los de la línea 314 que cubre buena parte de la zona de Vicente López. Ya había contado varias duras, pero ayer al mediodía tuve otra real odisea. Ya arranqué mal a la ida cuando me dejó media cuadra más adelante del lugar donde debía ir. A mí me dejaste media cuadra menos y me fui a cualquier lado. Pero peor, y vergonzoso, fue la vuelta, cuando me bajó a más de cinco, en cualquier lado donde quiso, un tipo que venía paveando con el maldito celular y con una chica acompañante, que lo tenía bastante entretenido con charla, cuando lo único que debe hacer es estar atento a su tarea. Me perdí, grité pidiendo ayuda, no salía nadie, una mujer que no quios ayudar (ver más arriba), al final el destino de Dios que me guía hizo que un señor saliera de su casa al escuchar mi basstón, se compadeció de mí y me acompañó a mi casa. El chofer, su amigovia, siguieron viaje alegremente. La que tenía que laburar, ni hablar. Nada, chicos, es la síntesis perfecta de la Argentina de hoy, que jamás me cansaré de criticar y denunciar. Porque estos tipos, porque así se los llama, deben ser denunciados.

Ah, a la chica acompañante: corazón, el asiento donde te sentaste es para discapacitados y embarazadas, no para que vos boludees con tu amiguito. Felicidades.

viernes, 29 de marzo de 2019

EL LOCO CHOFER CON TABLET

Igualmente, aunque me vaya bien con los colectiveros, debo denunciar locuras que me entero y que ayudan a los demás a estar alerta. Oído al pasar, supe que una vuelta un chofer de colectivo ya no iba manejando con el maldito teléfono celular en la mano. Iba manejando escribiendo CON UNA TABLET, una computadora portátil. Nada más que agregar.

CÓMO ME VA CON LOS CHOFERES DE COLECTIVO

Como ustedes ya conocen, tengo discapacidad visual. Y la verdad es que andar con eso en la convulsionada Argentina de hoy es toda una aventura de valientes. Ya conté de las veredas, de los autos mal puestos, de los obstáculos de los negocios, y puedo contar varios más. Y también he contado de mis queridos amigos los choferes de colectivo, que en su apuro y fastidio con el tránsito y demás exigencias laborales son una raza complicada.

Aunque la ley los obliga a cuidar de los pasajeros, muchas veces la gente sufre con ellos. Yo cuento mi experiencia, que por gracia de Dios no me va tan mal como se podría pensar. La mayoría de los conductores públicos ayuda, es amable, servicial, contenedor. Pero, pero, siempre hay alguno. Alguno que te deja a tres cuadras un día de llovizna, con vos con necesidades familiares o hasta fisiológicas. Alguno que no te contesta o te habla bajito cuando le preguntás cuánto falta, como mi caso que si no me pierdo fácil. Peor aún, algún insolente como el que describí acá hace poco. Pero por suerte la llevo bien. Me llevan bien. Después sí la general de la ley, que manejan con celular, que no tienen buen genio con cierta clase de personas como las mayores, que suelen querer tener razón, que se fastidian de nada, que no manejan del todo bien. Yo por Dios la saco barata. Y eso que no pago boleto.

viernes, 22 de febrero de 2019

INSOLENTE CHOFER DE LA 314

Con los choferes de colectivos vengo teniendo desde tiempo inmemorial varios líos. Es que, parte de la insociedad argentina, algunos señoritos al volante no tratan nada bien a sus pasajeros. Peor aún con señoras mayores o, como mi caso, con discapacidad. Esta mañana, como cada viernes, viajé en un colectivo de la línea 314 al Instituto Bignone de Olivos, en la calle Haedo. Como en cada trayecto, voy preguntando al chofer cuánto falta para bajarme en el lugar correcto y no pasarme, como ya me ha sucedido varias veces, de largo. Muy bien, cuando le repregunté "¿cuánto falta para Haedo?", por las dudas porque van en otra cosa, el chofer me contestó insolentemente "estás preguntando a cada rato". Rápido, le contesté: "Pregunto a cada rato porque el otro día me pasé tres cuadras". En lugar de bajar el tono, el tipo (eso, tipo, no hombre) me responde: "No es mi culpa, vos tenés que llevar un acompañante". Una reverenda vergüenza, una más de esta gente que no tiene sensibilidad. Ojo, no son todos, pero sí buena parte, ya lo he escrito y lo voy a seguir. Señoras y señores de la Argentina, si queremos mejorar como país, empecemos por mejorar como sociedad. Repito, una vergüenza.

lunes, 28 de enero de 2019

COLECTIVOS Y NEGOCIOS, !EL AIRE FRIO HACE MAL!

