Es la cumbre de cada encuentro de atletismo, sea donde sea. Y desde ya sinónimo de los Juegos Olímpicos. La carrera de los 100 metros llanos es más que eso, todo un acontecimiento. Momento de vibración, de nervios, de emoción, de emociones. Muchas veces, de récords. Otras tantas, de definiciones para el infarto, de fotofinish. Siguiendo con la saga de Maravillas Así Es La Vida versión olímpica, les presento la apasionante historia de la prueba reina del deporte mundial.
La prueba de los 100 metros masculinos formó parte del programa de la primera edición de los Juegos en Atenas en 1896 (la prueba femenina no debutaría en unos Juegos hasta 1928 en Ámsterdam). En aquella ocasión se corrió sobre una pista de ceniza y carbón. La posición de salida era libre y cada atleta adoptaba la que más creía que le favorecía,resultando vencedor el norteamericano Thomas Burke, el único atleta de la prueba que salió con las manos apoyadas sobre la pista y realizando unos agujeros en el suelo para tener un mejor apoyo de salida.
En 1920,con la fundación de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF), se reconoce la primera marca mundial de la prueba en la persona de Donald Lippincott, que, con un tiempo de 10,6 s, recorrió la distancia en la pista olímpica de Estocolmo. En 1928 los norteamericanos George Breshnahan y William Tuttle inventan los tacos de salida, mejorando así el punto de apoyo en la salida y optimizando el impulso que, hasta entonces, se obtenía practicando sobre la pista de ceniza unos pequeños hoyos en los que se introducían los pies, práctica que había introducido, en 1887,Charles Sherill. Sin embargo, los tacos de salida no fueron reconocidos por la IAAF hasta 1937. En 1938 la IAAF estableció que para considerar válida cualquier marca de la distancia, el viento favorable durante la realización de la prueba debía ser inferiora los 2 m/s.
El 20 de junio de 1968,en Sacramento,durante la celebración de las pruebas de selección del equipo norteamericano que habría de competir en los Juegos Olímpicos de México,los norteamericanos Jim Hines, Ronnie Ray Smith y Charles Greene lograron correr por primera vez la distancia por debajo de los 10 segundos, fijando la marca mundial en 9,9 s.
El 1 de enero de 1977 la IAAF decide abandonar el cronometraje manual, que había venido coexistiendo con el electrónico desde 1932,estableciendo que todo registro oficial debía realizarse electrónicamente para tener validez oficial.
ALGUNAS HISTORIAS OLÍMPICAS
En Berlín 36, el negro estadounidense Jesse Owens ganó los 100 metros con 10 segundos 3, primero de sus cuatro oros en la cara de Adolf Hitler, que no lo saludó.
En Roma 60, la norteamericana Wilma Rudolph, antigua enferma de polio, se impuso con 11 segundos.
Jim Hines también rompió la barrera de los 10 segundos en los Juegos de México 68, con 9.95.
En los 80 apareció “el hijo del viento”, Carl Lewis, que ganó en 1984 y 1988, en este último caso en los escritorios de Seúl, ya que el canadiense Ben Johnson, vencedor en la pista, fue descalificado por dóping positivo.
En esos mismos Juegos, la “gacela negra” Florence Griffith-Joyner ganó ampliamente, en el mismo año en que estableció la hasta hoy plusmarca femenina con 10 segundos 49.
En 1996, el campeón defensor era el inglés Linford Christie, pero por dos salidas en falso fue descalificado y el canadiense Donovan Bailey redimió a su compatriota Ben Johnson y venció con récord de 9 segundos 84.
La estadounidense Marion Jones se llevó la prueba en Sydney 2000, igual que otras dos de velocidad. Pero debido al bendito dóping, años más tarde fue despojada de sus medallas.
En Pekín 2008 apareció el enorme jamaiquino Usain Bolt, que hasta ahora arrasó en el hectómetro. Esa vez marcó un impactante récord de 9.69, mientras que en Londres 2012 volvió a batirlo con 9.63. Jamaica es el centro actual de los 100, porque Shely Ann Fraser se llevó igual que Bolt los últimos dos certámenes olímpicos y mundiales.
Fuente: Wikipedia
Bienvenidos a Así Es La Vida, un blog de todo un poco, una charla con un amigo, sin tiempo ni espacio, sin intereses, sin estructuras. El caminar de un ciudadano por la vida. Dedicado a mi madre Anita.
miércoles, 3 de agosto de 2016
martes, 2 de agosto de 2016
JUAN CARLOS MESA SIEMPRE TENDRÁ UNA SONRISA
Hoy ha sido otro día de pena para los que somos nostálgicos y fanáticos de los copados años 80, esos donde la vida era vida, y sobre todo, donde la TV era TV. Se nos fue el divino Juan Carlos Mesa, uno de los grandiosos cómicos de este país, que tantos éxitos generó en TV y teatro. El para mí más imborrable fue su Mesa de Noticias, con el que yo me desternillaba de risa y entretenía un montón, repitiendo cada latiguillo tipo “benemérito señor director” que le decía otro inolvidable, Gianni Lunadei, De la Natta en el desopilante programa de humor que emitía ATC entre 1982 y 1988. Aquí pego un momento de ese glorioso recuerdo en video, y abajo, lo que viví en Mesa de Noticias, que como tantas cosas de mi infancia me hizo muy feliz. Como el divino gordo Mesa, que aunque se haya ido arriba, siempre tendrá una sonrisa para regalarnos en su
memoria.
