martes, 2 de agosto de 2016

MARAVILLAS ASÍ ES LA VIDA: JUEGOS OLÍMPICOS (PARTE 4)

Pasemos hoy a los Juegos de los 80 y 90, varios de ellos ensuciados por la molesta política. Así fue en 1984 en Los Angeles, Estados Unidos, cuando en respuesta al boicot impulsado por éstos hacia Moscú por la invasión soviética a Afganistán, la URSS y sus aliados comunistas no asistieron a la gran cita, dejando el medallero en manos del local que dominó ampliamente. Carl Lewis, apodado “El Hijo del Viento”, comenzó su gran leyenda al ganar los 100, 200, 4x100 metros y salto en largo, igualando a Jesse Owens y su campaña de Berlín 36. Mientras tanto, Michael Jordan guió al equipo de básquetbol al título, Mary Lou Retton fue heroína en gimnasia sobre las rumanas, el vóleibol fue campeón y los boxeadores se llevaron 9 de las 12 categorías. Asimismo se destacaron el alemán Michael Gross en natación y Francia en el fútbol, con un nuevo status para europeos y sudamericanos de jugar con futbolistas sin experiencia contra los profesionales de otros continentes. También en atletismo, dos momentos recordados: el triunfo de la marroquí Nawal El Moutawakel, primera islámica y primera de su país en ganar oro, en 400 metros, y el incidente entre la local Mary Decker y la sudafricana Zola Budd, que al no poder correr por su patria se nacionalizó inglesa en tiempo récord, y en la final de 3000 metros tuvo un roce ocasional con Decker, quien cayó, se lastimó y abandonó; los medios norteamericanos insinuaron que Budd lo hizo a propósito, cosas de la política.

Todo fue mejor para 1988, en Seúl, Corea del Sur. El mundo se reconcilió y 159 países tomaron parte. Y fueron unos Juegos inolvidables, especialmente para mí que los viví por primera vez. Pero, además, por la gran cantidad de hitos y momentos culminantes. Lo más notorio, y desagradable, fue el dóping del canadiense Ben Johnson, que había ganado con 9 segundos 79 los 100 metros, pero fue despojado de su medalla y el triunfo fue de nuevo para Carl Lewis, que además siguió su racha con plata en 200 y oro en salto en largo. En las mujeres, la “gacela negra” Florence Griffith-Joyner, de Estados Unidos, aquélla de las uñas bicolor, se llevó los 100 y 200 con récord mundial, mientras su cuñada Jackie Joyner-Kersee venció en el heptatlón. Kenia arrasó con las distancias largas y el italiano Gelindo Bordin se impuso en la maratón. Volvió el tenis tras 60 años, donde Gabriela Sabatini le dio una medalla de plata a la Argentina perdiendo con Steffi Graf, una de las dos preseas de un pobre deporte nacional, la otra el bronce del vóleibol que le ganó a Brasil con Castellani y compañía. El soviético Sergei Bubka batió el récord de salto con garrocha con más de 6 metros, mientras en natación se destacaron los estadounidenses Matt Biondi, Janet Evans y el clavadista Greg Louganis (oro con su cabeza vendada por un golpe previo), en pesas el gran turco Suleimanoglu, las gimnastas Daniela Silivas (Rumania) y Elena Chuchunova (URSS) que tuvieron un espectacular duelo definido ahí nomás por la soviética, y el triunfo de la URSS en básquetbol, con el gigante Arvidas Sabonis y eliminando a su clásico rival Estados Unidos. El fútbol también fue para la república socialista, que venció al Brasil de Romario, mientras Zambia y Kalusha Bwalya sorprendieron goleando a Italia y llegando a los cuartos de final, ahí donde la retornada Argentina reapareció pero se quedó.