Hace días escribí de lo mal que los aires acondicionados, necesarios con estos calorazos, pueden hacer a la salud, los cambios de clima bruscos. Eso en nuestras casas. Lo mismo debo protestar en lugares públicos. Es tremendo lo frío que los aires están configurados en ómnibus, colectivos si se quiere, y varios negocios, como bancos o demás comerciales. Lo digo en serio, hay que llevar pulóver a pesar de transpirar sudor, porque apenas entrás a estos ambientes la diferencia climática es notoria. Incluso el otro día que estuvo algo fresco subí a un 314 a Olivos fuertemente aireado. Tengamos conciencia, razonemos, el calorazo no se combate con friazo, se combate con inteligencia. Y si no, aunque se rían, con un abrigo.

viernes, 6 de julio de 2018

¿POR QUÉ HABLAR PRIVADO EN PÚBLICO?

Las locuras de la sociedad siglo XXI en Argentina ya las sabemos y padecemos a diario quienes no las hacemos. Pero ahora prolifera una por lo menos para mí nueva, siempre con el maldito celular en mano. Resulta que la gente está en un colectivo, lugar más que público si los hay, y a viva voz, nada de bajar tono y ser discreto, habla por el aparato cosas demasiado privadas con vaya a saber quién. Primero, no sé qé necesidad de hablar por celular si no es algo urgente, bueno, está bien, eso es discutible. Pero cómo hacerlo delante de otros, sin tapujos, como si estuvieran en la casa. Una cosa de locos. Hasta vi una vez que viajaba a un chofer manejando con celular (ilegal) y peleándose con su novia/pareja/qué sé yo qué categoría de mujer. O sea, el tipo al volante y enganchado en lío, poniendo en riesgo a su pasaje. Aparte la molestia que causa escuchar esas conversaciones que a uno no le importan. Pero claro, como todo está bien, como el aborto, como autos arriba de las veredas, lo hacen igual. Claro, porque nadie les hace multa. Lamentable, y encima, algo privado, bien público.

martes, 8 de agosto de 2017

ALGUNOS COLECTIVEROS SON DE TERROR

Casi todos los días viajo en colectivo, sea por lo que sea, y me vienen pasando con frecuencia varios despistes con los destinos adonde debo ir. Y más aún, el trato para una persona como yo, recuerden una persona con discapacidad, no es bueno.

Hace poco fui a un lugar a cantar y el ómnibus de la línea 314 me dejó a cuatro cuadras. Yo le pedí al chofer tres veces que me avisara el destino, sin embargo pasó. Suerte que una señora muy amable no sólo me ayudó sino que me acompañó al lugar. Hoy fui a otro lugar en Capital, les recuerdo que soy de la Provincia; tras un viaje muy largo, el conductor, en este caso de un 63, me dijo una intersección de calles que me dejaba a cinco cuadras, pero eran más de quince. Tuve que dar mil vueltas, con el bastón y demás contratiempos de un no vidente, llegué al metrobús y éste me orientó peor aún.

Ojo, no sólo soy yo el desafortunado, sé de casos de mucha gente que se queja. "Sí, son unos h… de p…", es lo primero que cualquiera te comenta indignado. Y peor, los modos de ciertos choferes: hablan bajito, no te hablan, no te dicen nada, poco o impreciso, alguno hasta se molesta. No terminan de darse cuenta que están manejando un transporte público, que le están dando un servicio a gente, que deben por ley ayudar, sobre todo a gente como yo o, más todavía, a gente de edad avanzada. No son todos, pero, lamentablemente, algunos, últimamente muchos, son de terror.