MESA DE NOTICIAS
El boom televisivo del 85, un éxito impresionante del humor. Todas las noches a las 7 por ATC no me perdía un programa del gran Juan Carlos Mesa y la famosa redacción de noticias donde ocurrían miles de desatinos. Ni hablar de las maldades de De la Nata, el pobre Rosales y sus anteojos, Foderone, Edgardo Mesa, el gallego Jesús, Cris Morena en el ascensor, las broncas de Leticia, Beatriz Sanguedolce (‘’qué bochorno’’), la alemana Ursula, Marcos y ‘’el zapallo’’ de su primo Inocencio, a quien yo imitaba como a varios personajes, o repetía los latiguillos. Fue tal el éxito que hubo un disco con la música del programa y hasta los fui a ver al teatro en las vacaciones de invierno. Uno de los gloriosos del gran 85.
memoria.
MESA DE NOTICIAS
El boom televisivo del 85, un éxito impresionante del humor. Todas las noches a las 7 por ATC no me perdía un programa del gran Juan Carlos Mesa y la famosa redacción de noticias donde ocurrían miles de desatinos. Ni hablar de las maldades de De la Nata, el pobre Rosales y sus anteojos, Foderone, Edgardo Mesa, el gallego Jesús, Cris Morena en el ascensor, las broncas de Leticia, Beatriz Sanguedolce (‘’qué bochorno’’), la alemana Ursula, Marcos y ‘’el zapallo’’ de su primo Inocencio, a quien yo imitaba como a varios personajes, o repetía los latiguillos. Fue tal el éxito que hubo un disco con la música del programa y hasta los fui a ver al teatro en las vacaciones de invierno. Uno de los gloriosos del gran 85.
SEÚL 88, MI PRIMER JUEGO OLÍMPICO
La hermosísima canción de Seúl, Hand in Hand (Mano en mano)
El acontecimiento deportivo más importante del año que por primera vez seguí con gran entusiasmo ese bellísimo septiembre, tanto en Clarín como en ATC. En el diario leía los resultados y me interesaba por apellidos raros para el cuaderno MÍO DE PLANTELES DE SELECCIONES. Y en el canal, cada noche veía el resumen de competencias, con aquellos muñequitos que representaban cada deporte y que me fascinaban.
Pero como no se televisaba nada en directo, ni siquiera el fútbol, me enteré apenas de todo, incluso la medalla de plata de Sabatini o el récord malogrado de Ben Jonson. Lo mismo con la Selección, cuyos goles vi en ATC o en Badía y Cía. Lo mejor y más caro a mis gustos fue la actuación de Zambia en fútbol, torneo que escribí en la recordada Carpeta General. Igualmente, Seúl 88 sumó para estos dorados momentos.
ZAMBIA, KALUSHA BWALYA
Y esa actuación de Zambia me generó un nuevo fenómeno, dentro de lo que ya era todo un tema como el fútbol africano. Y más aún por KALUSHA BWALYA, su gran goleador, a partir de que el 19 de septiembre le hizo tres goles a Italia para ese gran 4-0. Desde entonces y por mucho tiempo me mimeticé con la selección naranja y verde: los dibujos en la Carpeta o algún poster y hasta la remera de ese color.
Aquí el video del 4-0 a Italia:
MARAVILLAS ASÍ ES LA VIDA: JUEGOS OLÍMPICOS (PARTE 4)
Pasemos hoy a los Juegos de los 80 y 90, varios de ellos ensuciados por la molesta política. Así fue en 1984 en Los Angeles, Estados Unidos, cuando en respuesta al boicot impulsado por éstos hacia Moscú por la invasión soviética a Afganistán, la URSS y sus aliados comunistas no asistieron a la gran cita, dejando el medallero en manos del local que dominó ampliamente. Carl Lewis, apodado “El Hijo del Viento”, comenzó su gran leyenda al ganar los 100, 200, 4x100 metros y salto en largo, igualando a Jesse Owens y su campaña de Berlín 36. Mientras tanto, Michael Jordan guió al equipo de básquetbol al título, Mary Lou Retton fue heroína en gimnasia sobre las rumanas, el vóleibol fue campeón y los boxeadores se llevaron 9 de las 12 categorías. Asimismo se destacaron el alemán Michael Gross en natación y Francia en el fútbol, con un nuevo status para europeos y sudamericanos de jugar con futbolistas sin experiencia contra los profesionales de otros continentes. También en atletismo, dos momentos recordados: el triunfo de la marroquí Nawal El Moutawakel, primera islámica y primera de su país en ganar oro, en 400 metros, y el incidente entre la local Mary Decker y la sudafricana Zola Budd, que al no poder correr por su patria se nacionalizó inglesa en tiempo récord, y en la final de 3000 metros tuvo un roce ocasional con Decker, quien cayó, se lastimó y abandonó; los medios norteamericanos insinuaron que Budd lo hizo a propósito, cosas de la política.