En 1992, Barcelona fue la sede de unos Juegos con cuatro presencias llamativas: la vuelta de Sudáfrica tras la liberación de Nelson Mandela y el fin del apartheid, Alemania reunificada tras la caída del muro de Berlín en 1989, el regreso de Cuba tras dos eventos sin hacerlo y la última de las repúblicas soviéticas bajo el nombre de Equipo Unificado, aunque Lituania, Letonia y Estonia, los tres bálticos, primeros en separarse de la URSS, compitieron aparte. La ceremonia inaugural fue tan majestuosa como imborrable, lo mismo que la de cierre. Y entre ellas, el inglés Linford Christie se llevó el oro en los 100 metros y la estadounidense Gail Devers lo hizo en su rama tras una grave enfermedad. Sergei Bubka falló en sus intentos de garrocha y quedó afuera del podio; en cambio, su compatriota Vitali Scherbo se colgó seis medallas de oro en gimnasia, a una de Mark Spitz. Apareció el Dream Team de la NBA y con Jordan, Magic Johnson, Larry Bird y compañía arrasó con sus rivales. Pero lo más llamativo fue sin duda la explosión del deporte español, que ganó 13 oros cuando antes sólo había obtenido 4; entre otros, Fermín Cacho en 1500 metros, Martín López Zubero en natación y, sobre todo, el fútbol con Guardiola, Luis Enrique y Kiko hicieron grande a España, con una ola de éxitos que hasta hoy sigue vigente. Argentina fue una vergüenza, no sólo en resultados (apenas el bronce de Frana y Miniussi en tenis) sino por varios papelones organizativos, a pesar de la reciente creación del Centro de Alto Rendimiento, el CENARD.

Los de Atlanta 96, otra vez en Estados Unidos, fueron tan inolvidables como los anteriores. Es cierto que un atentado causó la muerte de dos personas en el Centennial Park, pero los 100 años del olimpismo contaron con muchos momentos agradables. El espectacular triunfo del canadiense Donovan Bailey con récord en 100 metros, la proeza de Carl Lewis que al vencer en 4x100 igualó a Al Oerter en ganar oro en cuatro Juegos seguidos, la velocidad del Turbo Michael Johnson en 200 con récord y 400, otro oro del básquetbol NBA, el triunfo del cinco veces campeón del Tour de Francia Miguel Indurain o la hazaña de Nigeria, que derrotó a Brasil y Argentina para ganar el fútbol, donde la Selección de Passarella obtuvo la plata; mientras, las mujeres también jugaron y Estados Unidos consiguió el primero de sus cuatro títulos. Todo tan inolvidable como la presencia de 197 países, entre ellos por primera vez las ex repúblicas soviéticas, y el encendido del pebetero olímpico por nada menos que el imborrable Muhamad Alí. Y por suerte, Argentina mejoró en su tarea y el boxeador Pablo Chacón y el windsurfista Carlos Espínola ganaron bronce.

Mientras todo esto sucedía, Sydney era la elegida para los primeros Juegos Olímpicos del tercer milenio, en 2000. Fue el certamen de las Leonas, el equipo de hóckey argentino que con Luciana Aymar a la cabeza conquistó una histórica medalla de plata ante las locales. También el de la australiana Kathy Freeman, la primera nativa aborigen que encendió el pebetero y, en 400 metros, ganó y festejó con su bandera indígena. Otro local, Ian Thorpe, se llevó el duelo de natación frente al holandés Piet Van Der Hogenbaum. Estados Unidos presentó otro Dream Team para vencer en el básquetbol a Francia, y Camerún dio un nuevo golpe africano en el fútbol ante la España de Xavi. Argentina fracasó al no ir en el balompié cuando tenía gente como Riquelme, D´Alessandro y Saviola, aunque Carlos Espínola se colgó plata y el vóleibol fue cuarto. En atletismo, Maurice Greene conquistó los 100 metros y el griego Constantinos Kenteris le ganó a Michael Johnson los 200, mientras que Marion Jones fue la estrella de velocidad con tres oros, pero años más tarde fue despojada por dóping. El nadador de Guinea Ecuatorial Eric Musambani recorrió solo la pileta por descalificación de sus rivales de forma grotesca, y 199 países batieron el récord de presencias, con Afganistán como ausente y las Coreas juntas bajo una misma bandera.

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