viernes, 5 de abril de 2019

HISTORIAS DE INFANCIA: FUTSAL EN LO DE MI MADRINA

Mi madrina de bautismo Marta fue un personaje y un ícono de la felicidad de mi infancia. Especialmente porque en su enorme casa de Olivos me daba todos los gustos. Ya conté que fue toda una adelantada en discapacidad, al regalarme en esos años 80 una pelota roja con cascabel, apta para no videntes, que al hacer ruidito permite saber dónde está. Yo ni enterado con mis 10 añitos, jugaba fútbol, por lejos mi diversión favorita, en el garage de su casa. Pero había una particularidad. Como el garage era cerrado y rectangular, encima con hermosas ventanas a la calle y al interior de la casa, se asemejaba a una cancha de fútbol sala, el hoy conocido como futsal. Además, había una tapa de rejilla en el piso que, con mi inocencia, asociaba como el punto del penal, y de allí pateaba contra la pared de las ventanas. Y así pasé tardes del 83 y otros años de niñez. Siendo una estrella del futsal en la casa de mi madrina.

UFF, UN STEREO DE AUTO CON QUEEN

La música que se escucha y sigue hoy, ya sabemos, es insoporttable. NO sólo en boliches o fiestas privadas. También se reproduce en esos stereos (equipos) de autos, que pasan aturdiendo con su súper sonido actual, porque así están creados, para aturdir. No sé cómo hacen quienes manejan con ellos encima, al lado. Y para colmo, con esos reguetones lamentables que hasta los nenes de hoy suelen gustar. Pero esta tarde, mientras caminaba hacia el almacén cerca de casa, escuché una alegría: un stereo a todo volumen de un auto cerca del semáforo en el que sonaba Queen. Con el gran tema I Want to Break Free, Freddie Mercury y su banda, sin saberlo, pusieron un manto de piedad a toda esta incultura de esta insociedad. Por fin loco, alguien que escucha buena música. Todavía los hay, y aunque estén en peligro de extinción, son muy valiosos y disfrutables. Bah, como la buena música en serio.

miércoles, 3 de abril de 2019

MI CUMPLEAÑOS PARTE 1: QUÉ NOCHE CON SAN ANTONIO

Quiero compartir con ustedes, como he hecho siempre, mis felicidades. Felicidad es que mis seres queridos, aunque no sean de sangre, me amen. Pasé espectacularmente mi cumpleaños número 46, el que por sexto año consecutivo decidí festejar. Porque el aniversario de un nacimiento cómo no se va a festejar.

Y tan grande la pasé que lo cuento en dos partes. Porque todo arrancó curiosamente el 1 de abril, ya que mis compañeros del glorioso Colegio San Antonio de Carapachay, mi primaria, me agasajaron con un suculento asado y sus accesorios de todo tipo. Eso para que el 2 a las 0 horas me cantaran el feliz cumpleaños. Así que ahí estuve yendo con el gran Germán Ruiz a la casa de la singular melliza María Eugenia Rossi y su familia, un departamento en Munro con terraza de aquéllas, en una noche fresquita y perfecta de abril. Y allí me dieron la sorpresa de ser ocho de los chicos, empezando por el parrillero de turno, el inigualable Andrés Kern. Es cierto que faltaron los ases Fernando Di Pietro y Daniel Luciani, pero igual fui superfeliz. Asado, charla, risas, diversión, un compañerismo que pese a los desencuentros que cada tanto tenemos sigue firme, como hace más de 40 años. Ese lazo invisible de amor que nos engancha a cada uno y nos ata a través del tiempo.

Y para coronarlo, pasadas las 12 brindamos, me saludaron, cantaron y ahí agarré mi guitarra, mi música que Dios me dio y zapamos un rato. Y para cerrar, qué: baile a toda cumbia, esa que nada me gusta, pero resulta que el tucumano Ruiz, convertido al cordobés con sus expresiones típicas y el cuarteto, se empecinó en enseñarme pasos cual coach de Bailando por un Sueño. Me resigné, bailé torpemente como acostumbro y terminamos cerca de las tres de la mañana el aperitivo perfecto para mi cumple. El de estar con ellos, los chicos del colegio, los del 79 al 85, los de la vida.

Diviértanse con el loco video del cumple con San Antonio:



MI CUMPLEAÑOS PARTE 2: LA GENTE QUE ME QUIERE BIEN

    

Pero tuve la segunda y más importante parte de mi aniversario 46, sí, ya 46. Fue en casa y, como escribí más abajo, estuve rodeado de gente que me quiere bien. Entonces pasé un real cumpleaños feliz. Porque cuando la gente que te quiere bien está, está, no falta ni por lluvia ni por nada.