Todo fue mejor para 1988, en Seúl, Corea del Sur. El mundo se reconcilió y 159 países tomaron parte. Y fueron unos Juegos inolvidables, especialmente para mí que los viví por primera vez. Pero, además, por la gran cantidad de hitos y momentos culminantes. Lo más notorio, y desagradable, fue el dóping del canadiense Ben Johnson, que había ganado con 9 segundos 79 los 100 metros, pero fue despojado de su medalla y el triunfo fue de nuevo para Carl Lewis, que además siguió su racha con plata en 200 y oro en salto en largo. En las mujeres, la “gacela negra” Florence Griffith-Joyner, de Estados Unidos, aquélla de las uñas bicolor, se llevó los 100 y 200 con récord mundial, mientras su cuñada Jackie Joyner-Kersee venció en el heptatlón. Kenia arrasó con las distancias largas y el italiano Gelindo Bordin se impuso en la maratón. Volvió el tenis tras 60 años, donde Gabriela Sabatini le dio una medalla de plata a la Argentina perdiendo con Steffi Graf, una de las dos preseas de un pobre deporte nacional, la otra el bronce del vóleibol que le ganó a Brasil con Castellani y compañía. El soviético Sergei Bubka batió el récord de salto con garrocha con más de 6 metros, mientras en natación se destacaron los estadounidenses Matt Biondi, Janet Evans y el clavadista Greg Louganis (oro con su cabeza vendada por un golpe previo), en pesas el gran turco Suleimanoglu, las gimnastas Daniela Silivas (Rumania) y Elena Chuchunova (URSS) que tuvieron un espectacular duelo definido ahí nomás por la soviética, y el triunfo de la URSS en básquetbol, con el gigante Arvidas Sabonis y eliminando a su clásico rival Estados Unidos. El fútbol también fue para la república socialista, que venció al Brasil de Romario, mientras Zambia y Kalusha Bwalya sorprendieron goleando a Italia y llegando a los cuartos de final, ahí donde la retornada Argentina reapareció pero se quedó.
En 1992, Barcelona fue la sede de unos Juegos con cuatro presencias llamativas: la vuelta de Sudáfrica tras la liberación de Nelson Mandela y el fin del apartheid, Alemania reunificada tras la caída del muro de Berlín en 1989, el regreso de Cuba tras dos eventos sin hacerlo y la última de las repúblicas soviéticas bajo el nombre de Equipo Unificado, aunque Lituania, Letonia y Estonia, los tres bálticos, primeros en separarse de la URSS, compitieron aparte. La ceremonia inaugural fue tan majestuosa como imborrable, lo mismo que la de cierre. Y entre ellas, el inglés Linford Christie se llevó el oro en los 100 metros y la estadounidense Gail Devers lo hizo en su rama tras una grave enfermedad. Sergei Bubka falló en sus intentos de garrocha y quedó afuera del podio; en cambio, su compatriota Vitali Scherbo se colgó seis medallas de oro en gimnasia, a una de Mark Spitz. Apareció el Dream Team de la NBA y con Jordan, Magic Johnson, Larry Bird y compañía arrasó con sus rivales. Pero lo más llamativo fue sin duda la explosión del deporte español, que ganó 13 oros cuando antes sólo había obtenido 4; entre otros, Fermín Cacho en 1500 metros, Martín López Zubero en natación y, sobre todo, el fútbol con Guardiola, Luis Enrique y Kiko hicieron grande a España, con una ola de éxitos que hasta hoy sigue vigente. Argentina fue una vergüenza, no sólo en resultados (apenas el bronce de Frana y Miniussi en tenis) sino por varios papelones organizativos, a pesar de la reciente creación del Centro de Alto Rendimiento, el CENARD.
Los de Atlanta 96, otra vez en Estados Unidos, fueron tan inolvidables como los anteriores. Es cierto que un atentado causó la muerte de dos personas en el Centennial Park, pero los 100 años del olimpismo contaron con muchos momentos agradables. El espectacular triunfo del canadiense Donovan Bailey con récord en 100 metros, la proeza de Carl Lewis que al vencer en 4x100 igualó a Al Oerter en ganar oro en cuatro Juegos seguidos, la velocidad del Turbo Michael Johnson en 200 con récord y 400, otro oro del básquetbol NBA, el triunfo del cinco veces campeón del Tour de Francia Miguel Indurain o la hazaña de Nigeria, que derrotó a Brasil y Argentina para ganar el fútbol, donde la Selección de Passarella obtuvo la plata; mientras, las mujeres también jugaron y Estados Unidos consiguió el primero de sus cuatro títulos. Todo tan inolvidable como la presencia de 197 países, entre ellos por primera vez las ex repúblicas soviéticas, y el encendido del pebetero olímpico por nada menos que el imborrable Muhamad Alí. Y por suerte, Argentina mejoró en su tarea y el boxeador Pablo Chacón y el windsurfista Carlos Espínola ganaron bronce.
Mientras todo esto sucedía, Sydney era la elegida para los primeros Juegos Olímpicos del tercer milenio, en 2000. Fue el certamen de las Leonas, el equipo de hóckey argentino que con Luciana Aymar a la cabeza conquistó una histórica medalla de plata ante las locales. También el de la australiana Kathy Freeman, la primera nativa aborigen que encendió el pebetero y, en 400 metros, ganó y festejó con su bandera indígena. Otro local, Ian Thorpe, se llevó el duelo de natación frente al holandés Piet Van Der Hogenbaum. Estados Unidos presentó otro Dream Team para vencer en el básquetbol a Francia, y Camerún dio un nuevo golpe africano en el fútbol ante la España de Xavi. Argentina fracasó al no ir en el balompié cuando tenía gente como Riquelme, D´Alessandro y Saviola, aunque Carlos Espínola se colgó plata y el vóleibol fue cuarto. En atletismo, Maurice Greene conquistó los 100 metros y el griego Constantinos Kenteris le ganó a Michael Johnson los 200, mientras que Marion Jones fue la estrella de velocidad con tres oros, pero años más tarde fue despojada por dóping. El nadador de Guinea Ecuatorial Eric Musambani recorrió solo la pileta por descalificación de sus rivales de forma grotesca, y 199 países batieron el récord de presencias, con Afganistán como ausente y las Coreas juntas bajo una misma bandera.
