Fue el que hice una tarde con Horacio y Cecilia, nuestros inolvidables amigos de verano, en su auto por Pinamar. Fuimos rápido por un camino con subidas y bajadas constantes que me encantaban. Y ellos hacían “eeehhh” con cada subida y bajada. Por momentos me daba vértigo, pero me me divertía y me mataba de risa. Divinos...
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