 

Así compartí una merienda-cena con mis vecinos José y Adriana (Mujer de Oro 2017) un año más, igual que el divino de Marcelinho de Tribunero.com, mi compañera de canto Déborha, ya un superclásico, mi nueva vecina Amalia y María J, otra compañera de canto del Instituto Bignone. Con Duran Duran y Sting, mis artistas oficiales de cumpleaños, comimos generosas pizza, sandwiches, budín y más aún generosa torta. Y obvio que trascartón mandé mi pequeño recital que podrán ver en mi canal de YouTube DIEGO CANTAUTOR, con canciones que a todos gustan.

 

Pero pasó de todo. La locuacidad imparable del Tribunero, la participación de José y Adriana junto a Joaco, uno de sus hijos que estuvo, y luego con su otro Juan, que vino un rato genial. Y tras la torta, Marcelinho hizo de las suyas y creyendo mi casa una sala de ensayo, me hizo grabar algo para la revista futbolera en Internet. Mi tema Princesa, el gran Fogo e Paixao que a todos deleita y a mamá Anita también, Obsesión dedicado al recuerdo de nuestro amigo Maxi matizaron junto a todo lo citado una noche más de felicidad. Porque cuando las buenas almas se juntan, no sólo el cumple es feliz.


Aquí el genial video de mi cumple 46:


https://www.youtube.com/watch?v=4R2PN5-KXSw&t=7s


martes, 2 de abril de 2019

INGLESES, LAS MALVINAS ESTÁN AL LADO DE SANTA CRUZ

Hoy es un nuevo maldito aniversario de la absuda tragedia de las islas Malvinas. Segundo maldito en una semana, tras el del 24 de marzo. Pero resulta que cuando yo era chico y estudiaba en el Colegio San Antonio de mi Carapachay, todo el tiempo me enseñaban geografía de la Argentina. Y en ella me marcaban la posición exacta de nuestras Malvinas, situadas en el mapa casi al lado de la provincia de Santa Cruz. Así las aprendí y así las conocí incluso antes de 1982. Y nunca las cambié de lugar o imaginé de otra forma. Y nunca acepté, y no aceptaré, que unos locos ingleses sigan ocupando el territorio y diciendo que son de ellos, y que no quieran negociar ni un centímetro el descarado robo que nos hicieron. Nos robaron parte de la Argentina, pero peor aún, nos robaron 649 vidas inocentes. Un barco. Miles de sueños. No sólo ellos, los culpables de acá, ya saben. Las islas tienen banderas inglesas por todos lados, tienen nombres de calles, parajes, lugares en inglés. Costumbres británicas. Militares que custodian lo que no es de ellos. TOod muy lindo, pero ingleses, sepan una cosa: las Malvinas son argentinas. Porque están en la Argentina.

viernes, 29 de marzo de 2019

HISTORIAS DE INFANCIA: MIS FELICES CUMPLEAÑOS

Se viene un nuevo cumpleaños para mí. Si revisan el archivo de Así Es La Vida se informarán de cuántos cumplo el próximo martes 2 de abril (sí, sí, el día de las Malvinas…). Y para empezar a vivirlo, les traigo en esta nueva sección del blog las mejores historias de mis aniversarios de la infancia, del 79 al 85, de los 6 a los 12. Verdaderos felices cumpleaños.

1979: EL PRIMER HERMOSO RECUERDO

Recién comenzaba el colegio primario en el Model School de Florida cuando en ese hermoso 1979 festejaba mis 6 años en casa. Una noche en el living, junto a mis vecinos Pablito y Javier, cortaba una preciosa torta decorada con autitos de colores.

1981: LA ESPECTACULAR BMX

Uno de mis mejores cumpleaños, sino el mejor. Tanto que recuerdo que la noche anterior, mientras yo estaba acostado en mi antigua habitación de abajo, vino mi papá y me dijo al oído: ‘’Los últimos siete años...’’.
Al día siguiente, el ‘’cumple’’ fue en otra hermosa tarde en casa, tras la jornada colegial, ahora en el glorioso San Antonio; como ya era un clásico, repartí tarjetas entre mis compañeros. Y luego los chicos llegaron para jugar y comer una rica y particular torta con forma de cancha de fútbol, muñequitos de mazapán y todo; mi mamá acostumbraba hacer tortas originales por esos tiempos. Y como mi genial amiga Karina Stibor comía bastante, mamá comentaba ‘’cómo come esa gordita...’’.
En ese cumpleaños supe por primera vez que había nacido a las 19.30, ya que cuando se hizo la hora mi mamá me dijo: ‘’Son las 7 y media, ya ‘naciste’...’’. Y recibí el broche de oro de la fiesta: una espectacular bicicleta de cross BMX, un regalo grandioso. Después de la emoción, la disfruté sentado en ella en el living, mientras los chicos me paseaban por allí y yo sonreía feliz. Sinceramente, el 81 (junto al 85) fue el año donde viví más y mejores momentos de cumpleaños.