Todo fue mejor para 1988, en Seúl, Corea del Sur. El mundo se reconcilió y 159 países tomaron parte. Y fueron unos Juegos inolvidables, especialmente para mí que los viví por primera vez. Pero, además, por la gran cantidad de hitos y momentos culminantes. Lo más notorio, y desagradable, fue el dóping del canadiense Ben Johnson, que había ganado con 9 segundos 79 los 100 metros, pero fue despojado de su medalla y el triunfo fue de nuevo para Carl Lewis, que además siguió su racha con plata en 200 y oro en salto en largo. En las mujeres, la “gacela negra” Florence Griffith-Joyner, de Estados Unidos, aquélla de las uñas bicolor, se llevó los 100 y 200 con récord mundial, mientras su cuñada Jackie Joyner-Kersee venció en el heptatlón. Kenia arrasó con las distancias largas y el italiano Gelindo Bordin se impuso en la maratón. Volvió el tenis tras 60 años, donde Gabriela Sabatini le dio una medalla de plata a la Argentina perdiendo con Steffi Graf, una de las dos preseas de un pobre deporte nacional, la otra el bronce del vóleibol que le ganó a Brasil con Castellani y compañía. El soviético Sergei Bubka batió el récord de salto con garrocha con más de 6 metros, mientras en natación se destacaron los estadounidenses Matt Biondi, Janet Evans y el clavadista Greg Louganis (oro con su cabeza vendada por un golpe previo), en pesas el gran turco Suleimanoglu, las gimnastas Daniela Silivas (Rumania) y Elena Chuchunova (URSS) que tuvieron un espectacular duelo definido ahí nomás por la soviética, y el triunfo de la URSS en básquetbol, con el gigante Arvidas Sabonis y eliminando a su clásico rival Estados Unidos. El fútbol también fue para la república socialista, que venció al Brasil de Romario, mientras Zambia y Kalusha Bwalya sorprendieron goleando a Italia y llegando a los cuartos de final, ahí donde la retornada Argentina reapareció pero se quedó.
En 1992, Barcelona fue la sede de unos Juegos con cuatro presencias llamativas: la vuelta de Sudáfrica tras la liberación de Nelson Mandela y el fin del apartheid, Alemania reunificada tras la caída del muro de Berlín en 1989, el regreso de Cuba tras dos eventos sin hacerlo y la última de las repúblicas soviéticas bajo el nombre de Equipo Unificado, aunque Lituania, Letonia y Estonia, los tres bálticos, primeros en separarse de la URSS, compitieron aparte. La ceremonia inaugural fue tan majestuosa como imborrable, lo mismo que la de cierre. Y entre ellas, el inglés Linford Christie se llevó el oro en los 100 metros y la estadounidense Gail Devers lo hizo en su rama tras una grave enfermedad. Sergei Bubka falló en sus intentos de garrocha y quedó afuera del podio; en cambio, su compatriota Vitali Scherbo se colgó seis medallas de oro en gimnasia, a una de Mark Spitz. Apareció el Dream Team de la NBA y con Jordan, Magic Johnson, Larry Bird y compañía arrasó con sus rivales. Pero lo más llamativo fue sin duda la explosión del deporte español, que ganó 13 oros cuando antes sólo había obtenido 4; entre otros, Fermín Cacho en 1500 metros, Martín López Zubero en natación y, sobre todo, el fútbol con Guardiola, Luis Enrique y Kiko hicieron grande a España, con una ola de éxitos que hasta hoy sigue vigente. Argentina fue una vergüenza, no sólo en resultados (apenas el bronce de Frana y Miniussi en tenis) sino por varios papelones organizativos, a pesar de la reciente creación del Centro de Alto Rendimiento, el CENARD.
Los de Atlanta 96, otra vez en Estados Unidos, fueron tan inolvidables como los anteriores. Es cierto que un atentado causó la muerte de dos personas en el Centennial Park, pero los 100 años del olimpismo contaron con muchos momentos agradables. El espectacular triunfo del canadiense Donovan Bailey con récord en 100 metros, la proeza de Carl Lewis que al vencer en 4x100 igualó a Al Oerter en ganar oro en cuatro Juegos seguidos, la velocidad del Turbo Michael Johnson en 200 con récord y 400, otro oro del básquetbol NBA, el triunfo del cinco veces campeón del Tour de Francia Miguel Indurain o la hazaña de Nigeria, que derrotó a Brasil y Argentina para ganar el fútbol, donde la Selección de Passarella obtuvo la plata; mientras, las mujeres también jugaron y Estados Unidos consiguió el primero de sus cuatro títulos. Todo tan inolvidable como la presencia de 197 países, entre ellos por primera vez las ex repúblicas soviéticas, y el encendido del pebetero olímpico por nada menos que el imborrable Muhamad Alí. Y por suerte, Argentina mejoró en su tarea y el boxeador Pablo Chacón y el windsurfista Carlos Espínola ganaron bronce.
Mientras todo esto sucedía, Sydney era la elegida para los primeros Juegos Olímpicos del tercer milenio, en 2000. Fue el certamen de las Leonas, el equipo de hóckey argentino que con Luciana Aymar a la cabeza conquistó una histórica medalla de plata ante las locales. También el de la australiana Kathy Freeman, la primera nativa aborigen que encendió el pebetero y, en 400 metros, ganó y festejó con su bandera indígena. Otro local, Ian Thorpe, se llevó el duelo de natación frente al holandés Piet Van Der Hogenbaum. Estados Unidos presentó otro Dream Team para vencer en el básquetbol a Francia, y Camerún dio un nuevo golpe africano en el fútbol ante la España de Xavi. Argentina fracasó al no ir en el balompié cuando tenía gente como Riquelme, D´Alessandro y Saviola, aunque Carlos Espínola se colgó plata y el vóleibol fue cuarto. En atletismo, Maurice Greene conquistó los 100 metros y el griego Constantinos Kenteris le ganó a Michael Johnson los 200, mientras que Marion Jones fue la estrella de velocidad con tres oros, pero años más tarde fue despojada por dóping. El nadador de Guinea Ecuatorial Eric Musambani recorrió solo la pileta por descalificación de sus rivales de forma grotesca, y 199 países batieron el récord de presencias, con Afganistán como ausente y las Coreas juntas bajo una misma bandera.
domingo, 31 de julio de 2016
SERVIRSE DE LOS BIENES MATERIALES
Hace rato, si mal no recuerdo, que no hablo de cosas de Dios. Bueno, anoche fui como todos los sábados a misa en la linda parroquia San Andrés Avelino de Villa Adelina. Y en su homilía, al reflexionar sobre las lecturas del Evangelio, el Padre Juani dijo algo de esas cosas que a uno le quedan en la mente y que le transforman su pensar.
Las lecturas de este domingo, o de este sábado, hablan de no estar tan enganchados con los bienes materiales. De eso hablaba la primera, como siempre tomada del Antiguo Testamento, de eso la segunda, que corresponde a los evangelistas (Juan, Mateo, Marcos, Lucas). Y por supuesto, el Evangelio, donde Jesús nos enseña una parábola en la que un hombre almacena gran cantidad de granos en su granero y decide descansar, sabiendo que tiene bienes para rato. Y dios le dice “insensato, esta noche vas a morir, porque has acumulado bienes de este mundo, que no sirven para el cielo”. El mensaje es claro, y después de la homilía de Juani, mucho más. Los bienes materiales, dice el sacerdote,nos ayudan a vivir, a pasar nuestro tiempo en este mundo. Pero no debemos estar aferrados a ellos, sino servirnos de ellos. Que nuestra vida no gire en torno a lo material, como que es según cuánto y qué tengamos. Ojo, a mí también me pasa, si soy tan mortal y humano como ustedes. Pero por suerte yo trato de darle importancia más a lo espiritual que a lo material, por lo cual el 60 por ciento de mis asuntos son espirituales o parecidos. Bueno, debemos proceder de esa forma, basta de consumismo, de materialismo, de último celular con qué sé yo qué nueva estupidez, de la tele de 187 pulgadas que no sirve más que para engrosar deudas. No digo que vivamos como monhjas, eso no es la fe. Pero sí que la fe nos haga ver que lo del alma alimenta más que la materia. La materia, simplemente, es para seguir viviendo.
Las lecturas de este domingo, o de este sábado, hablan de no estar tan enganchados con los bienes materiales. De eso hablaba la primera, como siempre tomada del Antiguo Testamento, de eso la segunda, que corresponde a los evangelistas (Juan, Mateo, Marcos, Lucas). Y por supuesto, el Evangelio, donde Jesús nos enseña una parábola en la que un hombre almacena gran cantidad de granos en su granero y decide descansar, sabiendo que tiene bienes para rato. Y dios le dice “insensato, esta noche vas a morir, porque has acumulado bienes de este mundo, que no sirven para el cielo”. El mensaje es claro, y después de la homilía de Juani, mucho más. Los bienes materiales, dice el sacerdote,nos ayudan a vivir, a pasar nuestro tiempo en este mundo. Pero no debemos estar aferrados a ellos, sino servirnos de ellos. Que nuestra vida no gire en torno a lo material, como que es según cuánto y qué tengamos. Ojo, a mí también me pasa, si soy tan mortal y humano como ustedes. Pero por suerte yo trato de darle importancia más a lo espiritual que a lo material, por lo cual el 60 por ciento de mis asuntos son espirituales o parecidos. Bueno, debemos proceder de esa forma, basta de consumismo, de materialismo, de último celular con qué sé yo qué nueva estupidez, de la tele de 187 pulgadas que no sirve más que para engrosar deudas. No digo que vivamos como monhjas, eso no es la fe. Pero sí que la fe nos haga ver que lo del alma alimenta más que la materia. La materia, simplemente, es para seguir viviendo.
sábado, 30 de julio de 2016
FÚTBOL OLÍMPICO: AQUELLOS LOCOS ZAMBIANOS DEL 88
Hasta 1988, Africa no significaba mucho en el mundo del fútbol, salvo alguna campanada mundialista tipo Camerún y Argelia en España 82 o Marruecos en México
86. Mucho menos en el contexto de los Juegos Olímpicos, donde sólo Egipto había cosechado dos cuartos puestos en 1928 y 1964. Pero aquella primavera de
Seúl 1988, un nuevo país sorprendió con una actuación memorable, más allá de no haber pasado los cuartos de final. Lo que Zambia, la nación del sur, del
cobre y de las cataratas Victoria, gestó en tierra surcoreana será para siempre una de las grandes historias de los Juegos.