1983: SÁBADO A TODA FIESTA

Otro lindo recuerdo fue ese nublado sábado donde yo cumplía ‘’los dos números’’, como llamaba mi mamá a los 10 años. Todo arrancó al mediodía con un suculento asado que incluía mollejas (muy de moda entre mis gustos) junto a mi familia en la inolvidable mesa de mármol del viejo quincho.
A las 5 de la tarde en punto, mientras la genial Cecilia Marín ordenaba los sandwiches de miga en la mesa rectangular del nuevo comedor, llegaron una vez más los chicos del San Antonio; sólo faltaban las mellizas María Eugenia y Vanina Rossi, a quienes increíblemente no invité por tenerles envidia de sus excelentes notas. Después todos invadimos el fondo charlando, escuchando música y jugando. Y mientras el gran Cristian Bustamante agarraba un sandwich de una bandeja, yo recibía un telegrama (como se usaba en esa época) de mis abuelos que decía: ‘’Feliz cumpleaños, lelo y lela’’. Así pasé un verdadero cumpleaños feliz.

1985: BREAKDANCE, BOLEROS Y MUCHO MÁS

Por suerte, el último cumple con los geniales chicos del San Antonio fue espectacular, lleno de recuerdos. El festejo comenzó en el mismo colegio, donde esa soleada tarde mi maestra Patricia y mis amigos me cantaron el feliz cumpleaños, me hicieron el clásico tirar de orejas y repartí caramelos frutales, uno de los cuales no me gustó, lo escupí y cayó afuera del tacho de basura...
Luego de las tarjetas de siempre, esta vez vinieron todos y nos reunimos a compartir una nutrida merienda en la mesa del comedor, donde me senté al lado del gran Daniel Luciani, que esa tarde calzaba las típicas zapatillas Topper naranja. Llegó la original torta con forma de casa de Hansel y Gretel y con los famosos cigarrillos de chocolate que no llegué a comer ya que los pillos de Favi Manzino y Cristian Carabajal se anticiparon a mí y se los devoraron.
Y nos fuimos a bailar al living, primero con Breakdance de Michael Jackson, que hacía furor en ese entonces, mientras Luciani, sentado en el descanso de la escalera con las piernas colgando del borde, le cambiaba la letra a esa canción con una muy subida de tono. Más tarde, a pedido de todos, mi mamá puso boleros, apagó las luces y nos movimos en parejas; yo lo hice con María Eugenia. Luego las mellizas fueron a charlar a la vieja pieza de abajo y mi mamá fue a buscarlas para que volvieran a la fiesta. Yo di un par de vueltas carnero en el living, ya iluminado, y al verse el borde de mi calzón Fernanndo Di Pietro y Analía García me lo hicieron notar. Y casi interrumpo a Fernando, quien estaba en el baño (‘’pará, negro, que estoy meando...’’). Muchas vivencias que hicieron una de las mejores noches de esos primeros 80.

OJO, CADA VEZ MÁS GENTE MUY GORDA

Antes que nada, yo soy regordete y me encanta la comida placentera. Así que no es mi intención criticonear a la gente con exceso de peso. Tampoco soy el doctor Cormillot. Pero sí quiero expresar preocupación por lo que noto en muchas ocasiones que estoy con gente. Cada vez encuentro más personas muy gordas, ya no rellenas como mi caso, sino gordas al límite de la obesidad o superándolo. Cuántas veces voy en el colectivo, siguiendo con el tema, y se me sienta alguien que casi ocupa parte de mi asiento, o me encierra contra la carrocería con su anchura. Cuántas veces cruzo o hablo con gente de contextura demasiado robusta, incluso mujeres, que me doblan en peso. Por Dios, no critico ni mucho menos hago bulling contra los gordos. Pero sí que hay que cuidarse, la gordura no sólo queda poco estética, eso es lo de menos, sino que trae muchos líos a nuestra salud. Sí, la pizza, los sandwichitos, los postres, todo es muy rico. Pero a moderarse, porque luego el cuerpo nos pasa factura, y sufrimos en lugar de disfrutar.