Los Chipolopolo, “balas de cobre” en dialecto africano, debutaban en la competencia tras haber eliminado a Ghana en una definición emocionante, ganando 2-0 en su capital Lusaka y perdiendo 0-1 en la revancha en Accra, pero pasando por diferencia de gol junto a Nigeria y Túnez. Esa tarde, el inolvidable arquero Efford Chabala atajó varias pelotas imposibles, incluido un penal, y los ghaneses, que iban arriba desde los 15 minutos, no pudieron hacer otro gol y Zambia fue a Seúl 88, donde le esperaba ser partenaire del potente Italia, Irak y Guatemala, éste en reemplazo de México, suspendido por la FIFA por dos años por adulteración de edad de su Sub 20.
El gran delantero Kalusha Bwalya, hoy presidente de la Federación de su país, era la figura de ese conjunto dirigido por Samuel Ndlovu. Bwalya, entonces en el Cercle Brugge de Bélgica, estaba junto a su tocayo Johnson Bwalya, Chabala, Musonda, Nyirenda, Makinka y otros jugadores que luego se destacarían en la mayor. El debut no presagiaba gran cosa, ya que el 17 de septiembre en Taejon, Zambia igualaba con los iraquíes 2-2, remontando una desventaja inicial con goles de Nyirenda y Kalusha, pero haciendo tablas al final. Mientras tanto, los italianos arrasaban a Guatemala por 5 a 2.
Nadie en su sano juicio iba a pronosticar lo ocurrido dos días después, el 19 de septiembre en Kwangju. Con alrededor de 9800 espectadores y el inglés Keith Hackett de árbitro, Italia dominaba el encuentro hasta que a los 41 minutos, Kalusha Bwalya recibió un pase, se metió en el área y superó a Stefano Tacconi, el arquero campeón con la Juventus en 1985, para la apertura del marcador. El relator de la TV italiana no entendía nada. Menos cuando a los 11 del segundo tiempo, Bwalya ejecutó un tiro libre con la barrera armándose y marcó el segundo, hecho que generó la protesta de los azzurros. A los 19, un remate de Johnson Bwalya se desvió en el defensor Pellegrini y fue el tercero. Y sobre la hora, cuando los europeos querían irse, Kalusha hizo su triplete y el famoso, tremendo 4 a 0. La prensa no cabía en su asombro, tanto la de Italia como en Argentina, donde algunos creyeron que el resultado era al revés. Incluso, el gran Oscar Gañete Blasco, al comentar el resumen en el canal ATC de Buenos Aires, tuvo lío para pronunciar el apellido de Bwalya, lo mismo que otro grande, Julio Ricardo, tres días más tarde en la goleada ante Guatemala.
El 21 en Kwanghju, Zambia repitió el 4-0 a los centroamericanos, con dos de Makinka y otros de Kalusha Bwalya, uno de penal, y así ganó el grupo B para ir a enfrentar a la potente Alemania de Jürgen Klinsmann y Thomas Haessler en cuartos de final. Ese 25 nuevamente en Kwangju, los alemanes fueron demasiado y con tres de Klinsmann golearon 4 a 0 y terminaron la epopeya de Zambia. Pero hubo recompensa, ya que Zambia fue la mejor selección del continente y Kalusha Balón de Oro de France Football. Además, la aventura de los naranjas fue un preludio de lo que vino después: la primera medalla para Africa con Ghana en Barcelona 92, y ni hablar los oros de Nigeria en Atlanta 96 y Camerún en Sydney 2000. Igual, la historia les reservó un lugar eterno a aquellos locos de Zambia de 1988.
Reviva aquí la hazaña de Zambia ante Italia:
86. Mucho menos en el contexto de los Juegos Olímpicos, donde sólo Egipto había cosechado dos cuartos puestos en 1928 y 1964. Pero aquella primavera de
Seúl 1988, un nuevo país sorprendió con una actuación memorable, más allá de no haber pasado los cuartos de final. Lo que Zambia, la nación del sur, del
cobre y de las cataratas Victoria, gestó en tierra surcoreana será para siempre una de las grandes historias de los Juegos.
Los Chipolopolo, “balas de cobre” en dialecto africano, debutaban en la competencia tras haber eliminado a Ghana en una definición emocionante, ganando 2-0 en su capital Lusaka y perdiendo 0-1 en la revancha en Accra, pero pasando por diferencia de gol junto a Nigeria y Túnez. Esa tarde, el inolvidable arquero Efford Chabala atajó varias pelotas imposibles, incluido un penal, y los ghaneses, que iban arriba desde los 15 minutos, no pudieron hacer otro gol y Zambia fue a Seúl 88, donde le esperaba ser partenaire del potente Italia, Irak y Guatemala, éste en reemplazo de México, suspendido por la FIFA por dos años por adulteración de edad de su Sub 20.
El gran delantero Kalusha Bwalya, hoy presidente de la Federación de su país, era la figura de ese conjunto dirigido por Samuel Ndlovu. Bwalya, entonces en el Cercle Brugge de Bélgica, estaba junto a su tocayo Johnson Bwalya, Chabala, Musonda, Nyirenda, Makinka y otros jugadores que luego se destacarían en la mayor. El debut no presagiaba gran cosa, ya que el 17 de septiembre en Taejon, Zambia igualaba con los iraquíes 2-2, remontando una desventaja inicial con goles de Nyirenda y Kalusha, pero haciendo tablas al final. Mientras tanto, los italianos arrasaban a Guatemala por 5 a 2.
Nadie en su sano juicio iba a pronosticar lo ocurrido dos días después, el 19 de septiembre en Kwangju. Con alrededor de 9800 espectadores y el inglés Keith Hackett de árbitro, Italia dominaba el encuentro hasta que a los 41 minutos, Kalusha Bwalya recibió un pase, se metió en el área y superó a Stefano Tacconi, el arquero campeón con la Juventus en 1985, para la apertura del marcador. El relator de la TV italiana no entendía nada. Menos cuando a los 11 del segundo tiempo, Bwalya ejecutó un tiro libre con la barrera armándose y marcó el segundo, hecho que generó la protesta de los azzurros. A los 19, un remate de Johnson Bwalya se desvió en el defensor Pellegrini y fue el tercero. Y sobre la hora, cuando los europeos querían irse, Kalusha hizo su triplete y el famoso, tremendo 4 a 0. La prensa no cabía en su asombro, tanto la de Italia como en Argentina, donde algunos creyeron que el resultado era al revés. Incluso, el gran Oscar Gañete Blasco, al comentar el resumen en el canal ATC de Buenos Aires, tuvo lío para pronunciar el apellido de Bwalya, lo mismo que otro grande, Julio Ricardo, tres días más tarde en la goleada ante Guatemala.
El 21 en Kwanghju, Zambia repitió el 4-0 a los centroamericanos, con dos de Makinka y otros de Kalusha Bwalya, uno de penal, y así ganó el grupo B para ir a enfrentar a la potente Alemania de Jürgen Klinsmann y Thomas Haessler en cuartos de final. Ese 25 nuevamente en Kwangju, los alemanes fueron demasiado y con tres de Klinsmann golearon 4 a 0 y terminaron la epopeya de Zambia. Pero hubo recompensa, ya que Zambia fue la mejor selección del continente y Kalusha Balón de Oro de France Football. Además, la aventura de los naranjas fue un preludio de lo que vino después: la primera medalla para Africa con Ghana en Barcelona 92, y ni hablar los oros de Nigeria en Atlanta 96 y Camerún en Sydney 2000. Igual, la historia les reservó un lugar eterno a aquellos locos de Zambia de 1988.
Reviva aquí la hazaña de Zambia ante Italia:
jueves, 28 de julio de 2016
MARAVILLAS ASÍ ES LA VIDA: JUEGOS OLÍMPICOS (PARTE 3)
Luego de que nuestra antorcha olímpica viajara de Atenas a Melbourne, ahora la llevamos con la historia a Roma 1960, primeros Juegos televisados en directo, en los inicios de la caja cuadrada. Pero el recuerdo símbolo de entonces correspondió por primera vez a un africano, el etíope Abebe Bikila, que ganó descalzo la maratón en una excepcional faena. Vilma Rudolf, una enferma de polio, ganó en carreras de pista. La ucraniana Larissa Latinina se llevó seis medallas en gimnasia artística, y apareció el imborrable boxeador Muhamad Alí, venciendo en los semipesados. Gran Bretaña participó por última vez en fútbol hasta 2012, disciplina en la que Argentina volvió pero quedó afuera en la primera ronda, con un joven llamado Carlos Bilardo, y Sudáfrica compitió por última ocasión bajo el régimen separatista del apartheid, por lo que no volvería hasta 1992. Además, en Roma 60 tuvieron lugar los primeros Juegos Paralímpicos, para las personas con discapacidad.
Para 1964 los Juegos se trasladaron por primera vez a Asia, en Tokio, Japón, que había sido seleccionada para 1940 pero no pudo por la guerra. Esta vez, una enorme inversión en infraestructura hizo unos Olímpicos majestuosos, donde Abebe Bikila y Larissa Latinina se impusieron de nuevo, Bob Hayes ganó en los 100 metros con un entonces récord de 10 segundos y Hungría consiguió su segundo oro seguido en fútbol, donde Argentina jugó otra vez pero sin éxito. Los de Tokio fueron asimismo los primeros transmitidos por TV en colores y vía satélite, como también los primeros en usar computación para cronometraje y resultados. Y el portador del último relevo de la llama olímpica fue el atleta japonés Yoshinori Sakai, llamado “el bebé de Hiroshima” por haber nacido en la fatídica jornada de la explosión de la bomba atómica sobre esa ciudad, en 1945.
El imponente estadio Azteca se construyó especialmente para los Juegos de México 68, los primeros en América latina. Y los primeros con controles antidóping. En la altura de la capital, tres atletas fueron los imborrables: el estadounidense Jim Hines que ganó los 100 metros con menos de 10 segundos, el primero en hacerlo; su compatriota Bob Beamon, récord en salto en largo con 8,90 metros contra 8,33 del segundo, y el inglés Dick Fosbury, plusmarquista en salto en alto con su técnica de espaldas. La maratón fue para el etíope Mamo Wolde, mientras Kenia se llevó su primer oro en 10 000 metros. En los 200, el ganador Tommie Smith y John Carlos, ambos norteamericanos, realizaron el “saludo del poder negro”, una señal de protesta por la reivindicación de los derechos de los negros en su país. Hablando de raza, Sudáfrica fue prohibido por primera ocasión por el apartheid, mientras Alemania Federal y Alemania Oriental compitieron separadas. Y Paraguay debutó en los Juegos.
Hablar de Munich 1972 es, lamentablemente, hablar de terrorismo. Durante el evento, palestinos asesinaron a dos atletas israelíes y tomaron de rehenes a otros 9, reclamando la liberación de presos palestinos. El rescate se frustró y los nueve israelíes fueron también muertos con una granada, que además mató a un policía y cinco terroristas. A pesar de la tragedia, tras un día de luto, la competencia siguió normalmente. Por suerte, también hubo deporte: Lasse Viren ganó los 5 y 10 000 metros, Mark Spitz se llevó nada menos que siete oros en natación y la URSS le ganó el clásico del básquetbol a Estados Unidos con un doble faltando un segundo. En fútbol, la Polonia de Deyna fue imbatible y el handball hizo su debut. Y por Argentina, Alberto Demiddi hizo un gran trabajo en remo y estuvo cerca de una medalla.
Finalizamos por hoy con Montreal 1976, lo mismo que decir los Juegos de la adolescente gimnasta rumana Nadia Comaneci, que consiguió por primera vez puntuación de 10 en barras asimétricas. El cubano Alberto Juantorena brilló en 400 y 800 metros y Alemania Oriental en el fútbol, venciendo a Polonia. El evento fue como siempre ensuciado por la política: 24 países africanos no fueron a Canadá en repudio a que la selección de rugby de Nueva Zelanda hizo una gira por Sudáfrica a pesar de la reciente masacre de Soweto. Además, las naciones reclamaban la readmisión sudafricana y como fue denegada, no participaron. Siempre la política, que seguiría molestando unos años más.
Fuente: Wikipedia
Para 1964 los Juegos se trasladaron por primera vez a Asia, en Tokio, Japón, que había sido seleccionada para 1940 pero no pudo por la guerra. Esta vez, una enorme inversión en infraestructura hizo unos Olímpicos majestuosos, donde Abebe Bikila y Larissa Latinina se impusieron de nuevo, Bob Hayes ganó en los 100 metros con un entonces récord de 10 segundos y Hungría consiguió su segundo oro seguido en fútbol, donde Argentina jugó otra vez pero sin éxito. Los de Tokio fueron asimismo los primeros transmitidos por TV en colores y vía satélite, como también los primeros en usar computación para cronometraje y resultados. Y el portador del último relevo de la llama olímpica fue el atleta japonés Yoshinori Sakai, llamado “el bebé de Hiroshima” por haber nacido en la fatídica jornada de la explosión de la bomba atómica sobre esa ciudad, en 1945.
El imponente estadio Azteca se construyó especialmente para los Juegos de México 68, los primeros en América latina. Y los primeros con controles antidóping. En la altura de la capital, tres atletas fueron los imborrables: el estadounidense Jim Hines que ganó los 100 metros con menos de 10 segundos, el primero en hacerlo; su compatriota Bob Beamon, récord en salto en largo con 8,90 metros contra 8,33 del segundo, y el inglés Dick Fosbury, plusmarquista en salto en alto con su técnica de espaldas. La maratón fue para el etíope Mamo Wolde, mientras Kenia se llevó su primer oro en 10 000 metros. En los 200, el ganador Tommie Smith y John Carlos, ambos norteamericanos, realizaron el “saludo del poder negro”, una señal de protesta por la reivindicación de los derechos de los negros en su país. Hablando de raza, Sudáfrica fue prohibido por primera ocasión por el apartheid, mientras Alemania Federal y Alemania Oriental compitieron separadas. Y Paraguay debutó en los Juegos.
Hablar de Munich 1972 es, lamentablemente, hablar de terrorismo. Durante el evento, palestinos asesinaron a dos atletas israelíes y tomaron de rehenes a otros 9, reclamando la liberación de presos palestinos. El rescate se frustró y los nueve israelíes fueron también muertos con una granada, que además mató a un policía y cinco terroristas. A pesar de la tragedia, tras un día de luto, la competencia siguió normalmente. Por suerte, también hubo deporte: Lasse Viren ganó los 5 y 10 000 metros, Mark Spitz se llevó nada menos que siete oros en natación y la URSS le ganó el clásico del básquetbol a Estados Unidos con un doble faltando un segundo. En fútbol, la Polonia de Deyna fue imbatible y el handball hizo su debut. Y por Argentina, Alberto Demiddi hizo un gran trabajo en remo y estuvo cerca de una medalla.
Finalizamos por hoy con Montreal 1976, lo mismo que decir los Juegos de la adolescente gimnasta rumana Nadia Comaneci, que consiguió por primera vez puntuación de 10 en barras asimétricas. El cubano Alberto Juantorena brilló en 400 y 800 metros y Alemania Oriental en el fútbol, venciendo a Polonia. El evento fue como siempre ensuciado por la política: 24 países africanos no fueron a Canadá en repudio a que la selección de rugby de Nueva Zelanda hizo una gira por Sudáfrica a pesar de la reciente masacre de Soweto. Además, las naciones reclamaban la readmisión sudafricana y como fue denegada, no participaron. Siempre la política, que seguiría molestando unos años más.
Fuente: Wikipedia
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